Es el relato del dueño de un autoservicio que fue asaltado por malvivientes vestidos como policías.
Visten uniformes policiales, esposan a las víctimas y tienen handys donde escuchan la frecuencia del Comando.
Nada se sabe de ellos. Excepto la estela de indignación que dejan en los lugares y en las personas que sufrieron su paso.
La última de sus víctimas es Omar Meriles (51), comerciante dueño de un autoservicio ubicado en Peñaloza al 6100.
La noche del lunes el nombrado fue atacado por estos “poli-ladrones” que lo sorprendieron cuando ingresaba con su camioneta a su domicilio en el barrio Policial, complejo ubicado a la altura del 9100 de la avenida Blas Parera.
No había cerrado el portón de entrada cuando los rufianes aparecieron como fantasmas. En cuestión de segundos ya le habían colocado unas esposas.
Lo que siguió fue una pesadilla que incluyó golpes y todo tipo de tormentos. Hasta la amenaza de sufrir la mutilación de un dedo si no revelaba el lugar donde estaba el dinero.
Relato directo
Lo que sigue es el relato que Meriles hizo del hecho.
“Todo ocurrió el lunes, poco después de las 21. Justo entraba al garage, estaba cerrando el portón cuando veo que se me aparecen dos tipos vestidos como policías. Tenían todo... pantalón, la camisa, el arma, handy... Uno me grita ‘¡policía!” y se metieron adentro de mi casa.
Una vez allí me colocaron las esposas y comenzaron a golpearme. Me pedían plata. Me decían que abra la caja fuerte. Yo no tengo ninguna caja fuerte”, aclaró.
Sin piedad
Más adelante el comerciante expresó que “lo peor vino cuando uno de estos tipos sacó un cuchillo y amenazó con cortarme un dedo sino entregaba el dinero. Por la presión que hacía con el cuchillo me cortaron un poco igual.
Después me envolvieron la cabeza con una remera. Y me amordazaron con el cinturón de una bata mía que encontraron tirado. Para que no grite me taparon la boca. Todo habrá durado unos 15 ó 20 minutos. Durante todo ese tiempo, mientras me golpeaban y presionaban, los tipos escuchaban sus handys. Eran comunicaciones policiales. Creo que lo hacían para ver si alguien mandaba un móvil a mi casa. O si alguien había denunciado algo.
“Un vecino fue quien vio todo. Vio cuando los tipos entraban a mi casa y entonces llamó a la policía. Pero la policía no venía. Le hacían preguntas, le preguntaron el nombre mil veces, lo conversaban y no venían. Volvieron a llamar. El hombre les decía ‘están adentro de la casa... vengan...’, pero no pasó nada.
“Finalmente se terminaron llevando el dinero que tenía encima. Unos pocos pesos”.
“Se terminaron yendo porque escucharon algo en el handy. No en vano estos tipos se fueron y a los pocos minutos llegó un patrullero”.
Por último Meriles indicó que “algunas personas me dijeron que durante la tarde habían estado dando vueltas un VW Polo de color negro y otro automóvil de color gris, que podría ser un Ford Falcon”.
Indumentaria
La pregunta del momento es si los autores de estos últimos robos son policías de verdad o disfrazados.
Se sabe que en nuestra ciudad existen varios negocios donde venden indumentaria específica. La tarea de “vestirse” de policía resulta más que sencilla porque para adquirir estas prendas no se debe presentar acreditación alguna. El descontrol es tal que hasta se comercializan las jinetas.
Maldición de lunes
El lunes fue el día que estos “poliladron” se lanzaron al ataque.
A las 16, concretaron el robo contra la médica cardióloga, en su domicilio de diagonal Goyena al 3200.
Un rato después, a las 21, repitieron su faena contra el comerciante, en Pasaje Público al 9100, barrio Policial.
Nada se sabe de ellos. Excepto la estela de indignación que dejan en los lugares y en las personas que sufrieron su paso.
La última de sus víctimas es Omar Meriles (51), comerciante dueño de un autoservicio ubicado en Peñaloza al 6100.
La noche del lunes el nombrado fue atacado por estos “poli-ladrones” que lo sorprendieron cuando ingresaba con su camioneta a su domicilio en el barrio Policial, complejo ubicado a la altura del 9100 de la avenida Blas Parera.
No había cerrado el portón de entrada cuando los rufianes aparecieron como fantasmas. En cuestión de segundos ya le habían colocado unas esposas.
Lo que siguió fue una pesadilla que incluyó golpes y todo tipo de tormentos. Hasta la amenaza de sufrir la mutilación de un dedo si no revelaba el lugar donde estaba el dinero.
Relato directo
Lo que sigue es el relato que Meriles hizo del hecho.
“Todo ocurrió el lunes, poco después de las 21. Justo entraba al garage, estaba cerrando el portón cuando veo que se me aparecen dos tipos vestidos como policías. Tenían todo... pantalón, la camisa, el arma, handy... Uno me grita ‘¡policía!” y se metieron adentro de mi casa.
Una vez allí me colocaron las esposas y comenzaron a golpearme. Me pedían plata. Me decían que abra la caja fuerte. Yo no tengo ninguna caja fuerte”, aclaró.
Sin piedad
Más adelante el comerciante expresó que “lo peor vino cuando uno de estos tipos sacó un cuchillo y amenazó con cortarme un dedo sino entregaba el dinero. Por la presión que hacía con el cuchillo me cortaron un poco igual.
Después me envolvieron la cabeza con una remera. Y me amordazaron con el cinturón de una bata mía que encontraron tirado. Para que no grite me taparon la boca. Todo habrá durado unos 15 ó 20 minutos. Durante todo ese tiempo, mientras me golpeaban y presionaban, los tipos escuchaban sus handys. Eran comunicaciones policiales. Creo que lo hacían para ver si alguien mandaba un móvil a mi casa. O si alguien había denunciado algo.
“Un vecino fue quien vio todo. Vio cuando los tipos entraban a mi casa y entonces llamó a la policía. Pero la policía no venía. Le hacían preguntas, le preguntaron el nombre mil veces, lo conversaban y no venían. Volvieron a llamar. El hombre les decía ‘están adentro de la casa... vengan...’, pero no pasó nada.
“Finalmente se terminaron llevando el dinero que tenía encima. Unos pocos pesos”.
“Se terminaron yendo porque escucharon algo en el handy. No en vano estos tipos se fueron y a los pocos minutos llegó un patrullero”.
Por último Meriles indicó que “algunas personas me dijeron que durante la tarde habían estado dando vueltas un VW Polo de color negro y otro automóvil de color gris, que podría ser un Ford Falcon”.
Indumentaria
La pregunta del momento es si los autores de estos últimos robos son policías de verdad o disfrazados.
Se sabe que en nuestra ciudad existen varios negocios donde venden indumentaria específica. La tarea de “vestirse” de policía resulta más que sencilla porque para adquirir estas prendas no se debe presentar acreditación alguna. El descontrol es tal que hasta se comercializan las jinetas.
Maldición de lunes
El lunes fue el día que estos “poliladron” se lanzaron al ataque.
A las 16, concretaron el robo contra la médica cardióloga, en su domicilio de diagonal Goyena al 3200.
Un rato después, a las 21, repitieron su faena contra el comerciante, en Pasaje Público al 9100, barrio Policial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario