La captación de menores para ser explotadas laboral o sexualmente se extiende por todo el mundo e incluso se cree que algunas de las secuestradas en Chibuk podrían llegar a España
El mundo entero ha alzado la voz para que el grupo radical islamista Boko Haram libere a las 240 niñas nigerianas secuestradas en una escuela de Chibuk. Al parecer algunas de ellas, tras ser violadas hasta 15 veces al día, han sido ya subastadas en Camerún y Chad para convertirse en esposas prematuras de unos hombres que no conocen. Su precio, unos 12 dólares cada una. «Puede que alguna acabe llegando a España en redes de trata, bien para quedarse o como paso hacia otros estados de Europa», explica Viviana Waisman, de la oenegé Women?s Link Worldwide.
La historia de estas niñas esclavas es trágica, pero no son las únicas que son privadas del acceso a la educación (65 millones en todo el mundo no están escolarizadas) o del derecho a elegir esposo. «Pedimos que los gobiernos protejan las escuelas donde van a cursar sus estudios estas pequeñas porque son su responsabilidad», reivindica Waisman. Pero eso es complicado.
Pobreza y corrupción
La pobreza extrema combinada con un elevado índice de corrupción complica la lucha contra lo que se ha dado en llamar la nueva esclavitud. Esta afecta, según los datos de la organización Polaris Project?s, a unos 21 millones de personas en el mundo.
Boko Haram, que se traduce como la «educación occidental está prohibida», no quiere que las mujeres estudien porque, dicen, su papel es el de quedarse en el hogar. Por eso las secuestran. Por desobedecer. Esa misma razón fue la que llevó en el 2012 a los talibanes a pegar un tiro en la cabeza a la joven pakistaní de 15 años Malala Yousafzai por defender el derecho de las chicas a la educación.
El matrimonio no deseado es una de las formas de esclavitud. Los datos de la oenegé norteamericana ICRW muestran que una de cada nueve mujeres en el planeta se casa antes de los 15 años. Además el porcentaje se incrementa en base a la pobreza del país.
En Nigeria, donde pese a sus elevados recursos petrolíferos la mayor parte de la población vive con menos de 2 dólares al día, un 75 % de las chicas lo hacen antes de cumplir los 18. Curiosamente ese índice baja hasta el 47 % en la India, uno de los estados del mundo donde hay más matrimonios concertados. Pero lo peor no es que la mayoría sean casadas a la fuerza, es que muchas sufren violaciones que van acompañadas de malos tratos que se traducen en el padecimiento de un constante estrés postraumático.
El mes pasado salió a la luz pública en CNN el caso de una pequeña afgana a la que su padre había tenido que entregar a un prestamista a cambio de saldar una deuda que no podía pagar. Su destino era casarse a los seis años con el hijo de 19 años del hombre que había prestado dinero a su padre para que su madre pudiera ir al hospital. Al final, un donante anónimo pagó la deuda y la pequeña pudo regresar con la familia. Este tipo de casos están prohibidos en Afganistán, pero ocurren.
Lo peor es que tras una boda concertada pueden acabar haciendo la calle. El informe del Departamento de Estado de Estados Unidos 2013 sobre el tráfico de personas relata el caso de Kinah, una joven afgana forzada a casarse a la edad de 15 años. Poco después tanto su marido como su suegra y su cuñada la obligaron a prostituirse, además de someterla a torturas. Fueron condenados por ello.
El papel de madama
Pero ese no es el único conducto por el que muchas pequeñas caen como esclavas en redes de prostitución. En Nigeria ocurre a menudo porque las redes de tráfico están perfectamente asentadas. La investigación realizada por varias oenegés describe el proceso de reclutamiento: Una madama convence a las familias para que las manden a Europa con la promesa de un trabajo y una vida mejor. Pero en destino lo que les espera es muy diferente.
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