Integran una orquesta sinfónica que se sostiene con el esfuerzo de vecinos, que hasta dejan las luces prendidas para evitar que les roben.
La Capital |
Tienen entre 8 y 18 años y viven en uno de los barrios rosarinos donde las carencias y las faltas de oportunidades se pasean en cada esquina. Para ellos no es menor la posibilidad de poder conformar una orquesta que los mantiene ocupados, les enseña y hasta les brindará la oportunidad por primera vez en sus vidas de poder viajar. Y la gente del barrio lo sabe. Por eso todos los vecinos están involucrados con su historia. Si hasta dejan las luces prendidas para evitar que les roben y puedan llegar a los ensayos y se desviven haciendo rifas para que la orquesta progrese. Parece utópico pero funciona. A no más de treinta cuadras del centro, en barrio Triángulo (zona oeste) todo un barrio se desvive por el sueño de 100 chicos.
La orquesta sinfónica infanto juvenil El Triángulo funciona porque la escuela Nº 158 Fray Mamerto Esquiú presta los salones, la ferretería del frente no apaga las luces hasta que no se vaya el último chico y un grupo de padres hace las veces de porteros, cocineros y hasta juntan dinero para los viáticos.
La orquesta es un proyecto social de inclusión a través del arte donde los chicos desarrollan una habilidad, expresan sus sentimientos, adquieren la conducta propia de quien entrena y practica para conseguir un objetivo y hasta pueden llegar a ser profesionales de la materia si se lo proponen. De hecho, varios ex integrantes de la orquesta hoy están estudiando música en la Universidad.
Inseguridad. La orquesta funciona en Garay al 5400. Allí la inseguridad no es un tema menor. "Está jodido, tenés que andar con cuidado. Hay de todo: robos, arrebatos, armas...", contó Verónica Catania, vecina de la escuela. "Hace pocos días acá a una cuadra hubo un tiroteo y mi vecina se tuvo que tirar al piso con el bebé en brazos para que no la alcanzara una bala", relató Marisa, la madre de un pequeño músico integrante de la orquesta.
Esta situación hizo que los vecinos unieran fuerzas para que los chicos pudieran seguir asistiendo a las clases de música, que se dictan todos los días, de 18.30 a 20, en la escuela del barrio.
"La señora del quiosco de enfrente del colegio nos ayudó mucho porque ella nos avisaba si había algún peligro. Antes se juntaba una barrita en la puerta de la escuela, pero desde que está la orquesta, no vienen más", aseguró la directora, Evangelina Gaido.
También Verónica y Marisa, que tienen una ferretería enfrente de la escuela y no apagan las luces del local hasta que no se vaya el último chico. "Nosotras vemos todo lo que pasa en la cuadra y nos vamos avisando si observamos alguna barra de pibes, caras raras, alguna moto o auto desconocido dando vueltas", explicó una de las dos hermanas, ex alumna de la Escuela 158 y nieta de exalumnos.
"Queremos mucho al barrio, nuestros abuelos vinieron de Italia y se establecieron acá, cursaron en esta escuela y nuestros padres también. Tenemos el recuerdo de cuando ellos venían a pintar el colegio y a ayudar. Así que nosotras hacemos lo mismo colaborando en lo que podemos para que siga funcionando la orquesta", contó Marisa.
Grupo soporte. Nada sería posible sin la ayuda incondicional del grupo soporte, formado por ocho madres que colaboran con la orquesta. Mientras los chicos practican, ellas preparan la leche, abren y cierran las puertas, guardan los instrumentos, los arreglan si se rompen y organizan actividades para recaudar el dinero necesario para que los chicos puedan trasladarse y dar conciertos.
"Me crié en este barrio, me mudé cuando me casé, pero luego heredé la casa de mi padre y volví a esta zona", relató María del Carmen, mamá de Carlitos, uno de los integrantes de la orquesta que tiene 11 años.
"Todo fue gracias a la ferretería _contó_ porque mandé un día a Carlitos a comprar un tornillo, escuchó la orquesta y se metió en la escuela para ver cómo podía hacer para participar. Así entró él al trombón y yo a la cocina ", rememora feliz.
María del Carmen y Marisa cuentan orgullosas que sus hijos ya tocaron en el Monumento, en el Anfiteatro, la peatonal Córdoba y en la cancha de Central Córdoba. Ahora van por más, quieren que logren el sueño de viajar.
En primera persona
"Tengo que ir a tocar un concierto con la Orquesta Sinfónica El Triángulo. Gracias orquesta por hacerme vivir una realidad diferente, por abrirme puertas que jamás pensé que se iban a abrir, por vivir momentos únicos e inolvidables. Eternamente gracias", escribió en su muro de Facebook uno de los integrantes del conjunto musical de la zona oeste. Y es que allí no sólo se interpretan piezas musicales sino que también se genera un espacio de contención, se hacen amigos, se forjan futuros y, sobre todo, se da la oportunidad a 100 chicos de tener un futuro mejor.
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