La web se convierte en un diario íntimo compartido con amigos. Los padres deben advertir las señales de alerta
Mariana Gil
gil.mariana@diariouno.net.ar
La moda entre los adolescentes denominada “vampirizar” –consiste en desvelarse y mantenerse conectados en las redes sociales hasta altas horas de la noche– es una tendencia creciente y de la que nuestra provincia no está exenta.
El nombre vamping fue impuesto por los mismos jóvenes, quienes comenzaron a subir fotos con esta etiqueta en la noche y durante la madrugada en las diferentes redes sociales, en tanto que el 90% chatea.
En la actualidad, la vida social de los jóvenes se divide en dos mundos el virtual: (redes sociales) y el real (cara a cara). Los adolescentes entran y salen de ambos mundos en forma permanente y las transformaciones tecnológicas afectan directamente la manera en que ellos construyen su identidad. Es por eso que en cada texto, imagen o video que suben a la red social se preguntan quiénes son y ensayan perfiles distintos a los que asumen en la vida real, según explicó Nora Koremblit de Vinacur, psicóloga especialista en niños y adolescentes y miembro de Asociación Psicoanalítica Argentina.
“De esta forma, la herramienta de internet les permite negociar su identidad y crear un sentido de pertenencia y de noche es más fácil porque los adultos no censuran ni controlan; además permite una relación distinta con el otro, están más libres para hablar de diferentes temas que de otro modo no abordarían”, comentó la especialista.
Es importante señalar que “las redes sociales son utilizadas como un modo de transitar esta crisis de identidad tan importante que es la adolescencia y se preguntan: ¿quién soy?, ¿cómo me veo a mí mismo y cómo me ven los demás?, y las redes sociales les ofrecen respuestas en sus propias crisis de identidad”, detalló Vinacur.
Así, la página web se transforma en una especie de diario íntimo compartido, que incluye a los amigos y sus reacciones.
“Los padres no pueden estar ajenos ni ser permisivos. El papel de la familia implica favorecer la comunicación verbal, el diálogo, el cara a cara, estableciendo límites claros y ofreciendo coherencia. No invadir estos espacios que son propios de sus hijos, pero estar atentos frente a cualquier desajuste que se observe: aislamiento, distancia comunicacional excesiva, maltrato hacia los adultos, son ciertos signos de alarma que serán necesarios considerar al momento de pensar en hacer una consulta con un profesional”, aconsejó la especialista.
Al mismo tiempo recalcó que los adultos, además de observar las señales de alerta, deben tratar de entender que esto debería ser transitorio, hasta el momento en que para el chico el “cara a cara” le resulte más fácil. “Si no se conecta de ningún modo con sus amigos ni con su familia hay que preocuparse”, alertó.
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