Habían caído en San Javier, en mayo de 2009, y los condenaron hace 10 días. Los fundamentos.
"No caben dudas de que los
imputados cumplieron dentro de la organización un papel determinado, de
envergadura tal que sin su concurrencia no podrían haberse cumplido los
objetivos ilícitos de la empresa". Así se expresó el Tribunal Oral en lo
Criminal Federal de la ciudad de Santa Fe en los fundamentos del fallo
que condenó a penas de entre 6 y 10 años de prisión a un ciudadano
colombiano y a cuatro argentinos por la tenencia de estupefacientes para
comercialización y que se conoció en la capital provincial el pasado
jueves 23 de febrero, según lo publicó este diario un día después. En un
extenso escrito, los jueces María Ivon Vella, Otmar Paulucci y José
María Escobar Cello, detallaron cuál fue la participación de cada uno de
los penados en la maniobra que permitió exportar a Italia 250 kilos de
cocaína escondidos en un tronco de palo borracho ahuecado tras pasar por
una base de operaciones que la banda tenía en la ciudad santafesina de
San Javier y que fue desbaratada en mayo de 2009.
La historia del clan narco empezó a
desbarrancarse el 29 de abril de aquel año cuando en Nápoles la Policía
de Finanzas de Italia interceptó la llegada de un contenedor "open top"
(que usa una tela de media sombra como tapa superior) en el que era
trasladado un tronco de palo borracho ahuecado donde se ocultaban 250
kilos de cocaína. En el procedimiento fueron detenidas seis personas,
entre ellas Arturo Luglietto, quien en calidad de arrepentido dijo que
"importaba esas especies exóticas para sembrar en residencias de
empresarios de su país", y que los envíos eran financiados por el clan
Fabbrocino, de la camorra napolitana. Además, detalló el camino que
recorría la droga y sostuvo que "en una finca cercana a San Javier, en
Argentina, había más droga".
Entonces la Policía de Finanzas de
aquel país pidió colaboración a la Justicia argentina y aquí, a 330
kilómetros al norte de Rosario, se desbarató la base de operaciones que
el mismo hombre vinculado a la camorra había alquilado un año antes.
Fue el 7 de mayo de 2009, cuando
agentes de la Subdelegación Reconquista de la Policía Federal junto a
sus pares de la ex Drogas Peligrosas de la provincia de Santa Fe al
mando del actual jefe de la fuerza provincial, comisario Hugo Tognoli, y
dos funcionarios de la policía italiana que llegaron como observadores,
allanaron la finca del paraje Colonia Francesa, a 3,5 kilómetros al sur
de San Javier. En el lugar fueron apresados cuatro de los cinco hombres
ahora condenados y se secuestraron 89 kilos de cocaína que esperaban
ser enviados a Italia.
A partir de las declaraciones de los
imputados y las pruebas recolectadas por los investigadores, el Tribunal
estableció el rol que cada uno de los sentenciados cumplía en la banda.
El representante. El
colombiano Fabián Antonio Marín Hernández era el hombre de confianza de
Luglietto en la argentina. Se habían conocido en Bolivia, donde el
hombre ya trabajaba para "Alvaro", un narco colombiano que operaba en
Santa Cruz de la Sierra. Según el fallo, estaba en la finca de Colonia
Francesa porque "el italiano le ofreció trabajar un campo donde debía
controlar que estuvieran los paquetes y por lo que le pagaba 2 mil
dólares por mes". También se acreditó que fue él quien "desenterró los
envoltorios con cocaína y los depositó en la carretilla donde fueron
hallados" por la policía en el allanamiento de mayo de 2009. Además,
dijeron los juces, "mantuvo una permanente comunicación con el chofer de
Luglietto" (un paraguayo apodado Nani apresado en Italia con su jefe) y
"con el camionero" que trabajaba para el hombre italiano, a quienes
"recibió varias veces en la casa".
El camionero. El
cordobés Roberto Carlos Rodríguez Luna, el único que no fue apresado en
la finca de Colonia Francesa sino en su casa del Gran Buenos Aires, no
sólo "participó activamente en las gestiones tendientes a concretar el
alquiler de la propiedad allanada", dicen los jueces tras valorar el
testimonio de los dueños de una inmobiliaria en la que se realizó el
contrato y que mencionaron la presencia de un hombre "de tonada
cordobesa" junto a Luglietto, sino que también era el transportista de
la organización. Los testigos aseguran que Rodríguez Luna, apodado
Cabrito, "comentó que era el camionero de Luglietto" y que era él "quien
le hacía los fletes al italiano".
Otro testimonio que complicó la
situación de Cabrito lo brindó una funcionaria de la Dirección Regional
Aduanera de Resistencia, que refirió que "la droga había sido colocada
durante el traslado de la especie vegetal desde la Aduana de Clorinda
(en Formosa) hasta el puerto de Buenos Aires", y destacó que "llamó la
atención que las personas detenidas en Italia tuvieron movimientos
migratorios simultáneos a Bolivia y Paraguay en una camioneta". También
se supo, por "informes técnicos reservados" volcados en el fallo, que
Cabrito estuvo en Clorinda el 23 de marzo de 2009, un día después en San
Javier y el 25 en el puerto porteño donde el palo borracho cargado de
droga fue embarcado hacia Italia.
"Esta intervención de Rodríguez Luna en
la operación de exportación de la droga se relaciona intimamente con la
tenencia de la droga hallada en la presente causa", dicen los jueces.
El importador. David
Gustavo Sagardoy fue apresado cuando, en medio del allanamiento a la
propiedad de Colonia Francesa, arribó al lugar en una camionete Isuzu y
al ver la presencia policial trató de escapar. Los pesquisas lo
interceptaron finalmente en una estación de servicios cercana y
comprobaron que el vehíuclo tenía un doble fondo de los usasdos para el
transporte de drogas. "Poseía amplia disponibilidad y custodia del
material estupefaciente", dijeron los jueces antes de recordar que
"mantenía asiduas comunicaciones con quienes fueron detenidos en la
finca". Aunque no se plasma en el escrito, los pesquisas suponen que la
cocaína llegaba desde Bolivia a la casa de San Javier en la camioneta de
Sagardoy.
Los peones. Sergio
Rafael Velarde y Santos Eriberto Bamba llegaron desde Salta a la casa
alquilada por Luglietto a fines de 2008. Ambos afirmaron en sus
declaraciones que habían sido contratados por Nani (el paraguayo
detenido junto a Luglietto) "para realizar trabajos de campo, alambrar y
hacer corrales". "Algo inverosímil dado que, por más necesidades que se
aleguen, no responde a esa lógica que se hayan trasladado varios
cientos de kilómetros desde sus domicilios (en Salta), alejándose de sus
familias, con tan solo una mochila y un poco de ropa para realizar
trabajos rurales por tres meses y para una persona que apenas conocían",
sostiene el Tribunal. Además, cuentan los jueces, "en la finca no había
alambrados, ni corrales y menos aún hacienda que justifiquen la labor
para la cual los contrataron". De eso se deduce que eran los encargados
de ahuecar los troncos cuya pulpa fue hallada en Colonia Francesa junto a
la droga secuestrada.
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