En una pequeña quinta de Recreo, se siembran y cosechan frutas y verduras saludables. Durante todo el proceso, no se utilizan aditivos químicos ni tampoco sintéticos. La apuesta es exportarlos.
/Diario UNO |
Los alimentos orgánicos respetan la naturaleza y sus ciclos desde la elección de las semillas, los métodos de siembra, el manejo del cultivo y la cosecha, pasando por los procesos de elaboración y hasta el transporte.
Durante todo este proceso no se permite la intervención de aditivos químicos ni sintéticos.
Alimentos de ese tipo se producen en la ciudad, se distribuyen en el país y se exportan.
Diario UNO dialogó con Sergio Vázquez –el creador del pequeño emprendimiento local que comienza a expandirse y se proyecta al mundo–, sobre los pormenores de una iniciativa que busca generar otra cultura alimentaria.
—¿Cuál es la importancia de consumir productos orgánicos, a mediano y largo plazo?
—Básicamente, mejoran la calidad de vida. El consumidor de productos orgánicos apuesta, por un lado a un cambio de hábitos en el que decide ser responsable con su entorno natural y social. Pero por otro, hay una cuestión de salud ineludible: al no ingerir químicos –presentes en los alimentos convencionales– el cuerpo se libera de tóxicos que generan alergias, problemas en el estómago, migrañas y muchas otras enfermedades.
—¿Dónde pueden obtenerse los productos en Santa Fe?
—Se pueden conseguir en algunas dietéticas, drugstores, bares y restoranes de comidas naturales, gimnasios y hoteles.
—¿Son productos caros?
—¿Son productos caros?
—En comparación con los productos convencionales, los orgánicos son más caros. Si bien es caro, su valor es alto porque tiene relación directa con su calidad. Y es justamente esta calidad lo que el consumidor valora y tiene en cuenta a la hora de consumirlo. Ése es su interés cuando busca este tipo de productos: que sea orgánico y de buena calidad. Y no tiene que ver únicamente con el nivel socioeconómico del consumidor, sino con una cuestión cultural, un hábito de consumo que se adopta. Gracias a la certificación, nuestra marca es legitimada por su seriedad y por el hecho de conocer, no descuidar y preocuparse durante todo el proceso de producción. Son productos saludables y sustentables, en todo el proceso de producción que incluye, entre otros aspectos, la siembra y la cosecha orgánica.
Desde la semilla
—¿Cómo son la siembra y cosecha orgánicas
—En la alimentación orgánica, todo el proceso de producción (la genética de la semilla, la siembra, el manejo del cultivo, la cosecha y el procesamiento) se rigen por estrictas normas en la que no se aplican aditivos químicos ni sustancias de origen sintético, para evitar la alteración de la composición de los productos. Por este mismo compromiso y respeto por la conservación de los terrenos durante el proceso se habla de sustentabilidad. Las propiedades naturales de los alimentos como son las vitaminas, minerales y proteínas, perduran por estar libres de agroquímicos y conservantes durante las siembras y cultivos. Esto acentúa a la vez sus aromas, sabores y colores, protegiendo y respetando la salud del consumidor, la de los campesinos y la de aquellos que habitan zonas cercanas.
Inicios
—¿Cuándo comenzó con este proyecto y por qué?
—Desde el año 2009 me dedico a la producción, elaboración y comercialización de alimentos orgánicos y libres de gluten como jugos de fruta, azúcar rubia, hierbas aromáticas disecadas, aceite de oliva, mieles y dulces. También, teníamos entrega a domicilio de verduras, frutas y hortalizas orgánicas. El tema es que con las lluvias del año pasado y las de este todo eso se perdió, se puso en mal estado. En los próximos meses estaremos lanzando arroz blanco e integral, jugo de limón para ensaladas y tres nuevos sabores de jugos: naranja, mix de cítricos y mix de frutos rojos.
—¿Quiénes son los que demandan más sus productos?
—En el mercado internacional estamos teniendo excelente aceptación. Durante 2014 esperamos exportar a Brasil, Perú y EE.UU. En cuanto al mercado argentino, hoy nuestros productos se venden en más de 1.000 comercios a lo largo de 15 provincias y, aproximadamente, el 50 por ciento se destina a Capital Federal y alrededores.
—¿Qué lugar ocupa la ingeniería agronómica en la producción orgánica?
—Se aplica plenamente, siempre respetando los ciclos de la naturaleza, la no intervención de químicos y cuidado de la salud. Por ejemplo: para atacar la maleza, se contrata mucha mano de obra para sacarla en vez de aplicar algún tipo de producto químico. O, para repeler ciertos bichos, en vez de rociar los cultivos con pesticidas, se plantan flores a los costados de los sembrados para que los atraigan, alejándolos, de este manera, de la producción en cuestión. Así, la incidencia de esta disciplina es sumamente positiva cuando hablamos de salud y sustentabilidad. El respeto por las personas y el medio ambiente se ve manifestado desde la preparación del suelo hasta el consumo de cualquiera de nuestros productos.
—¿Este tipo de productos en otros países está más desarrollado?
—Sí. A nivel mundial, la producción de alimentos orgánicos y el consumo de sus productos se incrementaron considerablemente. En la actualidad, 31 millones de hectáreas son tratadas bajo lineamientos orgánicos en 120 países y Argentina está entre los primeros productores orgánicos. Esta marcada influencia a nivel social de la cultura orgánica es el complemento ideal para una vida sana y cuidado de la ecología. Estar inspirados en un modelo de economía justa y respetuosa hacia la naturaleza, contribuye a conservar la riqueza biológica y el patrimonio natural del país, a consumir alimentos sanos y ricos, y a tener una actitud responsable frente al consumo. La inversión en productos orgánicos refleja una mejora del bienestar propio y del planeta. Son alimentos saludables y nutritivos que cuidan nuestro hogar agregando valor a la producción, marcando así la diferencia en el mercado.
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