Para reducir el número de solicitantes de asilo en Alemania suele alegarse que Albania, Kosovo y Montenegro son Estados seguros a los que los refugiados pueden ser repatriados sin demora. La realidad es más compleja.
Refugiados albanos de Kosovo abordan un autobús para viajar a Hungría en febrero de 2015. (Archivo)
Para Oliver Platzer, portavoz del Ministerio del Interior del Estado federado de Baviera, la cuestión es más clara que el agua: “Sí, estamos convencidos de que Albania, Kosovo y Montenegro son Estados seguros. Más del 99 por ciento de las solicitudes de asilo hechas por ciudadanos de esos países son consideradas infundadas y rechazadas por la Oficina Federal de Migración y Refugiados”, sostiene el funcionario, ignorando las críticas que organizaciones no gubernamentales alemanas como ProAsyl le hacen a esos mecanismos de evaluación.
En lugar de condenar a tantos refugiados a una repatriación automática sólo por provenir de determinados países, cada caso debe ser examinado exhaustivamente, señala Bernd Mesovic, vocero de ProAsyl. “Yo dudo que Albania, Kosovo y Montenegro puedan ser descritos como Estados seguros”, enfatiza el activista antes de enumerar las circunstancias a las que regresan numerosos refugiados cuando Alemania les cierra sus puertas. Mesovic engloba las fallas de esos Estados citando la precariedad del Estado de derecho en sus territorios.
Bernd Mesovic, vocero de ProAsyl, una organización alemana que defiende los derechos de los refugiados.
Cifras que hablan solas
Mesovic denuncia el talante “mafioso” de las estructuras estatales en Montenegro. Konrad Clewing, del Instituto para la Investigación de Europa del Este y el Sudeste, en Regensburg, apunta al subdesarrollo industrial de Albania, cuya estrechez económica se ve empeorada por la crisis griega. El politólogo Belul Beqaj, de Pristina, comenta los índices de desempleo en Kosovo, de entre el 45 y el 50 por ciento. Y otros expertos hablan de la flagrante discriminación de la minoría gitana y de la falta de perspectivas para los jóvenes.
Una encuesta realizada recientemente en los Estados balcánicos occidentales por la Fundación Friedrich Ebert, cercana al Partido Socialdemócrata de Alemania, revela que la mayoría de las personas de entre 14 y 29 años está desempleada y vive en estado de pobreza. Eso atiza su desconfianza en la política y en las instituciones. La proporción de quienes desean abandonar el país asciende al 55 por ciento en Kosovo y al 67 por ciento en Albania. Esos índices también son altos en “Estados seguros” como Macedonia y Bosnia-Herzegovina.
Imbatible esperanza
“La falta de perspectivas, la impotencia y la incertidumbre, sumadas a la sensación de que aquí nada se puede conseguir por los caminos regulares, lleva a la gente joven a soñar con la emigración”, explica el politólogo kosovar, Belul Beqaj, agregando que las estrategias aplicadas en Alemania para desalentar a los solicitantes de asilo –como las repatriaciones masivas– no funcionarán. A sus ojos, esas medidas no bastarán para quitarle a los emigrantes la esperanza de quedar entre los afortunados que reciben asilo.
Por otro lado, pensando en el futuro de su propio país, Beqaj espera que Alemania repatrie a tantos kosovares como le sea posible. “Y es que nosotros los necesitamos en Kosovo”. Entre las personas que han intentado emigrar a territorio germano están los valientes, los insatisfechos y, frecuentemente, los bien formados, asegura Beqaj y añade: “Ellos deberían cambiar las cosas en Kosovo; protestar para que la política cambie y para que nadie más se vea obligado a abandonar su terruño”.
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