Ante el constante desborde de líquidos cloacales en la peatonal, los vecinos exigen mejoras estructurales |
La imagen y las palabras son antiguas, como el reclamo. Las dijo un vecino de la manzana 13 de barrio El Pozo el 29 de abril de 2010, y así las publicó este diario ese día. Son las mismas que repiten por estos días otros vecinos que exigen una solución definitiva al problema: en la peatonal Rosario Vera Peñaloza, entre las manzanas 18 y 12, las cloacas siguen rebasando.
Frente a la misma postal, el 17 de julio de 2009 Juan Ruiz daba la bienvenida “al lago pichicaca”. En las páginas de este diario, se justificó: “Si no le ponemos un poco de humor, el padecimiento es peor”.
Hoy, otra vecina, Griselda Sguazzini, habla de “lagunas de líquidos cloacales” en las veredas. Puertas adentro, Irma Melián lo sabe por experiencia propia. Vive en la planta baja de la torre 13 y, con frecuencia, al bajar los pies de la cama en medio de la noche pisa aguas servidas. En su dormitorio, en su living, en todo el departamento, esta situación se repite con regularidad: cada tres meses. Claudia Pórtolas, su vecina, cuenta que más de una vez la ayuda con escurridor en mano para sacar ese agua sucia que deja rastro en los muebles. A sus ojos, la razón es evidente: la cámara séptica de la torre 13 rebasa en forma continua e inunda el cantero central de la cuadra.
El origen del líquido se evidencia en el papel higiénico que sale a flote. Al unísono, los vecinos cuentan que reclaman a Aguas Santafesinas SA (Assa) desde hace años, y coinciden en que la respuesta no siempre es la solución. Ahora, la empresa asegura que tiene una obra prevista pero debe esperar a que baje el nivel del río para ejecutarla.
Indicios
Beatriz Sandoval, Daniel Moyano y Osmar Castro viven en dúplex de la manzana 12. Allí, los problemas en las cloacas complican la vida diaria. Cada vez que un vecino de la cuadra acciona el botón del depósito de agua, en el baño de Beatriz Sandoval “se siente un ruido a burbujas, que mueven el líquido del inodoro de mi casa”.
Osmar Castro debe regular la cantidad de veces que tira la cadena de su baño, se baña y lava ropa “porque el agua sale por todas las rejillas y me queda toda inundada la casa”. Para evitarlo “tendríamos que no ir al baño, no bañarnos ni lavar nada; pero es imposible vivir así”. “No se puede”, refuerza Beatriz.
Ante la urgencia, Aguas Santafesinas expresa que mantiene “un seguimiento para minimizar las molestias y que efectuó tareas de limpieza en 6 ocasiones en lo que va del mes en curso”. Los vecinos asienten. Cuentan que “vienen, lo destapan y horas después está igual”. Reconocen que no son especialistas pero intuyen una razón simple: “El sistema de cloacas no da abasto. La semana pasada, vinieron el sábado a la mañana y a la tarde ya estaba otra vez tapado”.
Beatriz Sandoval, Daniel Moyano, Osmar Castro y Claudia Pórtolas dicen que presentaron notas y reclamos formales. Parados en la vereda, inmunes al perfume que emana del cantero y que se instaló en sus narices hace años, se indignan ante la postergación: “El río está crecido hace sólo un par de meses. Nuestro problema es anterior, vivimos así desde hace varios años -reforzaron-. Necesitamos respuestas definitivas, mejoras estructurales que nos permitan tener una vida digna; no parches”.
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