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domingo, 15 de marzo de 2015

SANTA FE Quique Leiva va a juicio oral por el crimen de Walter Montaner

El fiscal que investigó el homicidio ocurrido en octubre de 2013 en el bar Fiji, Jorge Andrés, dio por concluída la instrucción y pidió elevar el caso a debate. La acusación es por homicidio agravado.
/Diario UNO | 
Quique Leiva va a juicio oral por el crimen de Walter Montaner

Juan Abel Quique Leiva (34) deberá afrontará en los próximos meses el juicio oral y público por el crimen de Walter Montaner, el custodio que fue asesinado de dos disparos, en el bar Fiji de la Recoleta santafesina, el 13 de octubre de 2013.

El fiscal que investigó el caso, Jorge Andrés, presentó el jueves pasado el pedido de elevación a juicio y acusó a Leiva por los delitos de homicidio agravado por el uso de arma de fuego (por el caso de Montaner) y tentativa de homicidio agravado por el uso de arma, por la herida que le provocó a Fabricio Alarcón.
En su escrito, reconstruyó la cadena de hechos que terminaron a las 9.30 de aquel domingo con un homicidio frente a una veintena de testigos, un herido de bala y tres barra bravas de Colón acusados del hecho y prófugos. Montaner llegó a Fiji, el bar ubicado en la esquina de 25 de Mayo y Santiago del Estero, cuando terminó sus tareas como personal de seguridad en El Sheik, otro local nocturno ubicado a pocos metros. Casi en forma simultánea llegó Quique Leiva, con otros amigos, entre ellos, Jorge Alberto Kaki Muñoz, Fernando Ariel Mangold, Manuel Roberto Quevedo, Noelia Luciana Dagatti y María Pilar de la Riva, que habían pasado la madrugada en el bar Stroker.
El cruce entre los grupos se produjo cuando Fernando Ariel Mangold golpeó a Fabricio Alarcón y le provocó desvanecimiento. Ante esa situación, Montaner intervino en defensa de Alarcón y se trabó en una pelea con Mangold. En ese momento, Juan Abel Leiva, que estaba sentado con sus amigos en una mesa sobre la tarima del lugar, le apuntó a Montaner y le disparó. El otro balazo fue para Alarcón. A los dos los hirió en el abdomen, les tiró a matar.
La cabeza rapada y el escudo 
En medio del tumulto, Leiva se escapó del bar junto con Muñoz y dos de las chicas que los acompañaban. Logró esconderse de la Justicia durante siete meses. El 29 de mayo de 2014, fue localizado durante un operativo realizado en las calles 113 y avenida Florencio Varela, de Ranelagh, en la zona sur del conurbano bonaerense, donde se secuestró un revólver calibre 38.
La mayoría de los testimonios, del personal a cargo del bar y clientes, coincidieron en el tumulto que se generó durante la pelea, hasta que Juan Abel Leiva efectuó los disparos sobre las víctimas. Muchos de los que declararon no sabían el nombre de Leiva, pero sí dieron una descripción física muy detallada: “ Tenía la cabeza rapada y un tatuaje del escudo de Colón en el cuero cabelludo con las iniciales Q L”. Tras los disparos, una de las chicas que estaba en el lugar se subió al auto de Walter Darío González Montaner e intentó llevarlo hasta el hospital Cullen, pero chocó en un cantero de avenida Freyre. La asistió un patrullero y una ambulancia que finalmente trasladaron a Montaner hasta la guardia del hospital. Entre la batería de pruebas que apuntan contra Quique Leiva, una de las más importantes es una fotografía que capturó el momento en el que el imputado se fuga del lugar.
Los de siempre 
Apenas se produjo el feroz ataque, comenzó a circular por las redes sociales una foto en la que Quique Leiva estaba abrazado con su hermano mayor, Orlando Nano Leiva, y con Jorge Alberto Kaki Muñoz. Desde el minuto cero de la investigación, las sospechas apuntaban a estos tres conocidos barras bravas de Colón y a la semana del crimen, ya pesaba sobre todos ellos un pedido de captura nacional.
En febrero del 2014, Nano y Kaki fueron detenidos, pero a los pocos meses quedaron desvinculados del caso. Orlando Leiva pudo probar que él no estuvo en el bar aquella mañana, y a Kaki le dictaron la falta de mérito, porque los disparos se produjeron desde una sola pistola.
Los tres tienen antecedentes penales, pero el prontuario más feroz y extenso es el de Quique. Es que Juan Abel, desde el 3 de julio del 2013, estaba cumpliendo un régimen de libertad condicional por el crimen de Pablo Cabello, ocurrido a mediados de 2008, en barrio Santa Rosa de Lima. Cuenta la crónica policial de aquel entonces que el 13 de julio de 2008, en horas de la siesta, se produjo un enfrentamiento armado entre dos muchachos en calle Salta al 4400, en el extremo suroeste de esta ciudad. Según los testigos de la escena, Cabello fue a la casa de los Leiva e hirió al padre de Quique, quien respondió la agresión con otro balazo. Como consecuencia, Pablo Cabello, de 28 años, recibió un disparo en el rostro con orificio de salida en la nuca. Si bien esa fue la única muerte por la cual se lo condenó, Quique también fue investigado muy de cerca en el marco de otros homicidios, pero nunca pudieron recolectar pruebas suficientes sobre él. Tal es el caso de las muertes de Pablo Meriles y Maximiliano Aguirre. El primero fue ejecutado el 21 de enero de 2001, cuando descansaba en su dormitorio junto a su pequeño hijo de siete años y su esposa, en una vivienda de barrio Chalet, en calle San José al 1000. A tiros, dos hombres rompieron la cerradura de la puerta y a cara descubierta ingresaron a la habitación. Seis años después, a fines del 2007, ocurrió el homicidio de Aguirre. 

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