Las primeras casas, construidas con el aporte de la Provincia, Municipalidad, Los Sin Techo y los propios vecinos, ya se encuentran habitadas. Los testimonios que prometen un futuro mejor.
Crece desde el pueblo el futuro, crece desde el pie, ánima del rumbo seguro, crece desde el pie… El candombe de Alfredo Zitarrosa data de 1984, pero porta actualidad en sus genes como la mayoría de las letras de este autor uruguayo. Día a día crecen desde el pie muchos santafesinos, que pelean por una mejor calidad de vida. A veces encuentran compañeros de batalla, que les brindan herramientas y manos para lucharla mejor.
Ejemplos de estos sobran en el barrio Villa Oculta, que carga un centenar de años en su espalda aunque recién este año fue reconocido como tal en el Concejo Municipal de Santa Fe. La letra que le marca los límites en la ordenanza dice que su extremo norte se encuentra en Iturraspe y comienzo de la autopista; al sur, vías del ferrocarril General Belgrano; al este, vías ferrocarril Mitre y terraplén Irigoyen; y al oeste, por el bañado del río Salado.
Y al hablar de ejemplos brotan muchos de la bautizada avenida Padre Rosso (paralela al terraplén Irigoyen) y de todas las pequeñas calles y pasillos de tierra que guardan la historia y la actualidad del barrio. El Movimiento Los Sin Techo trabaja desde hace 25 años en esas manzanas. El Padre Atilio Rosso, fundador de la organización en Santa Fe, puso pie en esa zona y arrancó con la atención a los más chicos. Educación, comida y salud, fueron los pilares que guiaron todos los proyectos. En el año 2000, el Movimiento logró erradicar los ranchos existentes en la capital provincial.
Las cifras de lo sembrado por el sacerdote expresan la acción sin necesidad de adjetivos: 8.000 casas, 20 guarderías, 11 centros de salud, 8 aulas de Informática, 15 cursos de oficios para adultos, 25 comedores comunitarios, 3000 conexiones de agua potable, y mucho más. La falta de espacio en los presupuestos y de decisiones políticas adecuadas por parte del Estado en todos sus niveles; derivaron en una multiplicación anual de unos 300 nuevos ranchos por año, en los cuales nacieron y crecieron familias completas en la más absoluta marginalidad.
A mediados de este año, el Movimiento consiguió el apoyo del gobierno provincial y de la Municipalidad para comenzar a reemplazar esas habitaciones precarias con casas de material. Sin cortes de cintas ni actos alusivos, las primeras familias ya se mudaron a las nuevas viviendas. Pusieron la mano de obra y colocaron bloque tras bloque el material aportado por la Provincia. El municipio hará luego su parte, al regularizar la situación dominial de esos ciudadanos y colaboró en el trabajo de la tierra, previo a la edificación.
Las casitas son de premoldeados térmicos, de 35 metros cuadrados; techo de chapa, cielorraso de machimbre, piso de cerámica, baño, electricidad y el agua potable instaladas; más un lavadero y pintura. Cada unidad tiene un costo de 44 mil pesos y, cuando el clima lo permite, se levantan en una semana. “Hay que destacar que el gobierno provincial con los recursos, la Municipalidad con la tierra y Los Sin Techo con el trabajo comunitario, con mucha ayuda mutua y esfuerzo propio, pueden resolver el problema de la marginalidad, porque no es una cuestión difícil de resolver desde lo económico. Hay que seguir adelante, no hay que aflojar, hay que trabajar en conjunto”, expresó José Luis Zalazar, coordinador del Movimiento Los Sin Techo.
“El proyecto nació en mayo. El gobernador nos llamó y le propusimos empezar a trabajar en conjunto en un plan de erradicación de ranchos. Hicimos un censo en Villa Oculta y en Barranquitas Sur. Allí se armó el plan de las primeras 100 casitas. El gobierno de la provincia lo financia, Los Sin Techo compra con ese dinero los materiales y por ayuda mutua y con esfuerzo propio se construyen las casas. El municipio hace su parte regularizando la tierra”, explicó Zalazar.
Manos para trabajar y experiencia es lo que sobra en el barrio. “Acá tenemos coordinadores viejos, los albañiles que hicieron las primeras 200 casas y que comenzaron a enseñar a los que ahora están trabajando. Así se van haciendo los albañiles también, mientras ayudan entre todos. Terminamos una casa y arrancamos otra, hasta terminar el plan”, detalló. Una vez que se terminen las 100 casitas
en Villa Oculta, se continuará en otro barrio.
—¿Qué imaginás que genera el primer día para una familia en un hogar tan diferente al rancho?
—Solamente lo puede explicar quien vivió alguna vez en un ranchito. Yo veo el impacto en cuestiones bien puntuales. El otro día una de las vecinas, Norma, que ya está en su casita nueva, me decía que cuando arrancó la primera tormenta fuerte que le tocó bajo ese techo salió corriendo a agarrar ollas para tapar las goteras y ahí se dio cuenta de que no había. Ahí me dijo que no durmió en toda la noche, pero esta vez de la alegría que tenía.
—A este paso, con este proyecto, ¿cuánto se resuelve del problema habitacional?
—Si hablamos de hábitat, incluimos educación, salud, trabajo, vivienda; y falta mucho. Acá, para terminar con la marginalidad, hacen falta planes agresivos, audaces. Hay que hacer 400 casas por año, porque cada año nacen casi tres mil chicos. Vemos que la marginalidad crece a pasos agigantados y las respuestas no son adecuadas a esta realidad. Celebramos la decisión del gobierno y de la Municipalidad que, además de entregar los títulos de la tierra, mide los terrenos, los reacondiciona y los levanta; pero no alcanza. Hay que hacer muchísimas casas más. Es decisión política, no económica.
—Bajo un techo seguro, ¿qué falta todavía a estas familias?
—Acá tenemos agua, luz y techo. Organizándonos, marcando las calles, las veredas, sería una manera de incluir al sector marginado. Se trata de incluir
ciudadanos, no números, no “cantidad de habitantes”. Incluir es darles todos los derechos que corresponden.
La historia de Los Sin Techo
En los primeros años de la recuperación de la democracia, el sacerdote Atilio Rosso comenzó a impulsar planes de viviendas básicas que producían un cambio significativo en las condiciones de vida de los sectores marginados de la ciudad. En ese marco, se comenzaron a construir los primeros centros comunitarios, aulas de capacitación, centros de salud, jardines maternales, y se comenzaron a extender los servicios de iluminación, agua potable, en los barrios más necesitados.
Un aspecto que distinguió la iniciativa desde sus comienzos, fue la participación activa de los propios beneficiarios. En el primer período, que se extendió desde 1987 hasta el 2000, la ONG desarrolló una importante acción social tendiente a brindar acceso a una vivienda digna a ocho mil familias, y provisión de agua potable a unos 1.500 grupos familiares.
Desde el 2000, el Movimiento inició una segunda etapa destinada a proteger el derecho a la vida y la educación. En la actualidad, la ONG cuenta con 25 comedores comunitarios, centros de salud materno infantil y 20 jardines maternales. Además, desarrolla una importante labor en barrio San Pantaleón, donde brinda conexión gratuita a internet inalámbrica, para adultos y niños que acceden a contenidos educativos y capacitación.
En ese marco, el jardín de infantes, La Casa de los Niños y el Centro de Salud que tiene el Movimiento en ese barrio, centralizan datos para hacer un seguimiento de los beneficiarios que acceden diariamente a la atención que brinda la ONG.
Otro aspecto destacable de la labor social y cultural del Movimiento, lo constituye el Programa de Salud Materno Infantil que implica acciones de prevención y promoción de la salud, así como también atención a mujeres embarazadas, niños y adolescentes. Por otra parte, se ofrece capacitación en oficios como salida laboral para jóvenes, transmitiendo hábitos y una cultura del trabajo en diferentes rubros.
Homenaje
La semana pasada, el cine y teatro del Sindicato de Luz y Fuerza fue el escenario elegido para la celebración de un nuevo aniversario del Movimiento Los Sin Techo. La fecha elegida por los miembros de la organización coincide con la fecha de nacimiento de Atilio Rosso, el 23 de noviembre, y recuerda la proclama de las Naciones Unidas, que reconoció 1987 como Año Internacional de las personas sin hogar,
año en que el Movimiento inició formalmente su labor social.
En un emotivo discurso, José Luis Ambrosino recordó la figura del fundador del Movimiento Los Sin Techo, Atilio Rosso. En ese sentido, el dirigente recordó que “el Padre siempre comenzaba diciendo «queridos amigos », y ésa es la antropología básica, el concepto de hombre que él siempre manejó”.
En esa línea, Ambrosino destacó: “Esa amistad profunda que nos fue uniendo a través del tiempo y de las obras, hace que este Movimiento permanezca con fuerza, energía y esperanza”. Asimismo, el dirigente definió que el Movimiento Los Sin Techo como “un movimiento que pretende ser un testimonio de amor al prójimo concretado realmente en obras cotidianas”.
Por su parte, en diálogo con Diario UNO también Zalazar recordó al sacerdote: “El Padre Atilio siempre fue un tipo que pensó en que había que dejar la vida por los pobres. Fue fiel a lo que predicó y se entregó profundamente a los que menos tienen. Atilio murió sin nada a su nombre. Murió con lo que tenía puesto y nada más”.
“Él decía siempre que había que «arrimar a los marginados a la pobreza ». A nadie le gusta vivir en medio de la basura, ni a la gente de izquierda ni a la gente de derecha. Hay que darle dignidad al pobre, espués discutamos de ideología. Era un tipo muy sólido, fuerte en cabeza y en su corazón”, agregó.
Poco antes de su muerte, el Padre Atilio lanzó su proyecto del Bicentenario, donde planificó la entrega de netbooks a los chicos de primer grado. Semanas después, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunció una propuesta similar a nivel nacional, desde el Estado. “Él siempre estuvo 10 años adelante de los demás. Él sabía que los chicos tenían que tener una computadora. Venía al barrio y creía firmemente que el chico que estaba en el rancho tenía el mismo derecho de tenerla que otro de cualquier otro barrio, para vivir dignamente. Pensaba siempre en la igualdad de derechos y oportunidades”, explicó Zalazar.
Por esos derechos y oportunidades para los marginados el Movimiento sigue adelante. Día a día, casa por casa –o rancho por rancho–, las familias de Villa Oculta se animan a progresar y a soñar con un mañana distinto, no sólo para sus hijos, sino para sí mismos. La decisión política de darles las herramientas para crecer es fundamental. Del trabajo se encargan ellos. Sin dudas, “crece desde el pueblo el futuro, crece desde el pie”.
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