El lunes abrió sus puertas la boutique Dulce Delirio. El jueves una pareja de delincuentes se llevó dinero y gran parte de la mercadería.
Pasados unos minutos de las 8 de la mañana llegó hasta el local ubicado en Estanislao Zeballos 4400 y abrió las puertas de su flamante negocio. Una boutique a la que decidió llamar Dulce Delirio.
La ilusión estaba en marcha.
Pero el encanto duró bastante poco... hasta la tarde del jueves, cuando una pareja de delincuentes derrumbó los sueños y los proyectos.
Cruel paradoja
Como una cruel paradoja el robo, en realidad comenzó a gestarse el mismo día de la inauguración del local.
En diálogo con este diario Yanina recordó que aquel lunes (primer día de actividad del comercio) debió atender a una mujer, de unos 30 años, cuya conducta le llamó la atención.
Esa supuesta “clienta” primero consultó sobre si aceptaban tomar un dinero como seña para poder reservar alguna prenda. La respuesta fue afirmativa.
Pero luego esta mujer le dijo a Yanina preguntas del siguiente tenor: ¿vos estás siempre sola en el local?
“Es obvio que estaba haciendo un estudio del terreno”, concluyó hoy la comerciante mientras rememoraba lo mal que le había caído aquella pregunta.
Los días siguieron pasando hasta que llegó la maldita tarde del jueves.
Eran cerca de las 19 cuando otra vez la misteriosa “clienta” irrumpió en el negocio. Claro que ahora no estaba sola. La acompañaba un muchacho, de unos 25 años.
A punta de cuchillo este sujeto se lanzó contra Yanina. Le colocó el arma blanca a la altura de la cintura y comenzó su demencial faena.
“Mi primera reacción fue agarrar con mi mano la cuchilla. Sentí que estaba afilada”, dijo hoy Yanina.
“Quedate quieta y no intentes nada raro”, fue la primera indicación del malviviente.
Con la víctima a su merced el rufián hizo gala de una ruindad sin límite.
“Yo no tengo ningún problema en meterte un ‘chuzazo’ y tirarte allí atrás en el probador. Te vas a desangrar en unos minutos y no se va a enterar nadie. Así que portate bien porque estoy re loco”, fueron algunas de las palabras del ladrón.
Pero acto seguido decidió redoblar la apuesta.
“Una vez que nos vayamos te aconsejo que no hagas nada. Vos sabés que esto es una ‘zona liberada’. Así que si yo me entero que hiciste algo, vuelvo y directamente te mato”, gritó.
Mientras el sujeto seguía hostigando a Yanina, la compinche del rufián hacía de las suyas dentro del local.
Con gran desempeño cargaba las prendas en bolsas de residuos de tipo industrial. Por si fuese poco también cargaron parte del botín en una mochila que tenían consigo.
Se puede decir que los malvivientes arrasaron con todo. También se llevaron el dinero que había en la caja y hasta el teléfono celular de la comerciante.
“Andá... arrancá la moto que yo salgo”. Fue la última orden que el sujeto le dirigió a su compañera antes de darse a la fuga.
Minutos después ambos ladrones fugaban a bordo de una Honda CG, de color negro, con rumbo incierto.
Sobre llovido...
Pero los males de Yanina no terminaron con el robo.
Apenas se asomó a la puerta para pedir auxilio todo el rigor de la calle se le vino encima.
“Nadie, absolutamente nadie, vino a ayudarme”, narró la mujer. “Yo gritaba: ‘¡me asaltaron, me asaltaron! ¡alguien que me ayude por favor! Pero no tuve respuesta”.
A la hora de acudir a la policía las cosas tampoco mejoraron
“Fue tremendo lo que me pasó en la seccional 10ma. Primero fui atendido por una mujer que en todo momento me dejó en claro que no tenía la mínima gana de ocuparse de mi problema. Daba vueltas de un lado a otro, conversaba con sus compañeros, y no me atendía. “Esperá un poco y quedate tranquila”, me decía.
Más adelante Yanina subrayó que “pueden creer que yo estaba llorando mal y ni siquiera me alcanzaron un vaso de agua. Se quedaban todos charlando. Nadie me dijo ‘vamos a salir a buscar a esos delincuentes’”.
“El colmo fue cuando ví a la mujer policía riéndose con sus compañeros”.
“Allí comprendí que todo estaba perdido”, sentenció.
Las horas posteriores al robo lo que hicieron fue acrecentar el dolor por lo ocurrido.
“Todo esto te saca la ilusión”, dijo hoy Yanina rompiendo en lágrimas. Ahora estamos atendiendo con las rejas bajas. Trabajar con miedo es horrible. No se puede seguir así”, concluyó.
La ilusión estaba en marcha.
Pero el encanto duró bastante poco... hasta la tarde del jueves, cuando una pareja de delincuentes derrumbó los sueños y los proyectos.
Cruel paradoja
Como una cruel paradoja el robo, en realidad comenzó a gestarse el mismo día de la inauguración del local.
En diálogo con este diario Yanina recordó que aquel lunes (primer día de actividad del comercio) debió atender a una mujer, de unos 30 años, cuya conducta le llamó la atención.
Esa supuesta “clienta” primero consultó sobre si aceptaban tomar un dinero como seña para poder reservar alguna prenda. La respuesta fue afirmativa.
Pero luego esta mujer le dijo a Yanina preguntas del siguiente tenor: ¿vos estás siempre sola en el local?
“Es obvio que estaba haciendo un estudio del terreno”, concluyó hoy la comerciante mientras rememoraba lo mal que le había caído aquella pregunta.
Los días siguieron pasando hasta que llegó la maldita tarde del jueves.
Eran cerca de las 19 cuando otra vez la misteriosa “clienta” irrumpió en el negocio. Claro que ahora no estaba sola. La acompañaba un muchacho, de unos 25 años.
A punta de cuchillo este sujeto se lanzó contra Yanina. Le colocó el arma blanca a la altura de la cintura y comenzó su demencial faena.
“Mi primera reacción fue agarrar con mi mano la cuchilla. Sentí que estaba afilada”, dijo hoy Yanina.
“Quedate quieta y no intentes nada raro”, fue la primera indicación del malviviente.
Con la víctima a su merced el rufián hizo gala de una ruindad sin límite.
“Yo no tengo ningún problema en meterte un ‘chuzazo’ y tirarte allí atrás en el probador. Te vas a desangrar en unos minutos y no se va a enterar nadie. Así que portate bien porque estoy re loco”, fueron algunas de las palabras del ladrón.
Pero acto seguido decidió redoblar la apuesta.
“Una vez que nos vayamos te aconsejo que no hagas nada. Vos sabés que esto es una ‘zona liberada’. Así que si yo me entero que hiciste algo, vuelvo y directamente te mato”, gritó.
Mientras el sujeto seguía hostigando a Yanina, la compinche del rufián hacía de las suyas dentro del local.
Con gran desempeño cargaba las prendas en bolsas de residuos de tipo industrial. Por si fuese poco también cargaron parte del botín en una mochila que tenían consigo.
Se puede decir que los malvivientes arrasaron con todo. También se llevaron el dinero que había en la caja y hasta el teléfono celular de la comerciante.
“Andá... arrancá la moto que yo salgo”. Fue la última orden que el sujeto le dirigió a su compañera antes de darse a la fuga.
Minutos después ambos ladrones fugaban a bordo de una Honda CG, de color negro, con rumbo incierto.
Sobre llovido...
Pero los males de Yanina no terminaron con el robo.
Apenas se asomó a la puerta para pedir auxilio todo el rigor de la calle se le vino encima.
“Nadie, absolutamente nadie, vino a ayudarme”, narró la mujer. “Yo gritaba: ‘¡me asaltaron, me asaltaron! ¡alguien que me ayude por favor! Pero no tuve respuesta”.
A la hora de acudir a la policía las cosas tampoco mejoraron
“Fue tremendo lo que me pasó en la seccional 10ma. Primero fui atendido por una mujer que en todo momento me dejó en claro que no tenía la mínima gana de ocuparse de mi problema. Daba vueltas de un lado a otro, conversaba con sus compañeros, y no me atendía. “Esperá un poco y quedate tranquila”, me decía.
Más adelante Yanina subrayó que “pueden creer que yo estaba llorando mal y ni siquiera me alcanzaron un vaso de agua. Se quedaban todos charlando. Nadie me dijo ‘vamos a salir a buscar a esos delincuentes’”.
“El colmo fue cuando ví a la mujer policía riéndose con sus compañeros”.
“Allí comprendí que todo estaba perdido”, sentenció.
Las horas posteriores al robo lo que hicieron fue acrecentar el dolor por lo ocurrido.
“Todo esto te saca la ilusión”, dijo hoy Yanina rompiendo en lágrimas. Ahora estamos atendiendo con las rejas bajas. Trabajar con miedo es horrible. No se puede seguir así”, concluyó.
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