En España hay una comunidad de 20.000 seguidores y tienen 18 templos. A pesar de que forman la quinta religión más grande del mundo, muy pocos saben algo acerca de la fe sij
GUILLERMO LLONA
Gurpreet Singh lee el Gurú Grand Sahib
Como si de una coreografía se tratase, las fuertes manos del tañedor de tabla arrancan graves sonidos a los que la delicada música del armonio pone el contrapunto. La voz aguda que canta en punjabi los himnos del Gurú Granth Sahib, el texto central del sijismo, es inmediatamente seguida por otras voces que sumándose crean un ambiente casi mágico. Decenas de turbantes y vestidos tradicionales completan una escenografía que nos transporta, como en un viaje en el tiempo, al Punjab.
En la céntrica Calle de la Cabeza de Madrid inició hace siete años su andadura el primer gurudwara —templo sij— para las casi 40 familiasque residen en la capital. Su presidente, Paramgit Singh, un anciano de barba larga, blanca y agreste, cuenta con semblante serio el origen de sus inicios:
«Cuando hace 25 años llegué a España apenas éramos 5 familias sijs. Al ser la nuestra una comunidad tan pequeña, construir un templo parecía un reto imposible». Pero explica Paramgit que según fueron aumentando en número, «nos pusimos en marcha y persuadiendo a los recién llegados de la necesidad de aportar fondos, finalmente pudimosabrir el Gurudwara Singh Sabha el 8 de agosto de 2008». Desde ese momento el templo se convirtió en el lugar de encuentro para la adoración a través del Keertan, el canto colectivo de la alabanza de Dios, y la búsqueda de apoyo y orientación del Gurú.
En todo el mundo son unos 25 millones, y la mayoría vive en la región india del Punyab. En España son alrededor de 20.000, y tienen 18 templos. A pesar de que forman la quinta religión más grande del mundo, más de 30 millones de seguidores, muy pocos saben algo acerca de la fe sij. «Muchos nos confunden con los musulmanes. Sólo pedimos a la gente que, por favor, lea acerca del sijismo para que nos conozca realmente, porque cuando nos conocen, nos respetan», afirma el responsable del templo.
El sijismo es una fe nacida en el siglo XVI en el contexto del choque en la India entre hinduismo e islam. Entonces, el fundador de este credo monoteísta, Gurú Nanak, dijo: «No hay hindúes, no hay musulmanes». La nueva religión nacería como oposición al sistema de castas característico del hinduismo, y como defensora de la igualdad entre todos los «hijos de Dios».
Bienvenidos todos
Los niños, algunos con pequeños turbantes, corretean por la sala sonriendo a las caras nuevas. Casi todos llevan el Kara, un brazalete de acero en la muñeca derecha, que forma parte de la vestimenta tradicional sij. «El gurudwara es un lugar importante para la transmisión de la cultura a las generaciones más jóvenes», comenta Paramgit. «Lo esencial no son los rituales, sino que nuestros hijos aprendan a practicar las virtudes de la caridad, amabilidad y humildad», concluye el anciano.
Tras el servicio de culto, la multitud cruza una estrecha puerta de cristal y se sienta en círculo sobre una alfombra. El olor a especias inunda la sala y a modo de preparación beben un Masala chai —té con hierbas aromáticas— en espera del festín. Bondadosos, los gurús, desde las imágenes de los muros, contemplan el variopinto paisaje de los comensales: muchos son punjabis, pero también españoles, rumanos, latinos… Y de todos los perfiles: hombres, mujeres o parejas jóvenes con hijos. El menú: arroz, lentejas aliñadas con especias picantes, chapati — pan indio— y yogur.
Kalyansi Singh, un hombre menudo de sonrisa contagiosa, dirige un negocio textil en la capital y desde los comienzos del gurudwara colabora en el centro siempre que tiene ocasión. Sostiene que «la hospitalidad es un elemento clave de la tradición sij. Las puertas del templo deben estar siempre abiertas, simbolizando el hecho de que cualquier persona, sin importar su fe, sea bienvenida».
«La cocina gratuita del gurú»
La antigua tradición del langar es posiblemente su símbolo más representativo: cualquier visitante del templo es alimentado en «la cocina gratuita del gurú». Iniciada por el Gurú Nanak Dev Ji, está diseñada para mantener el principio de igualdad entre los pueblos, con independencia de religión, casta, color, credo, edad, sexo o condición social.
Además, «el langar representa una ruptura radical con las tradiciones sociales hindúes, que en parte se basan en la comida», según explica Rakesh Kaur, una voluntaria sij originaria de Cambridge. «Los brahmanes —la casta más alta del hinduísmo— no pueden comer con cualquiera, pero en el gurudwara, los sijs comen juntos, cocinan juntos y limpian después todos juntos. Significa que no hay absolutamente ningún lugar para la jerarquía social». Esto supuso una gran revolución en el siglo XVI, cuando se empezó a desarrollar el sijismo en el subcontinente indio.
«Comer juntos es lo que teje la trama que amalgama la comunidad y rompe las barreras que separan a los humanos», concluye Rakesh Kaur, profesora de inglés en un colegio de Madrid y también da clases gratuitas de punjabi y canto procesional de himnos sagrados en el Gurudwara. Bastante más allá de los ideales de igualdad, el langarlleva a la práctica la ética del compartir, de la comunidad, la inclusión y la unidad de toda la humanidad.
El presidente comenta, bajando un poco la voz, que «hasta el 60 por ciento de los que comen entre diario en el gurudwara de Madrid no son sijs», aunque la comida y el mantenimiento del templo lo llevan las familias que profesan la religión. «Es un gran servicio y un brillante ejemplo para todos», dice Toñi, española de mediana edad que «por la maldita crisis» come en el Gurudwara Singh Sabha con más asiduidad de la que le gustaría. Aunque en su opinión «todos los madrileños deberían tomar un par de horas para venir y experimentar lo que el culto sij es».
A casi 7.000 km de Amritsar, la ciudad sagrada del sijismo, que tanto añora el anciano presidente Paramgit Singh, esta comunidad sigue los principios que hace más de 500 años fundó el Gurú Nanak. Es la quinta religión organizada con más fieles del mundo —con 30 millones de seguidores— y a pesar de que en España apenas es conocida, está ya enraizada en nuestro solar patrio.
Símbolos de la Khalsa - la hermandad de los sijs
Las cinco «K»
Los sijs que han pasado por la Ceremonia de Amrit, son llamados miembros de la Khalsa (la comunidad de los sijs bautizados). En ella adoptan cinco símbolos que les otorgan una identidad única para simbolizar la disciplina y la espiritualidad. Las cinco Ks son los cinco elementos de la vestimenta y la apariencia física (una especie de uniforme) creados por el Guru Gobind Singh, cuando reunió a los primeros miembros de la Khalsa en el día Baisakhi en 1699.
—Kesh - el pelo sin cortar y barba, dada por Dios, para que él o ella sostengan una conciencia superior; y un turbante, la corona de la espiritualidad.
—Kangha - un peine de madera para el hombre como símbolo de la limpieza.
—Kacha - ropa interior de algodón como un recordatorio del compromiso con la pureza.
—Kara - una pulsera de acero, que representa el pacto con la verdad.
—Kirpan - en sus orígenes era una espada ceremonial, pero actualmente no es más que una pequeña daga. Simboliza poder y libertad de espíritu, autorrespeto y la lucha constante por el bien y la moralidad sobre la injusticia.
A través de la Khalsa también se comprometen a abstenerse de toda relación sexual fuera del matrimonio, y abstenerse de la carne, el tabaco, el alcohol, y todos las otras sustancias tóxicas.
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