Los primeros fríos del año pudieron convertirse en una trampa mortal. Una adolescente de 17 años fue rescatada ayer por la policía en un búnker de drogas en Forest al 7600 tras cometer la "imprudencia" de encender una pequeña fogata para calefaccionarse en un sitio gélido e inhóspito. La humareda en plena madrugada alertó a los vecinos del monoblock 83 y en minutos los bomberos llegaron para sofocar el fuego en un primer piso tapialado, enrejado, pero sin muebles. Quienes fueron por un incendio se llevaron una sorpresa. La tos persistente en los fondos de la vivienda forzó a los agentes a desmontar y tumbar una puerta súperreforzada. En el interior de la pieza y acurrucada entre cientos de bochas de cocaína y marihuana, Daiana se mantuvo en silencio. Según voceros de Control de Adicciones santafesina, la menor contaba con antecedentes por infracción a la ley federal de estupefacientes.
La Capital |
Monoblock 83, primer piso de Forest al 7600. Hasta allí se dirigieron los bomberos a las 7.15 de ayer ante el llamado al 911 de los vecinos que madrugaron sobresaltados con una densa columna de humo que salía desde las ventanas tapialadas y cubiertas de rejas.
En el interior, los socorristas se encontraron con un lugar inhóspito, sin muebles y con trozos de madera consumiéndose por el fuego. Hasta allí, el siniestro era pequeño y estaba controlado, pero el accionar policial cambió drásticamente.
Detrás de una puerta de gran grosor y fuertemente empotrada a una pared improvisada de ladrillos visto, se escuchaba una persona con un ataque de tos. "En presencia de testigos le solicitamos que abriera la puerta y requerimos que contestara varias veces en qué estado se encontraba, pero nunca hubo respuesta, ni quería abrir", precisó el jefe de la sub 22ª, Fabián Fantín.
El comisario le solicitó a los bomberos que derrumbaran la puerta. Para ello hubo que descalzarla, demoliendo el cemento y ladrillos que sostenían el marco. "Al ingresar vemos que había una chica de 17 años, intoxicada por inhalación de monóxido de carbono, por lo que tuvo que ser asistida por la ambulancia", indicó el uniformado.
La sorpresa fue completa cuando junto a la menor los policías encontraron 180 envoltorios de marihuana y 111 de cocaína.
La adolescente, con domicilio en Travesía al 200, se mantuvo en silencio todo el procedimiento. Primero fue demorada en la seccional ubicada a dos cuadras del lugar, y luego trasladada a la Brigada II de Control de Adicciones, a disposición del juez federal Nº4, Marcelo Bailaque.
Si bien la causa está en plena investigación, todo haría suponer que el búnker le ofrecía a sus clientes subir por las escaleras hasta el primer piso, ingresar a la vivienda por el hall principal (donde la menor prendió fuego) hasta toparse en los fondos con una pared de ladrillo. Desde el otro lado y por una pequeña hendija, se pasaban las bochas de estupefacientes.
Anoche, voceros de policiales explicaron a LaCapital que la menor recuperaría en breve su libertad y será entregada a sus padres, previa autorización judicial. La misma fuente admitió que el procedimiento no partió de esta delegación, si bien aclaró que "este búnker era investigado hacía al menos 4 meses"
También resaltó que Daiana era conocida por los agentes de Drogas. Dos meses atrás había sido detenida por el Comando Radioeléctrico en zona norte junto a su novio por venta de sustancias prohibidas.
El Fonavi.Barrio Antártida Argentina es un de los tantos Fonavis en donde sus laberínticos pasillos esconden historias de marginalidad, exclusión y adicciones.
Un complejo habitacional donde los vecinos saben más de lo que hablan. Allí, las pintadas de Central y Newell\'s se disputan las esquinas y desde un campito a dos cuadras de la subcomisaría 22ª asoma un primer piso manchado por el humo.
"Acá todos sabían lo que pasaba en ese departamento, los pibes del barrio y más allá", dice una señora con una criatura en brazos muy cerca del búnker incendiado.
Otra chica de un kiosco y granjita a la altura de Forest al 7600 sumó algunos comentarios por lo bajo de lo sucedido.
La confesión más brutal vino de parte de un grupo de hombres reunido a metros del centro de comercialización.
"Yo soy drogadicto, no vendo. Ahora nos vamos a tener que ir a comprar quién sabe a dónde", balbuceó.
El diálogo es breve y se corta con una advertencia. "¿Sabés lo que pasa? Si nos ven hablando con vos, después hay problemas", dice otro muchacho a LaCapital y corta la charla con el cronista muy abruptamente.
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