En su mensaje, Francisco volvió a contrastar la "cultura del encuentro" con la "cultura del descarte, del prejuicio". En la inmensa Aula Pablo VI, lo escuchaban integrantes del Movimiento Apostólico del Ciego, de la Pequeña Misión para Sordomudos y de la Unión Italiana para Ciegos e Hipovidentes.
"Jesús rechazaba radicalmente este modo de pensar ¡realmente blasfemo!" –exclamó el Papa, en referencia al prejuicio de que la enfermedad o la discapacidad son castigos divinos.
Y sobre el pasaje del Evangelio en el cual Jesús devuelve la vista al ciego, dijo: "Lo más importante de esto es que este hombre, a partir de lo ocurrido, se convierte en testigo de Jesús y de su obra, que es la obra de Dios, de la vida, del amor, de la misericordia".
"Mientras los jefes de los fariseos, desde las alturas de su seguridad, juzgaron tanto a Jesús como al ciego y a los pecadores, el ciego curado, con desarmarte sencillez, defiende a Jesús, al final profesa la fe en Él y comparte también su suerte: excluyen a Jesús, lo excluyen a él. Pero en realidad, aquél hombre entra a formar parte de la nueva comunidad, basada en la fe en Jesús y su amor fraternal", explicó Bergolgio.
Y agregó que "la persona enferma o discapacitada puede convertirse en testigo del encuentro precisamente a partir de su fragilidad, de sus límites: el encuentro con Jesús, que abre a la vida y a la fe, es el encuentro con los demás, con la comunidad".
"En efecto, solo quien reconoce su propia fragilidad y sus propios límites puede construir relaciones fraternales y solidarias en la Iglesia y en la sociedad", aseguró.
"La samaritana –siguió diciendo el Papa-, es un ejemplo claro del tipo de personas a las que Jesús amaba encontrar para hacer de ellos testigos: personas marginadas, excluidas, despreciadas. La samaritana era así en su condición de mujer y de samaritana, los samaritanos era muy despreciados por los judíos. Pero pensemos a los muchos que Jesús quiso encontrar, sobre todo personas marcadas por la enfermedad y la discapacidada quienes quiso curar y devolver su plena dignidad. Es muy importante que estas personas se conviertan en testigos de un nuevo modo de actuar al que podamos llamar cultura del encuentro".
Testigo del Evangelio es aquél que "ha encontrado a Jesucristo, que lo ha conocido, o mejor dicho, que se ha sentido conocido por Él, reconocido, respetado, amado, perdonado, y este encuentro lo ha tocado en profundidad, lo ha colmado de una alegría nueva, un nuevo significado para la vida. Y esto se transmite a los demás".
Finalmente, se despidió diciendo: "Queridos amigos, os agradezco por haber venido y os animo a avanzar por este camino que habéis elegido... Solo Jesús conoce realmente el corazón del hombre, solo Él puede liberarlo del cerrazón y del pensamiento estéril para abrirlo a la vida y la esperanza".
INFOBAE.
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