Entre gritos contra el Mundial de Fútbol que comenzará en Brasil, 5 mil habitantes de un nuevo asentamiento de la ciudad debieron abandonar sus improvisados hogares en un edificio abandonado.
Infobae |
Niños y adultos corren y lloran. Un total de 1.650 policías los desalojan a la fuerza de su nuevo hogar, una favela nacida en un edificio abandonado de Río. Botellas y piedras de los más rebeldes contra balas de goma y gases de la policía han dejado varios heridos.
El sol apenas ha salido y los vecinos del asentamiento se despiertan con la noticia de la llegada de las tropas de choque. Un helicóptero sobrevuela el recinto de la empresa telefónica Oi, a pocos kilómetros del mítico estadio Maracaná.
"¡Esto es lo que pasa en el país de la Copa!", repetían constantemente en alusión al Mundial de Fútbol que tendrá lugar en Brasil en 60 días.
A primera hora de la mañana comenzó el desfile de unos 5.000 moradores que abandonaron progresivamente el lugar, la gran mayoría pacíficamente, intentando sacar las pertenencias de dentro de sus barracas, los tablones de madera con sus nombres en el exterior para identificar los hogares.
Fuego matinal
Los vecinos prenden fuego en el interior del recinto, lo que hace necesaria la inmediata llegada de los bomberos.
La tropa de choque -con escudos y su nuevo uniforme de "Robocop", con armadura de pies a cabeza- no deja entrar a los periodistas al recinto por la puerta principal.
Pero en una esquina con una verja, decenas de jóvenes gritan desde dentro: "¡Ven, reportero, ven!". Ayudan a saltar al periodista y al fotógrafo de AFP dentro del inmueble, celebran excitados su llegada y los invitan constante y nerviosamente a hacer fotos de los heridos, la mayoría leves, y de niños pasándola mal por el gas lacrimógeno.
En pocos minutos los agentes consiguen dispersar y expulsar a la gran mayoría, incluso a los que se oponían lanzándoles piedras o prendiendo fuego. Tan sólo un centenar resistirá hasta las nueve de la mañana.
Una vez desalojado el recinto, la violencia se esparce hacia lugares aledaños. Manifestantes pacíficos gritan frente a la policía y otros desde la segunda línea arrojan piedras y botellas.
Los moradores deciden montar una barricada de fuego con basura en medio de la carretera. Antes de lanzar las bombas de gas lacrimógeno, tres agentes amenazan sonrientes con sus armas desde sus respectivos coches. La actitud de la policía, conocida por sus métodos violentos, atiza la ira de los vecinos.
Los coches de policía que pasan por la calle son apedreados violentamente. Uno es incendiado.
Los enfrentamientos se saldan oficialmente con siete heridos, ninguno de ellos de gravedad, según la Defensa Civil. Pero la prensa local habla de 19, entre los cuales hay 12 policías.
Por las inmediaciones se pasea un hombre con un ojo sangrando, otro con la nariz rota y hay varias mujeres y niños con problemas respiratorios, que si no son atendidos no entrarán en la estadística.
Saqueos y destrozos
Las horas de confusión y violencia se expanden a otra favela algo más lejana y desembocan en el incendio de un coche de policía y varios autobuses y camiones.
También hubo saqueos de bancos y supermercados. La policía detuvo, en total, a 22 personas.
Diez de ellos, que no residían en la nueva favela, fueron arrestados por estos destrozos.
Cuando el ambiente está más calmo, un hombre que intenta pasar por la calle cercada por los agentes recibe gas pimienta en la cara sin haber hecho nada. Al momento, se oyen gritos de indignación de los vecinos y un agente saca una pistola y apunta a un grupo de jóvenes sin llegar a disparar.
Los agentes también coaccionaron a los periodistas para que no registraran lo que estaba sucediendo.
"Vete con los de tu raza, burgués",dijo un agente al periodista de AFP. Un fotógrafo de Globo fue detenido pordesacato e incitación a la violencia. Tres coches de televisiones y radios locales fueron destruidos por jóvenes violentos.
El pasado domingo 31 de marzo, centenares de cariocas sin techo o incapaces de pagar los crecientes precios de alquiler, incluso en las favelas, empezaron a ocupar el edificio. Con martillos, clavos y tablas de madera, construyeron sus barracas en pocos días.
Los habitantes ocupaban el local sin tener acceso a los servicios públicos básicos, tales como agua, saneamiento y luz.
"Queremos que el Gobierno nos ayude a tener un lugar digno donde vivir", clamaban muchos, a la espera de ayuda de vivienda.
Otros querían construir sus vidas allí pese a las dificultades. Cuando la policía entró, la mayoría de las casas estaban a medio hacer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario