La Lepra necesitaba cambiar la cara en su despedida en casa ante Lanús y mostró una mejoría en cuanto a actitud, pero no pudo traducirlo en triunfo y se lo empataron en tiempo adicional.
La Capital |
“Hoy no podemos perder”. Con ese grito de guerra tribunero fue recibido y acompañado Newell’s desde que comenzó a transitar los 90 minutos del juego con Lanús. El lógico, el esperado tras el 0-5 con Chicago. Las necesidades y obligaciones estaban del lado leproso. Era una prioridad el cambio, no sólo para sumar sino también en cuestión de actitud. En parte lo tuvo, pero pecó sobre el final y le permitió a un Granate deshilachado que se llevara un punto por el 1-1 en tiempo adicional. Como para que la grieta futbolística rojinegra siga latente y sea algo a corregir a futuro.
Newell’s puso en marcha la disputa con toda una presión sobre sus espaldas por aquella trompada recibida en Mataderos. Necesitaba mostrarse recuperado y con ganas de cambiar la imagen. Y así le metió empuje en el inicio y presionó a un Lanús que lucía timorato. En la primera acción Denis Rodríguez (9’) apareció en velocidad como centrodelantero, se la tocó por encima de la humanidad de Ibáñez y la bocha caprichosa terminó en el techo del arco.
Las intenciones permanecían intactas, pero a la Lepra le faltaba el toque determinante para conseguir la dosis de tranquilidad dentro de un escenario que aparecía favorable por la tibieza del rival. Y estuvo ahí nomás de conseguirlo con una acción exquisita de Maxi (26’) dentro del área, con sombrerito y posterior disparo furioso que rebotó en el poste.
Después nada por aquí, nada por allá. Porque el juego no era juego y los equipos desparramaban sus miserias futbolísticas (sobre todo la visita). El único que salía del molde era Mateo, que suplía el fútbol por entrega, lucha y sacrificio hasta que se fue expulsado, algo que motivaba a que bajara el grito de aliento con el “Pomelo, Pomelo”. A falta de juego hacía falta la enjundia, la garra y el demostrar intenciones para revertir una situación de necesidades, producto de aquel golpe impensado.
Newell’s dejó una mejor imagen en la primera mitad, aunque en el complemento la visita fue la que tuvo la iniciativa y generó incertidumbre en el arco leproso por primera vez en el partido. Acosta no pudo batir a Unsain y en el rebote Di Renzo ensayó una chilena que rebotó en Mateo.
Toda esa energía granate se evaporó cuando Boyé le robó una pelota a Braghieri en la salida, el disparo fue contenido a medias por Ibáñez y el rebote lo tomó a la carrera Scocco para mover la red por primera vez en la noche. Un 1-0 que no era desatinado por lo hecho por uno y otro equipo.
Pero Acosta empezó a tener mayor movilidad por su sector, el medio de Lanús se imponía en el duelo con el local y por eso Bernardi intentó cerrar el partido mandando al “paraguayo” Villalba por Boyé. Igual Lanús inquietaba y estuvo cerca de la igualdad con un testazo de Benítez que devolvió el palo. Hasta que en tiempo adicional Ayala clavó un golazo de tiro libre para ahogarle la posibilidad a la Lepra de festejar en su despedida del torneo en el Coloso.
Una cosa es querer y otra poder. Newell’s quiso, buscó e intentó maquillar su cara después de aquella presentación humillante en Mataderos. Tuvo otra actitud y mostró sacrificio, pero no supo cómo sentenciar a un rival que también llegaba arrastrando sus penas. Y cuando marcó la diferencia quiso aguantar, pero también falló en el intento. Por eso hoy lo mejor para Newell’s es que este 2015 se vaya lo antes posible.
Pomelo se pasó de rosca y vio la roja. Diego Mateo finalmente fue elegido en esta ocasión para volver a la titularidad. Y fue ovacionado por la gente y mimado a lo largo de casi todo el partido. Mostró enjundia y fue a pelear cada pelota como si fuera la última. Eso le valió la sumatoria de amarillas y la expulsión. Para colmo de males, la segunda falta la cometió en la medialuna del área leprosa y derivó en el gol del empate granate.
Si había un jugador reclamado por la gente ese era Pomelo. Bernardi “cumplió” con ese reclamo popular y relegó a Villalba. Pero el rubio volante se pasó de revoluciones. Le dio un patadón grosero a Acosta desde atrás y se ganó una amarilla que bien debió ser roja, pero Néstor Pitana lo perdonó. Y cuando el partido se diluía, otra vez bajó a Acosta, se fue expulsado por doble amonestación y del tiro libre llegó la igualdad de la visita.
Una pregunta repetida entre los rojinegros era por qué no jugaba Mateo. Uno de los rumores instalados y que circuló en silencio durante este semestre es que si algo no lo convencía demasiado al DT era la cantidad de faltas que cometía, sobre todo cerca del área. Anoche ese error del volante le permitió al Granate que se llevara un punto del Coloso.
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