Pasa cada vez más seguido: en medio de un paseo relajado, una salida social o en plena reunión laboral, de pronto una duda absorbe los pensamientos y acapara toda la atención: ¿Dónde está mi celular? ¿Lo dejé en casa? ¿Lo perdí en el taxi? Y si el dispositivo no aparece, no suena o se quedó sin batería, comienza un episodio de angustia desmedida e inmediatamente una fuerte ansiedad nos invade por el hecho de estar incomunicados.
Una década atrás, esta situación no afectaba a nadie. Pero ahora se está convirtiendo en un síntoma cada vez más común, a tal punto que ya tiene nombre propio: nomofobia.
"Podríamos definirla como el miedo irracional a estar sin el teléfono móvil; es una abreviatura de la expresión inglesa no-mobile-phone phobia", explicó a PERFIL Gabriela Martínez Castro, directora del Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (Ceeta). Y agregó: "Según nuestra experiencia en la consulta, este síntoma –que asociamos a los trastornos de ansiedad y de inseguridad– ya podría estar afectando hasta al 40% de la población".
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