UN DESAFÍO. HACER UNA COMPRA INTELIGENTE Y A CONCIENCIA TAMBIÉN AYUDA A FRENAR LOS ABUSOS EN LOS PRECIOS.
Cuando en una góndola de supermercado uno encuentra el mismo producto de siempre, con idéntico precio, pero en un envase diferente, es momento de abrir los ojos y disponer la cabeza para recordar, por ejemplo, qué peso tenía el artículo en su forma anterior y cuánto pesa el actual.
Para ir a casos concretos, se puede mencionar el dulce de leche. Hasta hace poco tiempo se comercializaba fraccionado en envases de 500 gramos, hoy las presentaciones son muy parecidas pero traen 100 gramos menos y cuestan lo mismo que el anterior, por lo cual se trata de un aumento encubierto.
“Son engaños al consumidor. Cada vez hay que mirar más la letra chiquita para sabe lo que realmente uno está comprando”, señaló a Diario UNO, Laura Mayoraz, responsable de la Unión de Usuarios y Consumidores de Santa Fe.
“Los supermercados ponen los carteles de precios cada vez más chiquitos y en cuanto a las empresas, hay muchas que generan esos aumentos encubiertos. Es el caso del dulce de leche y pasa también con los paquetes de galletitas”, agregó. Años atrás esta estrategia se hizo evidente en el cambio de tamaño de las botellas de aceite y en productos tales como la mayonesa u otros aderezos.
“Cada vez hay más variedad de leches,por ejemplo, y no está corroborado que lo que dicen que el producto tiene exista realmente. Colocan en la góndola la leche con precio congelado y al lado ubican una mucho más cara con supuestamente hierro. Buscan manejar un mercado más caro, a través de productos más caros”, explicó Mayoraz.
—¿Este tipo de prácticas son “importadas” o nacieron en la Argentina?
—No, esto es la viveza criolla argentina. En los países serios esto no ocurre. Uno cuando va a comprar entra en zona de guerra, hay que controlar y pensar todos los precios por kilo. Hay que mirar el precio en las latas por los gramos escurridos y sin escurrir. Si tenemos que enumerar los engaños al consumidor son miles.
Falta de control
Los productos envasados deben contener la siguiente información: denominación del producto (ejemplo: tomate perita pelado), origen (país donde fue fabricado), calidad, pureza o mezcla (ingredientes que contienen los alimentos, material con que fue fabricada una cartera); medidas netas de su contenidos (un kilo, un litro, 20cm x 20cm). Esa información debe estar en un lugar visible.
Las disposiciones sobre contenido neto de los productos tienen como finalidad que los proveedores brinden información adecuada sobre los productos que se envasan fuera de la vista del consumidor, y, por otro lado, ayudar a la fiscalización.
Cuando el peso informado en el envase no coincide con el peso real del producto o si, por ejemplo, las pulgadas que dicen tener los televisores no coinciden con la medición, se puede hacer la denuncia por incumplimiento de la Ley de Lealtad Comercial.
También es posible efectuar la denuncia en las oficinas de defensa del consumidor por brindar información errónea sobre las características esenciales del producto y por incumplimiento en la oferta de venta realizada.
“En todos los comercios tiene que estar visible el precio del producto, cuánto pesa y cuánto se paga por unidad y peso. Tienen que estar siempre los datos, los detalles. Esa información falta en cantidad, sobre todo en grandes cadenas, no están todos los precios, hay muchos productos sin precio en las góndolas”, indicó la responsable de la Unión de Usuarios y Consumidores de Santa Fe.
En el caso de las vidrieras, todos los productos exhibidos deben tener su precio a la vista, salvo que se dediquen exclusivamente a la venta mayorista, o se trate de joyas u obras de arte. Los precios de los artículos deben ser exhibidos o publicitados, por unidad, en forma clara, visible, legible y horizontal.
Si bien se deben respetar las mencionadas características, las formas para exhibir tarifas varía según el rubro y las modalidades de exhibición en los locales comerciales. No es lo mismo un supermercado, un restaurante, un local de comidas, un hotel, una carnicería, una panadería, productos de venta al peso, garajes y playas de estacionamiento, combustible entre otros rubros.
—¿Quién debe controlar que esto no ocurra en los comercios?
—La Dirección de Comercio Interior es la responsable de controlar el cumplimiento de las leyes que regulan todas estas situaciones. También se podrían implementar otros elementos. En otros países, los supermercados tienen balanza disponible para que el consumidor controle lo que dice el paquete. Pero en este país falta un control real y concreto, sobre todo en las grandes cadenas.
Con respecto a las balanzas en los locales comerciales, en el caso de panaderías, verdulerías, carnicerías y otros rubros, el consumidor debe comprobar que esté en buen estado.
Además deberá verificar que tenga los precintos de seguridad y su chapa de identificación con el código de aprobación de modelo. Estos son importantes porque evitan que alguien pueda haber accedido a la calibración del instrumento.
Si aún así sospecha que la balanza pesa en forma incorrecta, el aparato se encuentra en mal estado o no posee los precintos, podrá presentar una denuncia. Antes las oficinas de defensa del consumidor o en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (Inti) mediante una nota simple declarando el lugar donde el instrumento se encuentra en funcionamiento.
Las ofertas
Las promociones están obligadas a su cumplimiento por quien las realice durante todo el tiempo de su vigencia. Esto incluye lo referido a las fechas, modalidades, condiciones y limitaciones. Todo incumplimiento entre lo ofertado y lo efectivamente entregado puede ser denunciado.
Lo mismo cuando el producto entregado o el servicio prestado no coinciden con la publicidad que se hizo de ellos. Las previsiones de la publicidad deben ser cumplidas ya que se consideran incluidas en el contrato. Por lo tanto, se puede exigir su cumplimiento y en su caso realizar la denuncia en las oficinas de defensa del consumidor.
En los supermercados
La mejor idea antes de llegar al supermercado es una lista de la compra con lo necesario y respetarla para evitar gastos innecesarios. Hay que entender que la disposición de cada producto en estos espacios tiene una intencionalidad directa que es dirigir la compra del consumidor.
El sector de panadería, por ejemplo, siempre conquista algún estómago con sus aromas a pan o facturas recién horneadas. Los productos lácteos y derivados más esenciales no están en general a primera vista cuando se ingresa al comercio. Esto obliga a los clientes a recorrer todo el lugar hasta llegar a ellos, algo que incrementa las posibilidades de venta de otros productos.
La disposición de los productos es estratégica, no se deja nada al azar, se cambia la ubicación de los productos de vez en cuando para eliminar la memoria y rutina de los clientes habituales y obligarlos a recorrer el espacio.
Con estos cambios se sorprende a los consumidores habituales y durante un tiempo son víctimas de las compras espontáneas. En la mayoría de los casos, dado que en general el comprador tiende a circular por la derecha, los productos que son más tentadores y que se busca comercializar en mayor volumen se colocan de ese lado.
La altura de las estanterías y la ubicación de los productos es también una táctica frecuente. Por pura comodidad, muchos clientes adquieren el producto situado a la altura de los ojos. En cuanto a los productos infantiles, los más caros también suelen estar a la altura de los ojos de los chicos, para que pataleen durante varios metros hasta que sus padres accedan a la compra. Hay que estar atentos, nada es casual.
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