Proponemos realizar la adaptación en forma gradual, de esta manera favorecerá la separación del bebé o pequeño de lo suyos, sobretodo de su mamá y asimilar nuevas personas que integrarán su nuevo mundo: las maestras con sus características, y las propuestas con las normas que esto requiere, sus pares, las normas institucionales.
Lejos de una ruptura, se trata de la integración, del encuentro donde familia y maestra se enriquecen mutuamente, por eso es necesaria una apertura de ambos para que la adaptación se de en forma natural, armónica.
A medida que la adaptación se va desarrollando y el pequeño/a comienza a quedarse solo en el jardín, son los padres quienes a veces viven con más fuerza la separación. Es muy común poner el acento en los pequeños en el momento de la adaptación: lo cierto es que es un proceso que incluye a todos los que participan de esta propuesta: pequeños, padres, maestras, coordinación…
Los sentimientos más frecuentes en relación al proceso de adaptación son: temores, celos, culpas, rivalidades…en ello la información cumple un papel muy importante, cuanto más conocimiento se tenga de la propuesta, de lo esperable, de quienes la llevan adelante, más se
favorecerá a la confianza y a la seguridad. Tengamos siempre presente que el objetivo de la propuesta educativa del jardín no es reemplazar la responsabilidad familiar, sino colaborar y acompañar en el desarrollo de los pequeñitos.
Este tiempo entonces se tiñe de un clima en donde lo importante es el
vínculo que comienza a construirse, que nos permita el encuentro y las ganas de abrazar, contener, mirar, acariciar, escuchar, cantar, jugar, bailar, construir, pintar, garabatear, explorar, sentir….
Por la Lic. Marisa Russomando, Psicóloga (MN) 23189, Directora de Espacio La Cigüeña.
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