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domingo, 3 de marzo de 2013

“Con el 4G los celulares tendrán conexión casi de banda ancha”


El ingeniero Gabriel Filippa, docente de la UTN Santa Fe, describió los avances que traerá la mejor conectividad para los dispositivos móviles que quedarán a niveles de una PC de escritorio.


“Con el 4G los celulares tendrán conexión casi de banda ancha”
La semana pasada el ministro de Planificación Julio De Vido anunció que el Gobierno tomó la decisión de impulsar la nueva generación en telefonía celular. Esa tecnología denominada 4G ya se viene utilizando en Estados Unidos y gran parte de Europa y significa un paso más en la evolución que vienen desarrollando las redes de comunicación inalámbrica.


Para conocer en mayor detalle los beneficios y alcances de esta nueva tecnología y cómo serán los cambios que producirá en los usuarios, Diario UNO consultó al ingeniero electrónico Gabriel Filippa, docente adjunto de la cátedra de Comunicaciones y titular de las cátedras Taller de Redes y Redes I y II de la Universidad Tecnológica Nacional Regional Santa Fe.


El especialista explicó que desde el inicio a cada una de las redes de celulares se les puso el nombre de primera generación (1G), segunda generación (2G), tercera generación (3G) y la más nueva, que es la que se está desplegando en los países más avanzados, es la cuarta generación que se conoce como 4G.


Haciendo un poco de historia, Filippa señaló que la 1G llegó a la Argentina en los años 80. “Eran esos teléfonos grandes, con poca duración de batería que sólo tenían señal analógica para conectar la torre del prestador del servicio con ese equipo. No se podía transmitir información, era sólo voz”, aclaró.


“Entre 1993 y 1994 –prosiguió– se empezaron a desplegar las antenas de 2G que lo que hacen es digitalizar la transferencia de datos entre la torre del prestador del servicio y el celular. Los datos se empiezan a transmitir en forma binaria, lo que permite una mayor duración de la batería y transmitir datos. Con esta tecnología nació el SMS o mensaje de texto”.


Luego el ingeniero electrónico describió que para hacer frente al advenimiento de internet y todo lo que tiene que ver con la transmisión de datos, la segunda generación tenía una tasa muy baja de transferencia. “La 3G permite una transferencia de datos a mayor velocidad”, dijo Filippa y especificó: “Se pasó de 19.000 a entre 300 y 500 mil bits por segundo. Eso permite una conexión aceptable para bajar un mail, navegar una página web o mirar algo de video en baja calidad. Esta tecnología permite que casi todos los dispositivos como smartphones o las tabletas puedan transferir datos y comportarse como una computadora inalámbrica”.


Cada usuario necesita conectarse a una torre para tener servicio. Por eso, a medida que la telefonía celular fue incrementando la cantidad de usuarios se tuvo que aumentar la cobertura. “Por eso, entre 1994 y el 2000, vimos cómo se empezaron a poner torres en las ciudades. Cuando llegó la 3G se utilizaron las mismas torres de la 2G. Pero el incremento de la telefonía celular en el país fue exponencial. En 1997 había 10 millones de líneas telefónicas fijas y 5 millones de líneas móviles; hoy tenemos 38 millones de líneas de celular y seguimos con las 10 millones de líneas fijas con una tendencia a la baja. Las empresas necesitan dar una mayor cobertura y tienen problemas para conseguir habilitaciones por los controles ambientales y también hay una falta de inversión que no permite que haya un crecimiento en infraestructura al ritmo de la demanda”, sostuvo.


Hoy, con 3G, las redes están saturadas. En las grandes urbes uno quiere llamar y no puede o no se pueden lograr transferencias de datos a la velocidad que la 3G permite. “Eso sucede –aporta– porque hay mucha gente queriendo acceder a la transferencia de datos a alta velocidad. Las redes están saturadas. Lo que se planteó hace cuatro años fue migrar toda la transferencia de datos a la red 4G. En cada país se tienen que otorgar nuevas bandas de frecuencias para que puedan convivir las de 4G con las de 3G, 2G y 1G. Porque, aunque no se pueda creer, en zonas rurales hay redes que aún funcionan en 1G. Por ejemplo, en Santa Fe lo último que tiene 3G es Nelson. Después para el norte es todo 2G”, aseguró.

La llegada de la nueva tecnología 
En diciembre del año pasado el Gobierno autorizó las nuevas licencias de bandas de frecuencias y fijó las tres bandas que los operadores van a poder utilizar para dar tecnología 4G. “Esta nueva red va a mejorar la velocidad en los dispositivos móviles que van a competir con los accesos de banda ancha cableados tanto de ADSL como de los cables para dar televisión y datos. Uno con un dispositivo móvil va a poder tener una conexión similar a la de una PC física, de escritorio. Eso es muy bueno para la transmisión de datos en los móviles. En cualquier lugar uno va a poder hacer lo mismo que haría en una PC de escritorio en su casa”, afirmó.


Luego de que el Gobierno licite las frecuencias, el prestador del servicio tendrá que realizar inversiones para poner toda la tecnología 4G. Mientras que los usuarios deberán comprar dispositivos nuevos que ofrezcan la posibilidad de conectarse a las redes de 4G. Aunque las tabletas y smartphones que no tengan esa tecnología van a seguir funcionando tal como lo vienen haciendo hasta hoy.


—¿Cuánto tiempo falta para que en Argentina exista el servicio 4G y se empiecen a fabricar o a importar los dispositivos con esa tecnología?
—Yo viví los procesos desde la primera generación y éste es un proceso que lo que primero que busca es el mercado, quién va a consumir el 4G. Siempre se empieza por las capitales. Primero la ciudad de Buenos Aires y luego se va a ir expandiendo hacia las capitales de provincia y grandes ciudades. Son zonas muy chicas de cinco a 10 kilómetros a la redonda. Ese proceso se puede dar en uno o dos años para que tengamos 4G en ciudades como Santa Fe. Mientras que una vez que está funcionando la red, los dispositivos aparecen rápidamente porque hace tres años que están funcionando.


—¿Tiene alguna desventaja esta tecnología?
—La verdad es que no sabría decirlo. Pero siempre que se va creciendo en accesos lo que normalmente pasa es que la distancia en la que se puede prestar el servicio se acorta. Es una cuestión física de las ondas electromagnéticas. A medida que se necesite más ancho de banda para transmitir datos, uno tiene que estar más cerca de la celda que brinda el servicio. Eso puede ser una desventaja en el sentido de que para dar servicio a una zona más amplia se necesita una mayor cantidad de antenas. Pero desconozco si hay otra.


—Para brindar esta nueva tecnología, ¿las empresas van a utilizar las antenas que ya tienen?
—Pueden usar las torres que ya tienen, pero tienen que cambiar los equipos transmisores de datos y las antenas.


—¿Esta nueva tecnología permite que ingresen nuevos actores a competir?
—Esto permite hacerlo. Lo que sucede es que para entrar en el mercado con una nueva tecnología tenés que disponer de clientes nuevos. El espectro de radiofrecuencias siempre se licita. Si hay una empresa que quiere entrar a dar el servicio, tiene la posibilidad de licitar y hacerse usuario del espectro de radiofrecuencias que la Comisión Nacional de Comunicaciones le asigne. Lo que pasa es que luego se tiene que montar la estructura. Con la nueva resolución que salió en el Boletín Oficial, en diciembre, se le otorga a la empresa de comunicación del Estado, que es Arsat, una banda de licencia para operar.

Hay que ver de qué manera se piensa hacerlo, porque para brindar el servicio se tienen que poner torres nuevas o alquilarle las torres a las empresas que hoy ya las tienen, hay que montar toda la red de comunicaciones que está detrás de las antenas y un montón de otras cosas. Pero tranquilamente puede ingresar un nuevo operador.

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