Ramón fue asesinado de aproximadamente 40 puñaladas. Sara murió por ocho cuchillazos y un muy fuerte golpe en la cabeza. “Eran las personas más honestas y rectas que conocí en mi vida”, aseguró Laura, una de las hijas del matrimonio. Foto: El Litoral
Joaquín Fidalgo
jfidalgo@ellitoral.com
“Villa Guillermina es un pueblo. Yo lo conozco bien. Me crié acá. Entonces dejábamos las puertas abiertas y las bicicletas en la vereda. Podías volver caminando sola a las 4 de la madrugada que no pasaba absolutamente nada. Ahora hay chicos drogándose en las esquinas y ocurrieron hechos lamentables. Hay robos todos los fines de semana. Todos los comerciantes ya fueron asaltados y en varias ocasiones. No se puede vivir así en una localidad tan chica, en donde todos nos conocemos”, se lamentó Laura Rodríguez, una de las hijas del matrimonio brutalmente asesinado durante el pasado fin de semana.
Laura es cardióloga. Estudió Medicina en Cuba, gracias a una beca. Estuvo más de seis años viviendo en la isla caribeña. Luego, hizo la residencia en la ciudad de Corrientes y allí se quedó a vivir. El día que se enteró del crimen de sus padres cumplía 31 años. “La idea era comer un asado con la familia. Mi hermana, Marisel (de 36 años), llegó temprano. Mis papás siempre arribaban a eso de las 10 de la mañana, por lo que cuando pasaron los minutos nos pareció raro que no aparezcan. Entonces le pedimos a unas amigas que vayan a ver. Ellas golpearon la puerta, pero nadie respondió. Pensamos que habían salido y que no habían llegado por algún motivo. Entonces, no insistimos más. Cuando llegó la tarde y ni siquiera llamaban para saludarme, ya me di cuenta de que había pasado algo grave. Más cerca de la noche, le pedimos a otros vecinos que se acerquen a casa y así encontraron a mis padres asesinados”, recordó esta mañana en diálogo telefónico.
Al hablar de sus padres se emociona. En su voz se nota una mezcla de dolor e impotencia. “Realmente ellos empezaron vendiendo bolsas de papas, como dicen por acá. Arrancaron de cero. Hace 40 años que tenían el negocio y todo lo que lograron lo consiguieron a fuerza de pulmón. Era gente muy laburadora. Ellos trabajaban todo el día, vivían para eso. No tenían problemas con nadie y eran las personas más honestas y rectas que conocí en toda mi vida. Escuchamos algunas versiones de ‘ajuste de cuentas', de que tenían ‘deudas de juego'. Es una locura que alguien diga eso. El que habla así no tiene ni idea de quiénes eran mis padres. A mi papá le gustaban las carreras de caballos. De chico fue jockey y le apasionaban los ‘burros', pero no era para nada un apostador”, enfatizó Laura.
Las hijas del matrimonio asesinado tienen esperanzas de que el caso se resuelva. “Hay varias hipótesis y se está trabajando mucho, pero tememos que en esta zona los que tienen que investigar no estén preparados para hechos de tamaña magnitud. Creemos que hace falta el apoyo de personal especializado más acostumbrado a crímenes como éstos”, reclamó la doctora. En las últimas horas, habría llegado a la zona una unidad de investigaciones de la ciudad de Rosario para prestar colaboración.
Finalmente, la mujer agradeció el apoyo de toda la comunidad guillerminense. “Nos sentimos totalmente acompañadas por la sociedad. Se realizaron aquí dos marchas, en las que participaron más de 2.000 personas. En un pueblo que tiene aproximadamente 7 mil habitantes. Están previstas otras manifestaciones para los próximos días. Necesitamos el apoyo de todos los santafesinos, porque esto es una cuestión social que afecta a toda la provincia”, concluyó Laura.
Crimen brutal
Ramón Argentino Rodríguez (de 58 años) y su esposa Sara Cubercino (de 59) fueron asesinados con saña entre la noche del sábado pasado y la madrugada del día siguiente, pocas horas antes de que partieran rumbo a Corrientes a festejar el cumpleaños de su hija Laura.
Sus cuerpos masacrados a golpes y puñaladas fueron hallados el domingo por la noche, dentro de su propio hogar. El de él estaba sobre la cama de una de las habitaciones, con más de 40 heridas de arma blanca en distintas partes. El de ella quedó tendido en el suelo de otra pieza, con profundos cuchillazos y un muy fuerte golpe en la cabeza.
Se estima que tres delincuentes fueron los responsables y que llegaron hasta la vivienda por la noche. Dos de ellos entraron al inmueble por la puerta principal, que aparentemente fue abierta con la llave correspondiente (el dueño de casa había extraviado un llavero unos días atrás y no alcanzó a cambiar la cerradura).
Trascendió que los ladrones, luego de cometer los asesinatos, huyeron de la escena con una suma cercana al millón de pesos, pero ello no pudo ser confirmado.
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