Pietro Parolin se negó a comparecer y se limitó a dar por escrito esa declaración, tras ser requerido como testigo.
El Secretario de Estado del Vaticano Pietro Parolin aseguró a la Justicia de la Santa Sede "no tener nada que decir" sobre la relación entre el religioso español que reconoció ser el "topo" del caso Vatileaks 2, que investiga el robo y filtración de documentos sobre las finanzas vaticanas, y otra de las imputadas.
"Siento el deber de especificar que no tengo nada de decir sobre la relación entre Francesca Chaouqui y monseñor Lucio Vallejo Balda", fue la escueta declaración del número dos del Vaticano sobre el vínculo entre dos de los antiguos miembros de la Cosea, la comisión que impulsó el papa Francisco en 2013 para sanear las cuentas vaticanas y de donde salieron documentos que terminaron en dos libros publicados el año pasado.
Amparado en el artículo 248 inciso 2 del Código procesal Penal de la Santa Sede, Parolin se negó a comparecer como testigo y se limitó a dar por escrito esa declaración, tras ser requerido como testigo por Chaouqui.
Además de Parolin, se ampararon también en el mismo artículo el Cardenal Santos Abril y Castelló, y el responsable de la limosnería de la Santa Sede, monseñor Konrad Krajewski.
Por el juicio están imputados los periodistas Gianluigi Nuzzi y Emiliano Fittipaldi, los consejeros económicos Nicola Maio y Francesca Chaouqui, y el religioso español Lucio Vallejo Balda, quienes enfrentan cargos por divulgación de documentos reservados "contra la seguridad del Estado", un delito que, según la ley de la Santa Sede, puede ser penado con hasta 8 años de prisión.
Entre los testigos de este sábado, Alfredo Abbondi, jefe de la secretaria de la Prefectura Económica vaticana, negó pertenecer a "un grupo mafioso" con los imputados.
Las audiencias continuarán el próximo lunes, y la Santa Sede espera que esta semana se termine con la ronda de testigos, según dijo a Télam el portavoz papal Federico Lombardi, que indicó que restan aún dos gendarmes y peritos informáticos.
A comienzos de marzo, Vallejo Balda reconoció ser el "topo" que filtró los documentos que luego terminaron en los libros "Avarizia", de Fittipaldi, y "Via Crucis", de Nuzzi, publicados en noviembre pasado. A mediados de abril, en tanto, Nuzzi se defendió por la publicación de los documentos y aseguró: "No podía no hacer mi trabajo. Cuando me entero de una noticia, mi deber es publicarla. Esa es la obligación de un periodista".
"Teniendo estos documentos, ¿qué debería haber hecho, guardarlos? Me lo hubiesen tirado en cara los colegas si los tenia y no los publicaba. La obligación del periodista es publicar las noticias de las que se entera", afirmó Nuzzi, el último de los cinco imputados en declarar ante la Justicia Vaticana en el proceso que investiga la filtración de documentos reservados de la Cosea.
"¿Y si eran documentos secretos? También, porque tienen relevancia social, son relevantes para el interés publico. Estos no son secretos de Estado, para mí eran privilegios", dijo y ratificó que fue el monseñor español quien le facilitó las claves de acceso a una serie de documentos de la Cosea e incluso aseguró que Vallejo Balda actuaba como una suerte de "editor", a quien pedía consejos para aclarar los puntos que no entendía de los complejos archivos vaticanos sobre las finanzas.
Fittipaldi, en tanto, declaró que Vallejo le envió por vía electrónica documentos que él no había pedido y que además prácticamente no utilizó ninguno para escribir su libro "Avaricia".
Antes de la declaración de Nuzzi, tanto Maio como Chaouqui habían negado haber pasado los documentos a periodistas.
Además de los imputados, el ex director del diario Corriere della Sera, Paolo Mieli, apoyó a comienzos de mayo la publicación de los documentos reservados por parte de los dos periodistas porque, dijo, no debe haber límites a menos que los documentos pongan en peligro la paz y la seguridad, o se refieran a hechos gravísimos.
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