Por DAVID E. SANGER y JIM YARDLEY 12 mayo 2016
Donald Trump ofreció un discurso sobre política exterior en el Hotel Mayflower de Washington el mes pasado.CreditStephen Crowley/The New York Times
Read in English
WASHINGTON — Muchos líderes mundiales están alarmados por la posibilidad de que Donald Trump sea el candidato del Partido Republicano a la presidencia de Estados Unidos. Aunque el multimillonario pierda la elección general, a los líderes les preocupa que su ascenso refleje una tensión en la opinión pública estadounidense que podría modificar la manera en que ese país establece alianzas de seguridad y tratados comerciales.
Desde Beijing, Tokio y Seúl, pasando por las oficinas de la OTAN en Bruselas hasta las vulnerables naciones bálticas fronterizas con Rusia, funcionarios y analistas han declarado que ven el éxito de la plataforma“America first” de Donald Trump como un indicador de cierta presión para que los aliados salden sus deudas o hagan concesiones comerciales a cambio de la protección militar.
En muchas capitales las propuestas de política exterior de Trump, tanto formales como improvisadas (la amenaza de retirarse de la OTAN, las declaraciones sobre acabar con la protección nuclear de Estados Unidos a Japón y Corea del Sur o la promesa de imponer elevados impuestos comerciales a China), son vistas con una mezcla de alarma y confusión.
El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Hong Lei, respondió sobre los planes de Trump: “Esperamos que las personas de Estados Unidos, de todas las condiciones sociales, vean las relaciones bilaterales desde una perspectiva sensata y objetiva”.
Stefano Stefanini, exrepresentante de Italia en la OTAN y exconsejero diplomático, lo puso de esta manera: “No hay un plan de contingencia en caso de Donald Trump”.
“El error que Europa podría cometer es pensar que el fenómeno Trump podría desaparecer”, comentó Stefanini. “Sin lugar a dudas, los sentimientos que él refleja influirán en la próxima administración o el próximo congreso”.
Algunos funcionarios no consideran que el ascenso de este candidato sea la versión estadounidense de los partidos antiinmigrantes y aislacionistas que han ganado por toda Europa, pues dicen que también hay indicios de cambio político en las declaraciones de los líderes demócratas.
Las posturas tajantes de Trump sobre los intereses estadounidenses han llevado a algunos funcionarios a reconsiderar las críticas recientes del Presidente Obama a los aliados europeos y del golfo Pérsico, a quienes calificó de oportunistas. También han ayudado a esclarecer las fuerzas políticas alrededor de la decisión de Hillary Clinton de retirar su apoyo a un nuevo tratado comercial con Asia.
Asimismo, algunos retomaron las palabras de Robert M. Gates en 2011, durante sus últimas semanas como secretario de Defensa, cuando advirtió que una nueva generación de estadounidenses, sin recuerdos de la Guerra Fría, podría considerar a la OTAN como una reliquia, tal como pasa con el único tramo del muro de Berlín que permanece en pie.
El mes pasado, Obama presionó a los aliados para que cumplieran con su compromiso de invertir el 2 por ciento de su producto interno bruto en defensa, una medida que pocos han aplicado.
“Algunas de las declaraciones hechas durante la campaña han sido vacías o simplemente equivocadas”, explicó Peter Westmacott, exembajador británico en Estados Unidos. “No hay ‘mejor trato nuclear con Irán’ y no son muchos los que piensan que sea buena idea que Corea del Sur o Japón adquieran armas nucleares”.
“Sin embargo, deberían darnos a los europeos un momento para la reflexión”, explicó. “Los miembros de la OTAN deben discutir si es correcto, o sostenible, que Estados Unidos pague más del 70 por ciento de la cuenta por nuestra seguridad colectiva, o por cómo nos hacemos cargo de los perdedores y ganadores del libre comercio internacional”.
Resulta claro que muchos de los líderes políticos de Europa se molestaron cuando Obama se negó a intervenir en conflictos donde tienen intereses nacionales, y con su petición de que las naciones europeas “arriesgaran más”, como afirmó en una entrevista con The Atlantic.
Los europeos se refieren a la negativa de Estados Unidos a asumir el liderazgo en la expulsión del coronel Muamar Gadafi de Libia, lo que reveló importantes fallas operativas de la OTAN. Obama tampoco los convenció cuando insistió en que había tomado la decisión correcta al alejarse de la “línea roja” que trazó en relación al uso de armas químicas por parte del Presidente de Siria, Bashar Al Asad.
Por otro lado, para muchos de los habitantes de las naciones bálticas a la sombra de Rusia, no hay nada más desconcertante que la reticencia de Trump a criticar al Presidente Vladimir Putin. En varias ocasiones ha hablado con admiración de Putin, afirma que respeta su fortaleza y que lo ve como alguien con quien puede negociar. Para los oídos europeos, suena como si Trump le estuviera siguiendo el juego aPutin y, a su vez, abriera una grieta en la OTAN.
“El entusiasmo de Rusia con Trump parece sustentarse en la suposición de que en realidad puede retirar las fuerzas estadounidenses de Europa”, explicó Matthew Rojansky, director del Kennan Institute, un grupo de investigación en Washington dedicado a Rusia.
Este es exactamente el miedo del resto de la región, donde la OTAN es el único bastión frente a Rusia y donde algunos dudan que un presidente estadounidense comprometería sus fuerzas para protegerlos en tiempos de conflicto.
Después de la intervención de Rusia en Ucrania “muchos letones se despertaron y dijeron: ‘Gracias a Dios, estamos en la OTAN’”, comentó Lolita Cigane, miembro del parlamento letón. En la vecina Lituania una placa en el edificio del ayuntamiento de Vilna, la capital, conmemora la visita del presidente republicano, George W. Bush en 2002.
“Cualquiera que escoja a Lituania como enemigo también se vuelve enemigo de Estados Unidos”, declaró Bush en aquel entonces. Obama hizo una declaración similar en Estonia e incrementó la presencia de la OTAN en Europa del Este en respuesta a la amenaza de Rusia, pero para muchos en la región, la postura de Trump parece ser un paso hacia atrás.
El candidato argumenta que Seúl y Tokio, ciudades que albergan decenas de miles de tropas estadounidenses, deben pagar más o ver cómo esas fuerzas militares se van, lo que dejó perplejos a los oficiales de esos países. Japón paga aproximadamente 2 mil millones de dólares al año por alojar las tropas, y los líderes militares con frecuencia afirman que sería más costoso para los contribuyentes estadounidenses mantener estas mismas tropas en Guam o en Estados Unidos. Además, estas bases son importantes para la recolección de inteligencia sobre China y Corea del Norte.
Los oficiales militares y diplomáticos estadounidenses afirman que estas bases son críticas para mantener la libertad de navegación y disuadir alguna acción de Corea del Norte. Sin embargo, Trump sostiene que solo se justifican si no le cuesta una fortuna a Estados Unidos.
“Creo que el verdadero mensaje subliminal que Trump proyecta es este: Estados Unidos puede sobrevivir y prosperar sin ningún aliado si es obligado a cortar todos sus lazos, pero no ocurre lo mismo al contrario”, explicó Chung Min Lee, catedrático de relaciones internacionales en la Universidad de Yonsei en Seúl.
Añadió que Trump está forzando a los aliados a “salir con discursos concisos y convincentes sobre los beneficios claves que le ofrecen a Estados Unidos y, hasta ahora, ninguno de ellos lo ha hecho”.
En China, nación que Trump suele criticar, es visto como unpragmático con una línea menos dura y menos enfocado en los derechos humanos que Clinton. Su propuesta de imponer altos impuestos a los productos chinos recibe poca atención allá y su discurso de que China “abusa” de Estados Unidos en tratados comerciales injustos ha sido recibido con desdén.
Los comentarios se concentran, sobre todo, en el éxito de Trump como negociante o sus pronunciamientos sobre evitar que los musulmanes extranjeros entren a Estados Unidos, una actitud que concuerda con la antipatía que hay en gran parte de China hacia la población musulmana de la provincia occidental de Xinjiang.
“Muchos en China creen que un presidente republicano a favor del comercio sería pragmático y amigable con China”, explica Wang Dong, profesor asociado de Estudios Internacionales en la Universidad de Pekín. “Por esto, muchos en China entienden los comentarios de Trump sobre imponer tarifas del 30 por ciento a China como retórica de campaña”.
Los comentarios de Trump sobre el regreso a casa de las tropas estadounidenses en Corea del Sur y Japón coinciden con los objetivos oficiales de China. Sin embargo, la sugerencia de que Japón y Corea del Sur deberían desarrollar su propio arsenal nuclear alarmó a Beijing, sobre todo ante la idea de que Japón (el invasor de China en la Segunda Guerra Mundial), se transformara en una potencia nuclear.
Nytimes.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario