En un clima de fiesta y desborde
de alegría se montó un gran operativo para la travesía a nado. Ambas
márgenes del río se vieron invadidas de asistentes. Para ellos, fue un
día histórico.
"Cuando la noche es más
oscura, se viene el día en tu corazón", dicen Los Redondos desde el tema
"Juguetes perdidos" que llena el aire del balneario Piedras Coloradas
de esta ciudad entrerriana. Mientras, desde un bote, con un pie apoyado
en la proa y megáfono en mano, Patricio Huerga, eufórico y feliz, arenga
a su gente: "Teníamos el sueño de unir a la Argentina y el Uruguay
¡Vamos carajo!". Y desde las más de 40 naves afectadas al operativo, los
140 Tiburones del Paraná, de Arroyo Seco, se lanzan al desafío más
esperado; unir a nado Colón con Paysandú, en la orilla uruguaya.
Son las 13 de un sábado de calor
agobiante. El puente internacional que une ambas localidades está allá,
en el sur de la ciudad. Casi se adivina entre la vegetación costera un
tramo que parece lejano e inalcanzable. Son, según las autoridades de
Prefectura Naval Argentina, más de 10 kilómetros hasta el puente y otros
dos hasta el puerto de Paysandú. Pero el dato no asusta; más bien,
acicatea en los tiburones las ganas de cubrirlos.
Pasado el mediodía, el río Uruguay no
se muestra como "un cielo azul que pasa". Sus aguas son marrones y
parecen ellas también agobiadas, planas, sin oleaje ni viento que las
agite, mientras los bañistas colonenses se van plegando a la emoción
general que crece a medida que llega la hora de la largada.
Invadida. Colón, una
ciudad de fuerte perfil turístico, se vio invadida de santafesinos desde
temprano. A los siete ómnibus que llegaron desde Arroyo Seco cargados
con los deportistas, los organizadores del cruce y familiares, se
sumaron muchos más que los 40 autos previstos inicialmente. El arribo a
las 7 de la mañana fue seguido por un desayuno solidario que contó con
el catering provisto la organización no gubernamental El Solar,
integrada por chicos y jóvenes colonenses con capacidades diferentes,
que además se paseaban orgullosos en sus uniformes de mozo por todo el
balneario. Solidarios y felices, no se privaron de agitar pancartas y
banderas de aliento a los Tiburones.
El público habitual del balneario
miraba con asombro ayer a la mañana el inusual despliegue de
camarógrafos y fotógrafos destinados a cubrir esta aventura que reunió
tanto a nadadores con discapacidades como sin ellas.
En los actos protocolares previos a la
largada de la travesía estuvieron presentes diversos funcionarios, entre
los que se destacaron el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri;
los intendentes de Colón, Mariano Rebord, de Paysandú, Bertil
Scagnegatti; de Arroyo Seco, Darío Gres, y hasta el canciller uruguayo
Luis Almagro, quien, de bajo perfil, se diferenció de los demás
funcionarios y decidió volver a su país participando de la travesía y
nadando como un "tiburón del Paraná" más.
Testimonios. "Ellos no
notan las diferencias como nosotros", señaló, con una frase que
desborda de sentidos, el joven papá de Martín y Julieta Bordo. Son dos
"tiburoncitos" de Pueblo Esther, de cuatro y siete años y sin
discapacidad alguna. Y esto destaca la importante labor de integración
que desarrolla la entidad. Llegado el momento, y al cuidado de sus
padres que los controlaban desde las embarcaciones dispuestas a tal fin,
Martín y Julieta se largaron con sus diminutas mallas y gorritos nadar
por el Uruguay aguas abajo.
No faltó alguna referencia enojosa
referida al uso político que suele hacerse de quienes sufren alguna
discapacidad. Pero lo que abundó fue la emotividad. La solidaridad se
palpaba en cada ayuda para que los nadadores pudieran acceder a
embarcaciones locales que generosamente colaboraron: botes, gomones,
canoas, veleros, lanchas y hasta motos de agua contribuyeron a la
travesía, controlada por 10 embarcaciones de Prefectura. La fuerza de
seguridad, según indicaron los jefes presentes ayer en el lugar, estaban
saturadas de trabajo a raíz de que también en las cercanías se
desarrollaba una competencia náutica para más de 300 kayaks.
En la playa de Piedras Coloradas todo
era emotividad y aliento. Cada nadador que subía a los botes para luego
internarse en el río y desde allí lanzarse al agua era ovacionado con
afecto. Uno de los casos más emocionantes fue el "Panchito" Martínez, un
adolescente de 16 años que participó de la justa. Su madre, que lo
acompañó desde un bote, expresó su agradecimiento hacia Huerga y la
gente que colabora con él. "¿Usted sabe lo que representa que su hijo
hoy pueda caminar casi normalmente cuando antes de acercarse a los
Tiburones del único modo que podía movilizarse era arrastrándose?",
preguntó emocionada, sin esperar una respuesta que estaba en la misma
interrogación.
Llegada emotiva. Y si
la partida resultó una fiesta, no menos lo fue la llegada de los
nadadores a Paysandú. Allí, la gente esperaba con ansiedad el arribo de
los Tiburones. Y no solamente eran orientales, también estaba la gente
que se había cruzado desde Entre Ríos, o la que venía incluso desde
distintos puntos de la provincia de Santa Fe.
Tommy Baldis, periodista del El
Telégrafo, contó a este diario que el arribo se produjo aproximadamente a
las 18.45 hora argentina, un tanto más tarde de lo que estaba previsto,
pero que todo se desarrolló con absoluta normalidad. "Había una
multitud, se juntó la gente que esperaba con la que llegaba en
catamaranes, lanchas y otras embarcaciones. Fue un clima festivo, y fue
importante la presencia de asociaciones de gente con discapacidades de
esta región. Y también de Paysandú hubo mucha gente, con y sin
discapacidades, que se tiraron a nadar para acompañar a estos chicos".
Evidentemente, nadie quiso quedar afuera.
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