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sábado, 30 de enero de 2016

ROSARIO Temor entre los vecinos de barrio Industrial por una escalada de abusos sexuales

Los vecinos de French entre el 1800 y el 1900 quieren estar bien protegidos. La última denuncia radicada en la comisaría de la zona fue por la violación que sufrió una mujer de 61 años.
La Capital | 
Temor entre los vecinos de barrio Industrial por una escalada de abusos sexuales
 Los vecinos de French entre el 1800 y el 1900 quieren estar bien protegidos. Así lo muestran varias viviendas que en esas cuadras son presididas por imágenes religiosas de santos, de Jesús Misericordioso, de la virgen María. Por lo demás, el barrio Industrial está complicado. La última denuncia fue por la violación que sufrió una mujer de 61 años. En la seccional 9ª sostuvo que la madrugada del jueves, pasadas las 4 de la mañana, un hombre entró a su casa por una ventana sin rejas, la redujo, la amenazó de muerte y abusó de ella. Antes de huir por la terraza le dijo: “Me gustan las mujeres grandes, te vengo siguiendo. Si querés puedo volver, cruzo la avenida nomás, vivo cerca”. Tras ello le robó 50 pesos y el teléfono celular y la dejó con un pánico imborrable.
   Los casos de violaciones a mujeres mayores de 60 años se repiten en la zona y en varios casos las víctimas superan esa edad. A los casos de abusos se suman robos y el narcomenudeo. A María, una vecina que hace veinte años vive en French y Bahía Blanca, tres hombres “bien vestidos, con gorritas de última generación y zapatillas nuevas”, como ella contó, quisieron abrirle la puerta de su casa tres veces.
Cambio de formas. “El año pasado era una fija. Pasaban por la vereda y te pateaban la puerta. Para mi que saben karate, si no podían así te la barreteaban y sino con una masa. En calle República Dominicana, hace unos días, a la noche quisieron abrir todas las casas y los vecinos cambiaron no menos de ocho puertas”, dijo verborrágica y agregó: “Una vez entraron hasta el baño que tengo en la entrada de mi casa y como grité se fueron”.
   Después de esos malos momentos María recurrió a la Justicia y realizó una serie de denuncias en Fiscalía. “Fui a Tribunales y me dijeron que me iban a llamar. La denuncia la hice como NN pero ellos tienen mis datos. Nunca me llamaron”.
   A la hora de enumerar los hechos de violación las cifras alarman, no menos de cinco en el último año. Pero las denuncias no se hicieron. “Da vergüenza ir y que te vea un médico y te pregunten. Es gente grande”, dijo María. Todas las mujeres abusadas hablan de un hombre “morochito, bajo y con gorrita, de no más de 20 o 25 años”
Datos y lugares. Otra vecina que accedió a hablar con este diario recordó algunos de los hechos. “En Rubén Darío y French este hombre entró de madrugada con un cuchillito y violó a una mujer de 80 años. En Rossini y Bahía Blanca violó a otra mujer de 70 y pico. Una tercera sufrió un intento de violación, tiene 75 años y es fornida. Cuando encontró al hombre le pegó una trompada y él se fue. Otra abuela estaba con su nieta y un hombre distinto a este morochito entró a la casa y quiso violar a la nena. La mujer gritó y lo empujó hasta sacarlo”, recordó. En la desgarrante estadística también se cuenta a dos mujeres de unos 30 años, una de ellas afincada en cercanías de Díaz Vélez y French.
   La geografía extendida de lo que los vecinos llaman “tierra de nadie” abarca desde French y avenida Sabin hasta Juan José Paso y Formosa. Luis, otro vecino, comentó a La Capital: “Acá, para saber dónde hay que hacer una denuncia tenés que ser mago. En el barrio hay varias seccionales que se disputan jurisdicción: la sub 24ª, la 9ª, la 8ª y la 12ª. Se dividen por los números pares o impares y por si estás antes o cruzando las avenidas, eso hace que los chorros anden muy tranquilos”.
   Las historias se multiplican mientras se conversa con los vecinos blindados. No alcanzan puertas de acero, rejas, pinchos en las cornisas y sobre las puertas, mirillas y perros bravos. Otro vecino, que prefirió el anonimato, arriesgó sus hipótesis. “En la zona la droga la maneja el jefe de la barra brava de un club grande. Antes había un búnker pero ahora hay delivery. Los tiros y las corridas son habituales. Si quiere le muestro la cantidad de balas que guardé de la última vez que se tirotearon en la puerta de mi casa”, contó.
   Luis todavía recuerda cuando allí patrullaba la Gendarmería. “Fue un buen momento, algunos de los choros del barrio hasta se pusieron a trabajar, te limpiaban el fondo o barrían la vereda, pero ahora la policía y Gendarmería desaparecieron por completo”.

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