Control Urbano cerró las puertas del local de Bolivia al 1800 por las pésimas condiciones de higiene y seguridad del establecimiento. “Había roedores de gran tamaño cerca de los hornos”, apuntó el titular del organismo, David Sánchez.
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Sánchez precisó que su oficina logró comprobar las irregularidades de la fábrica a partir de las denuncias de los vecinos de la zona.
La panificadora no sólo no tenía los papeles en regla sino que el estado del edificio era lamentable, pero sobre todo peligroso no sólo para los trabajadores sino para los habitantes de la cuadra: en una habitación, los dueños del lugar guardaban un stock de 40 garrafas de gas.
Ante este panoroma –explicó Sánchez– los agentes no dudaron en clausurar el establecimiento.
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