Por ANDREW JACOBS y SIMON ROMERO 12 mayo 2016
La Presidenta Dilma Rousseff se asoma por una ventana del Palacio de Planalto en Brasilia, el miércoles.CreditAdriano Machado/Reuters
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BRASILIA – Después de un debate que duró toda la noche del miércoles, el Senado de Brasil votó este jueves en la madrugada para suspender a la Presidenta Dilma Rousseff y comenzar un juicio político en su contra.
En una votación de 55 contra 22, los senadores aceptaron los cargos contra Rousseff que la acusaban de usar préstamos de los bancos estatales para ocultar los déficits en su presupuesto. Algunos críticos aseguran que esta maniobra presupuestaria se realizó para asegurar su reelección hace dos años.
“Ya no podíamos ignorar estos delitos y por eso votamos a favor de la acusación”, dijo Álvaro Dias, un senador del Partido Verde. “Después de haber sido asaltados por la incompetencia y la maldad, los brasileños esperan que haya un castigo”.
Durante el juicio político, que podría durar seis meses, Rousseff será remplazada por un antiguo aliado, el Vicepresidente Michel Temer, quien ha sido condenado por violar los límites de financiación de campaña y quien ahora estará bajo una enorme presión para frenar la peor crisis económica de Brasil en décadas.
Rousseff, la primera mujer en ocupar la presidencia de Brasil, califica este proceso como un golpe de Estado, por lo que ha rechazado las peticiones de dimisión y ha prometido continuar su lucha para mantenerse al frente del país más grande de América Latina.
Varios analistas políticos han dicho que tiene pocas posibilidades de ganar el juicio y terminar los dos años y medio restantes de su mandato.
“Dada la polarización de Brasil, si ella usa sus armas y pelea hasta el final, se va a prolongar la agonía para el país”, dijo Mauro F. Guillén, profesor de negocios internacionales en la Universidad de Pensilvania. “Lo mejor que ella podría hacer por su país es dar un paso al costado”.
Han sido meses de acusaciones, maniobras secretas y recursos legales que han dividido a una nación también golpeada por la inflación, la parálisis del gobierno y un colosal escándalo de corrupción que dejó al descubierto los profundos problemas del sistema político de Brasil.
Aunque era el resultado esperado, el espectáculo del enjuiciamiento a Rousseff es un momento clave en la lucha por el poder de Brasil, país que experimentó un periodo de estabilidad a lo largo de las dos últimas décadas, lo que fortaleció su economía y le otorgó una mayor importancia en el escenario mundial.Continue reading the main storyPhoto
Brasileños a favor de la suspensión de Dilma Rousseff se reunieron a las afueras del congreso, en Brasilia, este miércoles. CreditFelipe Dana/Associated Press
Ahora esas conquistas se están perdiendo. Millones de brasileños que habían ingresado a la clase media se hunden en la pobreza mientras el país sufre su segundo año de recesión.
Los problemas económicos de Brasil no solo se deben a la caída de los precios mundiales de las materias primas, como el petróleo y la soya; según algunos economistas también son consecuencia de políticas erróneas y enormes escándalos de corrupción. Muchos votantes culpan a Rousseff y su agrupación política, el Partido de los Trabajadores.
“Ahora todo es tan caro que apenas podemos darnos el lujo de comer”, dijo Juliana Santos, de 29 años, empleada de una empresa de transporte público en Brasilia. “El Partido de los Trabajadores prometió que iba a cambiar las cosas, pero las cosas cambiaron para peor”.
La amarga disputa entre la élite política ha ahogado en escándalos a un país que, al mismo tiempo, lucha por contener la propagación del virus de Zika y ultima preparaciones para los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro.
“Esta es la peor crisis de nuestra historia por su combinación de calamidad económica, política desacreditada y la violación de las normas éticas mínimas”, dijo a la prensa Boris Fausto, un historiador brasileño, para resumir el sombrío estado de ánimo del país.
Rousseff, de 68 años, es la segunda presidenta de Brasil que enfrenta un juicio político desde que se restableció la democracia, a mediados de la década de 1980, después de una larga dictadura. En 1992, Fernando Collor de Mello renunció antes de que el senado lo acusara por cargos de corrupción. Sin embargo, el expresidente logró darle un nuevo aire a su carrera política y ahora es senador. En el debate en el senado, criticó el proceso en su contra antes de votar en contra de Rousseff.
En comparación con el estridente debate sobre el destino de Rousseff que se llevó a cabo en la Cámara Baja del congreso el mes pasado –durante el cual los legisladores se escupieron, abuchearon y lanzaron confeti– el procedimiento en el senado fue más calmado.
Después de 20 horas de discursos, con frecuencia soporíferos, el procurador general de Brasil, José Eduardo Cardozo, tomó la palabra justo después del amanecer del jueves y le dijo a los legisladores que la historia se encargaría de juzgarlos si votaban a favor del juicio en contra de Rousseff por un delito que ella asegura que nunca cometió.
“Si este juicio político continúa, Brasil se convertirá en la república bananera más grande del mundo”, dijo, en tono emotivo.Continue reading the main storyPhoto
Miembros del senado en Brasilia reaccionan el jueves después de la votación que aprobó el juicio político a la Presidenta Dilma Rousseff. CreditUeslei Marcelino/Reuters
Rousseff es una exguerrillera marxista y una economista con muchos años de experiencia en la burocracia nacional. Sin embargo, nunca había ocupado un cargo de elección popular hasta que el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva la eligió para que fuese su sucesora (pues él no pudo presentarse como candidato para ejercer un tercer mandato consecutivo).
En 2010 ella ganó las elecciones con facilidad y durante su tiempo en el cargo le dio continuidad a los generosos programas de bienestar social que le habían granjeado a Da Silva la inquebrantable lealtad de los ciudadanos más pobres del país.
“Nuestros mayores logros fueron sacar a 36 millones de personas de la pobreza y elevar a otros 40 millones a la clase media”, dijo Da Silva en un correo electrónico. “Seguimos siendo un partido que se preocupa por los pobres y por la justicia social”.
Pero a medida que la economía entró en crisis y los escándalos sacudieron a la clase política, la popularidad de Rousseff se hundió, lo que aprovecharon sus adversarios en el congreso para buscar su suspensión.
La reciente deserción del Vicepresidente Temer selló su destino, pues le proporcionó a sus oponentes en la Cámara Baja un bloque fundamental de votos que necesitaban para seguir adelante con el juicio político.Continue reading the main storyPhoto
Un seguidor de la presidenta fue registrado después de un enfrentamiento con la polícia en Brasilia, el miércoles. CreditFelipe Dana/Associated Press
Pero Temer puede ser aún menos popular que Rousseff, según una encuesta reciente que muestra que solo el 2 por ciento de los brasileños votarían por él. Y también se enfrenta a sus propios problemas legales: un tribunal electoral le ordenó este mes que pagara una multa por violar los límites de dinero de su campaña.
El fallo también podría significar que Temer estaría inhabilitado para aspirar a cargos electivos durante ocho años, y daría lugar a la increíble situación de que un político que no puede hacer campañas electorales esté al mando del país.
Solventar la economía, lo que puede requerir la adopción de medidas de austeridad impopulares, es solo uno de los desafíos que enfrenta Temer, de 75 años. Los críticos han expresado su preocupación porque algunos de sus asesores están siendo investigados, incluyendo a Romero Juca, un senador del estado de Roraima en el Amazonas, y Geddel Vieira Lima, exejecutivo de uno de los mayores bancos públicos de Brasil.
Temer ha insistido en que las investigaciones no le impedirán incluir a esos asesores como miembros de su gabinete. Muchos líderes empresariales y economistas han expresado sus esperanzas de que Temer consiga el apoyo del congreso para lograr cambios como la reducción de las pensiones federales, la privatización de empresas estatales y la modificación de las leyes laborales que, para algunos críticos, obstaculizan el crecimiento económico.
“Temer tiene 100 días para hacer frente a este desastre”, dijo Marcos Troyjo, un director de la BRICLab en la Universidad de Columbia, que se centra en el estudio de Brasil, Rusia, India y China.
A pesar de los cargos en su contra, Rousseff es de los pocos políticos de Brasil que no enfrenta acusaciones personales de enriquecimiento ilegal.
Eduardo Cunha, el poderoso expresidente de la Cámara Baja que inició el proceso de destitución, fue obligado por el Tribunal Supremo a renunciar la semana pasada para ser juzgado por cargos que lo acusan de haber recibido 40 millones de dólares en sobornos.
Su remplazo, Waldir Maranhão, es acusado de aceptar sobornos en el esquema de corrupción que rodea a la empresa estatal de petróleo, Petrobras. Y Renan Calheiros, el líder del senado, también está bajo investigación por el escándalo de Petrobras. Aparte de eso, también ha sido acusado de evasión de impuestos y de permitir que un grupo de presión pagara la manutención de una hija que tuvo en una relación extramatrimonial.
Aunque los líderes del partido de Rousseff están muy debilitados, están decididos a ser una piedra en el zapato del gobierno entrante, que muchos consideran ilegítimo. En declaraciones a los periodistas afuera de la cámara del senado, el senador Humberto Costa, líder de la bancada del Partido de los Trabajadores, dijo que no le quedó más remedio que practicar el obstruccionismo.
“Vamos a tratarlos con el mismo tipo de oposición que le imponen a nuestro gobierno”, dijo. “No hay otro camino para nosotros”.
Nytimes.com
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