A pesar de que el oficialismo asegura haber ganado la “guerra” cultural contra el multimedios, los sectores más duros creen que todavía, no logró sacarle poder al “monopolio”
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Aunque el tan mentado 7D, que establecía una fecha límite para que las empresas de medios se ajustaran a la ley, hoy parece una pieza arqueológica, el Gobierno discute puertas adentro qué postura tomar con respecto al Grupo Clarín.
Como en pocos temas, “halcones” y “palomas” sobrevuelan dentro del kirchnerismo enfrentados por el tremendo esfuerzo simbólico (y en la gestión) que significó para el Gobierno la gesta del 7D, pero que hasta el día de hoy, en términos concretos, apenas quedó resumido a un cambio en la grilla de Cablevisión.
Pero las próximas dos semanas son clave para ambos grupos: a mediados de febrero la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca) debe dar su última palabra sobre once planes que tiene pendientes.
Del lado de las “palomas” están los que pretenden distender la relación con Clarín y empezar a gestar un nuevo vínculo, sobre todo de cara a las elecciones de 2015, pensando en el post kichnerismo. Ahí se anotaron el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich; el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, y en menor medida el titular de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez.
La lógica que impera entre ellos es que el Gobierno ya apostó todas sus fichas contra el Grupo, que dado el contexto actual le podría empezar a jugar en contra continuar la guerra, y que el mejor escenario es que, con la adecuación en marcha, se rearme una relación rota.
Dentro del Grupo Clarín creen que fue Capitanich quien impulsó el fin del cepo publicitariode su diario, algo que oxigenó considerablemente sus finanzas. Cerca de Julián Domínguez aseguran que “lo que quiere es que se cumpla con la ley aprobada en el Congreso”. Es decir:ordenar el grupo, pero no seguir manteniendo una sanguínea disputa.
El gobernador bonaerense, Daniel Scioli, es otro de los que construyeron un fluido vínculo con Clarín, que llevó incluso a Cristina Kirchner a criticarlo en público por otorgarle suculentos fondos publicitario.
En la otra vereda se ubican los “halcones”, aquellos que creen que hay que hacer lo imposible por asfixiar su influencia. Entre ellos están los integrantes de La Cámpora y el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, quienes encabezan la liga anti Clarín. También la procuradora Alejandra Gils Carbó, quien en sus tiempos como fiscal avanzó con una minuciosa investigación contra la fusión entre Cablevisón y Multicanal.
La estrategia del Gobierno es simular un triunfo ante la opinión pública. La idea es mostrar el reciente cambio de la grilla de Cablevisión como un victoria. Una más que se suma al fallo de la Corte Suprema (que en octubre declaró legal la Ley de Medios) y a la inminente división del Grupo en seis partes.
Por su parte, Clarín espera que la Afsca apruebe su plan y comenzar a dividirse. “Los planes están listos para ejecutarse, pero el Gobierno está acéfalo, si resolvemos la grilla no debería haber problemas”, confían dentro de la empresa.
Luego de que el kirchnerismo perdió las elecciones en octubre, algunas versiones sostuvieron la posibilidad de un acuerdo con el grupo, incluso se habló de reuniones entre directores de la empresa y funcionarios. Aunque en la empresa lo desmienten, aseguran que hace casi un mes regresaron las publicidades de supermercados y empresas de electrodomésticosa las páginas del diario. Aunque se quejan de que son por menos valor que antes del cepo publicitario, lo ven como un gesto favorable del Gobierno.
En diciembre el grupo empezó a ajustar sus finanzas en medio de una situación económica compleja: por primera vez se pagó el aguinaldo unos días más tarde. Aunque todavía leve, se ordenó un ajuste por el cual se recortaron telefónos celulares y gastos superfluos en todas las empresas.
En este marco, la señal Metro (recién mudada al canal 3 de Cablevisión) es una de las armas que esconde la empresa. La Afsca aprobó que pase del lugar 13 al segundo puesto en la grilla revalorizando automáticamente su poder simbólico de influencia. Metro es propiedad de Cablevisión y el Gobierno, al dejarle hacer esa jugada, le regaló un negocio suculento.
Dentro del grupo ya tienen un plan para transformarlo en una señal periodística. Así como TN es el emblema de Clarín, la idea es que Metro sea la nave insignia de Cablevisión, con contenidos propios y dejando de lado, poco a poco, las producciones pequeñas tercerizadas.
Metro no será un canal estrictamente de noticias sino un conglomerado de programas de producción propia con política y economía. La prueba piloto ya está al aire: un noticiero por la mañana, que conducen Hernán Castillo y Nuria Am, dos periodistas del grupo. De todas formas, hasta que se apruebe el plan, aún no está claro quién será el dueño final de Cablevisión.
Telefe esconde otra de las grandes dudas sobre cómo quedará el mapa de medios. Mientras en el Gobierno aseguran que podrían obligar a Telefónica de España a deshacerse del canal bajo el argumento que tiene un nexo societario con Telefónica de Argentina (la ley prohíbe tener más del 10% de las acciones de una empresa de servicios públicos y poseer una licencia de TV), esta semana renunció al canal Francisco “Paco” Mármol, el hombre fuerte de la señal que manejaba el nexo con el kirchnerismo.
Director de Contenidos y su principal lobbysta, fue quien controló los contenidos periodísticos de los programas que, en todo estos años, siguieron fielmente los deseos del Gobierno. Los aceitados vínculos de Mármol con los funcionarios kirchneristas lo ayudaron en 2009, cuando tuvo el privilegio de entrevistar a Cristina Kirchner en España.
Esta semana, en medio de los rumores sobre la venta de Telefe, Mármol se reunió a almorzar con Rodolfo Barili, productor ejecutivo de Telefe noticias, y Luis Blasco, presidente de Telefónica de Argentina. Allí Paco les dio detalles de lo que será su ingreso al Grupo Indalo, propiedad del empresario kirchnerista Cristóbal López, y que tiene en sus manos C5N, Radio 10 y las FM Pop y Mega.
Las suspicacias sobre el futuro de Telefe se acrecentaron con un curioso pase en el que Mármol salta de uno de los canales de aire más vistos del país a un grupo empresario K con un apenas un canal de cable y radios que, en algunos casos, pierden audiencia con cada medición. Quizá el pase de Mármol sea un indicio de hacia dónde está por migrar el poder mediático del oficialismo.
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