El saliente mandatario santafesino, Antonio Bonfatti, puso de relevancia las obras de infraestructura realizadas, los accesos, las rutas y señala sin titubeos: "Dejo una provincia ordenada, sin deudas".
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Se levanta del escritorio que tiene instalado en el vértice de uno de los amplios salones de la delegación local de Gobernación y en un alto de la agenda diaria recibe a La Capital. Antonio Bonfatti trascurre sus últimas jornadas como gobernador chequeando mails, cerrando reuniones y encabezando actos, como el de entrega de lotes a empleados de Luz y Fuerza al que acudirá ni bien termine la entrevista con el diario. A la hora de trazar una autocrítica de su gobierno es tajante: “Que eso lo haga la gente, yo he dado todo, que los santafesinos me hagan las críticas necesarias”, sostiene.
Como balance, pone de relevancia las obras de infraestructura realizadas, los accesos, las rutas y señala sin titubeos. “Dejo una provincia ordenada, sin deudas”.
—Después de cuatro años gobernando la provincia, ¿qué le queda en el debe?
—Queda la molestia de una sociedad que no encuentra un rumbo, una sociedad con violencia. Hay que superar la pobreza, hay que dar señales de integración entre Nación, provincias y municipios para abordar los problemas complejos de una sociedad compleja. No solamente Santa Fe; Argentina, la humanidad está atravesando un problema muy difícil. Uno lo ve en Europa, en Africa, las migraciones, las guerras. Estamos en un momento difícil.
—¿Mitigar la violencia es la asignatura pendiente de su gobierno?
—La violencia no es un problema del gobierno, es un problema de todos. El gobierno tiene una responsabilidad, con la Justicia, la prevención, la represión policial. Pero si la sociedad en su conjunto es violenta, usted no le pida al gobierno que haga magia. ¿Cómo abordamos la familia, la violencia interfamiliar, la violencia contra la mujer, el conflicto de los chicos en las escuelas que se agreden entre sí, lo que ocurre en una cancha de fútbol, en la calle con el tránsito? Salvo que querramos que haya un policía atrás de cada persona para que marque el peso de la ley. Se ha perdido el respeto, el respeto a la ley, a las normas de convivencia, y esto lo tenemos que abordar entre todos.
—¿Eso no incidió en el resultado electoral tan ajustado en la provincia?
—Perdón, yo saqué 700 mil votos...
—Pero el Frente Progresista ganó la provincia por 1.400 votos...
—Es que hubo una exposición a nivel nacional entre dos colosos disputándose la presidencia. El kirchnerismo por un lado y el macrismo por el otro, y nosotros quedamos en el medio como un barquito.
—O sea que el escaso resultado electoral con el que el Frente Progresista retuvo la provincia usted lo atribuye a la nacionalización de la elección...
—Absolutamente, no tengo dudas. Si esa elección a gobernador hubiese sido junto a la presidencial, el resultado era otro.
—¿Usted no hace autocrítica de su gobierno?
—Que la haga la gente. Yo he dado todo, he puesto toda mi pasión y mi saber en esto y he aprendido mucho, pero que sea la gente la que me haga las críticas necesarias. Uno puede equivocarse en la vida, lo que estoy seguro es que puse lo mejor de mí con mucho entusiasmo y siempre tratando de escuchar, nunca creyendo que yo tenía la verdad absoluta. He buscado el diálogo permanentemente. La demostración es que con las dos cámaras en manos de la oposición, pude gobernar. Pude tener excelente diálogo con el senado, con diputados, no con todos, porque algunos en vez de hacer oposición constructiva estuvieron viendo cómo podían destruir al otro; pero bueno, acá estamos...
—¿Qué provincia le deja a Miguel Lifschitz?
—Una provincia ordenada, con proyectos, con muchas obras ejecutadas, con un sistema de salud que se está consolidando, sin deudas. Con una empresa de energía recuperada, lo mismo que la empresa de agua. Una transformación de la Justicia, una reestructuración de la policía que ya empieza a tener resultados, una radio y TV santafesina que se va a inaugurar oficialmente dentro de un par de meses y que va a poder integrar la provincia de norte a sur. Esto es importante porque muchas veces sabemos lo que pasa en el mundo, pero desconocemos lo que sucede en el pueblo de al lado.
—Citó la reestructuración de la policía. Hay voces muy críticas hacia la formación de la policía provincial...
—Es que acá es necesario tener oficiales y suboficiales. Hoy no hay más oficiales, y si no hay oficiales no hay quien conduzca. En 2006 se aprobó la ley Rosúa que terminó con la escuela de oficiales. Tenemos que volver a tenerla, lo vamos a impulsar ahora en la Legislatura. Tenemos que tener una escuela de la plana mayor, de la conducción, como se tenía. En 2006 la ley Rosúa fue la destrucción de la policía. Desde allí son todos suboficiales. Se rompió una pirámide de una cadena de mandos. Acá la gente no estudia precisamente conducción.
—Pero además de conducción la policía tiene un problema de corrupción...
—Corrupción hay en todos los ámbitos de la sociedad, y la policía no es ajena. Y cada vez que alguien erró el camino, lo apartamos. Este año hemos apartado 400 policías, pero también hay que reformar los procesos de trabajo. Hay que cambiar las formas de trabajar de la policía, que es lo que nos atrevimos a hacer nosotros. Hemos trabajado con equipamiento en primer lugar, con tecnologías. Hoy hay cámaras de seguridad, antes no había; hoy hay 911, hay helicópteros que pueden detectar desde el aire un rostro, una patente. Tenemos la policía de investigaciones súper especializada, la policía científica, la de acción táctica, la comunitaria. Formar todo esto es un proceso. Formar una persona requiere de años. Cambiar una mentalidad en la policía con nuevas prácticas requiere de tiempo. Pero ya hay resultados, hemos bajado el índice de delitos, hemos bajado la tasa de homicidios por segundo año consecutivo y lo más importante: aumentó el esclarecimiento de los delitos por parte del nuevo sistema penal, con los fiscales, en índices muy significativos. Esto quiere decir que se avanza, estamos en el camino.
—¿Qué opinión le merece el accionar de la justicia federal? El ministro de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, dijo hace unos días en el marco de un megaoperativo que se demostró que los Monos son una organización narcocriminal.
—Era hora de que la justicia federal se hiciera cargo de su responsabilidad, que tiene que ver con investigar el narcotráfico. Cuando desarticulamos esta banda narcocriminal que operaba en Rosario y los metimos presos por asociación ilícita, tenencia de armas y homicidio, entregamos todas las pruebas que los vinculaban con el narcotráfico en un expediente a la justicia federal. Más de mil fojas entregó la justicia provincial para que se investigara. Lo devolvieron tal cual estaba. Es bueno que después de tanto tiempo de que se habla de esta banda, se la investigue por drogas. Era hora.
—¿Por qué desistió de seguir adelante con la causa contra el único imputado de haber atentado contra su casa en octubre de 2013?
—Yo soy la víctima y no tengo pruebas. Que investigue la Justicia y que utilice como auxiliar a la policía. Si el fiscal tiene pruebas, que acuse. Yo no tengo. No vi un rostro, no vi una patente, no vi nada porque estaba adentro de mi casa; entonces, ¿qué prueba puedo presentar? Yo no voy a usar mi autoridad sobre la policía para pedir que investiguen. Jamás he ido a la Justicia a hablar sobre este tema, no conozco a la jueza, no he tenido nunca un contacto con ella. No voy a hacer abuso de autoridad.
—Si no se esclarece su atentado, que es el gobernador, que queda para un humilde vecino que pide Justicia tras haber sufrido un delito...
—Que lo esclarezca la Justicia, que ponga la cara la Justicia. Esto es el viejo sistema, los papeles van, vienen... En el sistema oral hubiese sido diferente, va mucho más rápido. En mi caso ya pasaron dos años y pico y acá estamos....
—¿Cómo es la transición de su gobierno con el de Lifschitz?
—Totalmente normal, porque venimos del mismo espacio político, porque con él tenemos más de treinta años compartidos juntos, porque fundamentalmente Santa Fe tiene algo que no tiene ninguna provincia, que es un plan estratégico, con políticas de Estado hasta el 2030. Lifschitz tiene la libertad y la responsabilidad de conducir la provincia, y lo vamos a apoyar en todo lo que sea necesario.
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