La niña murió en 1988, cuando un
tren embistió a un colectivo escolar. Fue una catástrofe. Los padres
aún esperan respuestas. Creen que familiares de otras víctimas sí fueron
indemnizados.
Un matrimonio de esta ciudad
que hace 23 años perdió a su única hija en un accidente ferroviario
ocurrido en Capitán Bermúdez asegura que todavía no cobró ninguna
indemnización, ni del ferrocarril, que en ese momento era estatal y
público, ni de la aseguradora del transporte, que presentó quiebra.
El accidente, que en ese momento
conmovió al país, se produjo el 5 de julio de 1988, cuando un carguero
que se dirigía a los puertos del cordón embistió a un transporte escolar
que traía alumnas de Granadero Baigorria, hasta la escuela Nuestra
Señora de los Milagros de Capitán Bermúdez.
La tragedia se produjo en el cruce de
las postas, en avenida San Lorenzo y Escalada, paso a nivel que, como
muchos otros, no tenía barreras y en el que perdieron la vida cinco
niñas. Esto provocó una pueblada, la gente so movilizó, algunos sacaron
las vías y tuvieron que intervenir la Policía Federal y fuerzas de
seguridad nacional para lograr que las formaciones del Belgrano vuelvan a
circular por la ciudad (ver página 38).
Mirna Gisela Rivero tenía 10 años al
momento del accidente. Era la única hija del matrimonio compuesto por
Mirta Irene Retamozzo y Víctor Rivero, ambos nacidos en la ciudad
correntina de Goya y radicados hace más de tres décadas en Granadero
Baigorria.
La hija de los Rivero perdió la vida en
el acto y a partir de allí una herida imposible de cerrar se apoderó de
las familias, y un recuerdo imborrable y difícil de sobrellevar para
las sobrevivientes.
Desde ese momento comenzaron las
demandas y de ahí en más otro padecimiento para la familia Rivero:
"Hasta ahora hemos cambiado tres abogados, pero pasaron casi 24 años y
todavía no hemos recibido una indemnización", sostuvo Mirta.
Por su parte, Víctor remarcó: "Sabemos
que una familia consiguió cobrar. Pero cuando preguntábamos a los
abogados, nos enrostraban que solamente nos interesaba la plata. Pero no
es así. La vida de mi hija no tiene precio, pero sí queremos que se
cumpla con lo que es justo".
Víctor y Mirta son un matrimonio de
gente trabajadora: el hombre siempre trabajó, desde que vino de
Corrientes, en el rubro de la gastronomía, y la mujer repartió su tiempo
en ser ama de casa y vender cosméticos.
Para colmo de males, la mujer ya no
podía tener más hijos, pero afortunadamente con el tiempo adoptaron dos,
una nena y un varón que mitigaron bastante la angustia del hogar. La
hija les dio muy tempranamente un nieto, que que hoy está a cargo de
ellos.
La casa del matrimonio Rivero está
ubicada en el barrio Santa Rita de Granadero Baigorria, muy cerca del
límite con Capitán Bermúdez. Es una típica vivienda de gente trabajadora
a la que no le sobra nada, donde la pulcritud y la limpieza resaltan
desde que uno pone un pie en la vivienda, tal vez una marca registrada
de la labor de Mirta.
Al entrar a la vivienda de calle Chaco
las fotos tanto de Mirna como de los otros dos hijos adoptivos son lo
primero que resalta en el lugar. Un gran living comedor, un pequeño
jardín adelante y un patio componen el resto de la casa.
Con su uniforme de jardín de infantes y
una sonrisa muy tierna aparece Mirna en la foto, manteniendo vivo el
recuerdo de lo que significó y significa aún para esa familia, que sigue
sin encontrar consuelo ni explicaciones para lo que pasó: "Tres días
antes yo misma viajé en ese transporte porque había reunión de padres en
el colegio" recuerda Mirta y agrega: "Siempre tuve la sensación de que
era un viaje seguro y tranquilo y jamás se me pasó por la cabeza que
esto podía llegar a pasar".
¿Y el Estado? Llama la
atención que los padres de Mirna sólo hablen del reclamo al transporte
escolar, y aseguren no haber cobrado nada de parte del ferrocarril, ya
que en casos similares, sobre todo con los trenes en manos del Estado,
las víctimas siempre cobraban los juicios.
La aseguradora del transporte, La
Comercial de Rosario, presentó quiebra, y la causa tramita en el juzgado
Civil y Comercial Nº 10 de Rosario.
"Nosotros siempre fuimos confiados, por
eso firmamos los poderes para que nos representaran", sostiene Mirta, y
asegura: "Cuando vamos a preguntar nos envuelven con lo que nos dicen,
nos hablan con un lenguaje que no entendemos y no nos muestran nada de
cómo va todo".
Mirta mira la foto de su hija, su voz
se entrecorta, sus ojos se llenan de lágrimas, y dice: "A veces siento
vergüenza en decir esto, la vida de mi hija no hay plata que la reponga,
yo perdí la mitad de mi vida en ese accidente, pero si es justo se
tiene que cumplir”.
Víctor recuerda que le mandó una
carta al ex presidente Néstor Kirchner e intentó hablar con
legisladores, pero no pudo concretar ninguna reunión. “Nadie nos llevó
el apunte”, lamenta. También llamamos a medios de comunicación, pero les
dijeron que el tema “era muy viejo”.
El próximo 5 de julio se cumplirán
24 de años de la peor tragedia ocurrida en la ciudad de Capitán
Bermúdez. Sin embargo, y a pesar de semejante hecho, hay cosas que
siguen pendientes, como el traslado definitivo de las vías. Y hay una
familia que no sólo carga con un dolor imposible de cerrar, sino que
tiene que padecer este tipo de situaciones.
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