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domingo, 24 de junio de 2012

CAÑADA DE GOMEZ: Su esposa le prendió fuego y lo dejó muy grave, pero hoy puede contarlo

A Marcelo Brun lo encerraron y envolvieron en llamas. Por el caso está acusada su mujer. Dice que la quiere a presa hasta que su hijo más chico cumpla la mayoría de edad.
La Capital | 
Las secuelas del intento de quemarlo que casi le cuesta la vida dejó marcas imborrables en la cara y en el cuerpo de Marcelo Brun, el ingeniero agrónomo que, hace poco más de un año, fue rescatado por un vecino de un pequeño depósito donde previamente fue encerrado y quemado por su mujer. Cinco meses después del alta de su internación, Marcelo decidió romper el silencio y hacer pública su verdad: "Quiero justicia para mí, por lo que me hizo, pero también la necesito para mis hijos, a quienes deberán preservarlos de la influencia de una mala persona".
Esa "mala persona" a la que hace referencia el ingeniero Brun, es ni más ni menos que la arquitecta Virginia Navarro, su esposa, quien está procesada por la Cámara de Apelaciones en lo Penal, precisamente por haberlo encerrado y luego provocado un incendio en un pequeño cuarto que era usado como depósito en la casa que compartían en calle Garibaldi al 800. Navarro está actualmente detenida en un hospital psiquiátrico privado de Rosario.
"Una sentencia justa sería que mi hijo menor de 7 años llegara a la mayoría de edad. Espero que no se evalúe el hecho de que estoy vivo, sino la acción premeditada que llevó a cabo. Ella quería verme muerto", deslizó al hacer una reflexión sobre "la justa pena" que para él le cabría a Navarro en una eventual sentencia. Lo que él quiere es que su mujer esté presa hasta la mayoría de edad de su hijo menor.
Tanto Brun como sus familiares jamás se constituyeron como querellantes de la causa. No obstante, Marcelo sí se ocupó en todo este tiempo de recolectar una serie de elementos que ya presentó en la justicia. La propia "investigación" que llevó adelante lo lleva a pensar que lo que hizo ella "fue premeditado". El ingeniero no tiene dudas de que tanto la pesada puerta del depósito —colocadas días antes de su encierro—, como la traba instalada desde el exterior y los elementos inflamables usados para iniciar el incendio fueron pensados por la "mente psicopática" de Navarro.
"No pasa nada". "No pasa nada, me decía ella mientras arrojaba cosas encendidas por un ventiluz. Yo le rogué y le imploré para conmoverla, pero no pude lograrlo. Pensé que me moría y que probablemente nunca se podría saber la verdad, pero ahora necesito que se haga justicia para cerrar un capítulo y poner los esfuerzos en una nueva vida", confió.
Profundo, pausado y con una enorme vitalidad para buscar lo que él llama "felicidad", no hay resentimiento en su hablar pese a haber tenido el 50 por ciento de su cuerpo quemado. No hay dudas de que el hecho de haber sobrevivido "milagrosamente" forjó en él una nueva manera de ver la vida. "Mi proyecto ahora es el de cualquier persona de bien, cuidar de mis hijos, a quienes les quiero brindar todo el amor necesario para que sean muy felices. Quiero que se nutran de los buenos ejemplos. Por suerte también estoy cambiando mi realidad laboral, poco a poco ya no dependo de mi físico, sino de mi intelecto", contó.
Marcelo festejó el domingo pasado el Día del Padre con sus dos hijos. Aún emocionado por haberlo podido vivir, dijo que ese domingo estuvieron los tres solos, mirando televisión, de a ratos y jugando o no haciendo nada, disfrutando quizás del tiempo perdido, el tiempo de curación en el Sanatorio Británico que los tuvo alejados. "El año pasado, para el Día del Padre no pude estar con ellos, pero me dejaron decenas de dibujitos que aún tengo conmigo, y mi aliento para la recuperación fue mirar esos dibujos, que cada vez eran más a tal punto de empapelar mi box completo. Este año los volví a mirar y luego les agradecí por haberlos hecho", resaltó.
Algo que le hizo mucho bien fue haber conocido a una persona de esta ciudad que cuando tenía 11 años se quemó. Fue hace 18 años, cuando volvió a nacer. "Sus palabras me ayudaron mucho. Ahora quiero ver las cosas simples de la vida porque antes la rutina diaria me ganaba. Es mucho más importante que pueda despertar a mis hijos y besarles la frente", remató.
El caso. El caso de la calle Garibaldi, que conmocionó a la población local y fue noticia nacional, tiene su historia. Ocurrió poco después de las 13 del 30 de mayo del año pasado. Las explosiones que se registraban en el cuarto en el que estaba Marcelo alertaron a los vecinos del barrio, pero fue Gastón Bisconti (cuya casa es lindera a la de Brun), quien alertado por los gritos de la víctima saltó el tapial y trató de rescatar al ingeniero del encierro.
"Gastón quiso abrir la puerta y se quedó con el picaporte en la mano porque estaba cerrada con llave; entonces, corrió hacia la casa pidiendo auxilio y aparecieron desde la vivienda Virginia y sus padres, ella con la llave en la mano", contó Brun sobre la causa judicial que está para sentencia.
En efecto, Bisconti vio y escuchó cosas que le llamaron la atención, y fue precisamente él el primero en sembrar la duda del intento de homicidio. "Le dijo a los bomberos que averiguaran, porque había visto algo raro”, recordó el ingeniero.
  A Brun lo trasladaron de inmediato al Instituto del Quemado en el Sanatorio Británico en estado grave, con el 50 por ciento de su cuerpo quemado, mientras el juez Rodolfo Zvala ordenaba la detención de Virginia Navarro.
  El dictamen del procesamiento, dictado después, tuvo muy en cuenta el testimonio del jefe de los Bomberos, Walter Corsetti, quien descartó que el incendio se hubiese producido por una falla eléctrica, cortocircuito, reacción química, chispa o fricción. “Las quemaduras fueron de arriba hacia abajo y partieron de un ventiluz”, concluyó.

Pinturas y solventes. En el lugar había además 19 latas de pintura y diferentes tipos de solventes, cajones de madera, un encendedor,y elementos de limpieza, todo de alta combustibilidad. “Ella me pidió que le ayudara a limpiar el cuartito, yo estaba barriendo unos vidrios cuando de pronto oí que se cerraba la puerta y le ponía llave”, relató Brun.
   “Si no me sacaba Gastón Bisconti,yo estaría muerto. Esto lo quiero decir una y otra vez porque es la verdad de todo”, sentenció, y agregó que “cuando Gastón saltó el tapial, Virginia no estaba sola; además estaban sus padres”.
   Hoy Marcelo Brun camina por las calles con su mismo andar tranquilo y bonachón de siempre, y mucha gente le da ánimos para que siga adelante, por él y por sus hijos. Lo han transformado en un ícono de la lucha y del esfuerzo por salir adelante.
   “No es fácil vivir con una persona psicopática. Me maltrataba todo el tiempo y yo me preguntaba qué era lo que estaba mal. Me hizo muchas cosas, hasta ponerme un cuchillo en el cuello. Lo único que cambiaría es no haberme dado cuenta y dejar que las cosas legaran tan lejos”, lamentó.
   Volvió de la muerte y hoy ve cómo encarar la vida. Y lo hace pensando en su futuro y, sobre todo, en el de sus hijos.

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