Después de que se conocieran los apremios ilegales en la localidad de Frontera, un policía de la comuna de Estación Clucellas denunció a un colega que perseguía menores y les mostraba pornografía en la comisaría. Alcides Guglielmone, el policía que denunció al abusador y fue castigado.
Diario UNO |
Otra grave denuncia sacude a la institución policial santafesina. En el marco de que se conocieran una serie de episodios de apremios ilegales y abusos que rayan la tortura por parte de efectivos en la comuna de Frontera; un policía de Estación Clucellas -una pequeña localidad cercana al límite con la provincia de Córdoba- decidió hacer público otro caso que involucra a un integrante de la fuerza, relacionado con el abuso sexual a menores de edad.
Alcides Guglielmone se identifica como empleado policial con jerarquía de subcomisario. Hace poco más de un año, vivió un delicado episodio con Daniel Palacios, un colega de la Subcomisaría 6º de la localidad en la que trabajaba, Estación Clucellas, ubicada en el Departamento Castellanos, a 50 kilómetros de la ciudad de Rafaela. Tras denunciarlo, las autoridades policiales protegieron a Palacios, que ya había sido relacionado anteriormente con casos similares, y comenzaron a hostigarlo, hasta que fue trasladado a otra localidad.
Denuncia y represalias
En marzo del año pasado, una vecina se acercó al domicilio de Guglielmone para comentarle que el cabo Palacios, de la dependencia de ese pueblo, perseguía en el móvil policial a menores de edad -tanto niñas como niños, entre ellos su hija- e invitó a un adolescente a la comisaría, al que le mostró videos de contenido pornográfico.
“Esta mujer tenía miedo de denunciar, así que decidí preservar su identidad. Sabiendo que Palacios anteriormente estuvo en disponibilidad y procesado por denuncias que existieron en su contra por abuso sexual, revisamos con mi esposa –también empleada policial- la computadora, y descubrimos que cada vez que esta persona estaba de guardia, la usaba para ver pornografía, sobre todo de adolescentes y niños”, relató el denunciante en declaraciones a Radiocanal, un medio de San Francisco, Córdoba.Entonces, los policías se dirigieron al actual jefe de la Unidad Regional V, Daniel Alcaraz, quien luego de ver las pruebas, dijo que tomaría cartas en el asunto. Pero ocurrió algo inesperado: “El denunciado siguió trabajando en esa comisaría, y contra nosotros se inició una persecución. Estuvo un año más ese abusador suelto en el pueblo. Alcaraz mandó una nota al Departamento de Personal de la Provincia pidiendo que me trasladaran sin ningún motivo, con mi esposa quisieron hacer lo mismo, mandaron a que nos roben, nos hostigaban por la calle, terminamos con asistencia psicológica y carpeta médica. Alcaraz demostró que su preferencia era seguir protegiendo al enfermo abusador, que demostraba conductas que son propias de personas que incurren en delitos de índole sexual”, detalló.
Guglielmone también realizó estas denuncias en la Fiscalía de Rafaela y en Asuntos Internos de Santa Fe, pero no recibió respuesta alguna: “Presentamos las pruebas, pero nunca se supo nada durante un año, y finalmente nos dijeron que no había delito”, comentó.
Coimas y abusos
Luego de gozar de la protección de sus superiores y de la lentitud de la Justicia y de Asuntos Internos, el cabo Daniel Palacios fue traslado a Rafaela a principios de año, acompañando al comisario Rabufetti, que estaba a cargo de la seccional 6º de Estación Clucellas y tomó control de la comisaría 13º de la cabecera del Departamento Castellanos. Rabufetti terminaría procesado por pedir coimas en ese destacamento. Guglielmone dice que el abusador siempre fue el recaudador de la caja negra del comisario y del jefe de la Unidad Alcaraz, incluso cuando había sido pasado a disponibilidad, y por eso lo reclutó para llevarlo a Rafaela para seguir cumpliendo esa tarea.
Pero finalmente, en marzo, Palacios volvió a ser detenido por un nuevo abuso sexual que cometió, esta vez contra su propia hija. Ya fue procesado y se encuentra privado de la libertad, aguardando la condena.
“Era un delincuente, y lo dejaron seguir siendo un delincuente. Acá si vos querés ser el mejor empleado lamentablemente tenés que ser corrupto, o te va mal. La Policía de Santa Fe es la más corrupta del país”.
Una tarea difícil
Cuando el mes pasado Ignacio Del Vecchio, ex presidente del Colegio de Abogados, asumió su cargo como titular de la Secretaría de Control de Fuerzas de Seguridad provincial, dijo que intentaría que “la sociedad recupere la confianza en la Policía”. Visto y considerando el entramado de la fuerza, con un fuerte componente de corrupción estructural en la zona urbana, sumado a estos nuevos episodios que muestran una total falta de fiscalización en las pequeñas localidades del interior santafesino, esa tarea deberá encararse con extrema presteza, decisión y profesionalidad. Porque, a las claras, parece difícil que la población pueda confiar, al menos en el corto o mediano plazo, en una institución que –apelando a una distinción que gusta de utilizar el gobernador Antonio Bonfatti- ampara a “malos policías” que coimean, violan y torturan; y castiga a los “buenos policías” que denuncian estas abominables prácticas.
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