Ayer, los radicales, que son 5, sumaron su cuarto bloque, con la separación de María Eugenia Schmuck y Sebastián Chale del sector que compartían con Jorge Boasso.
La Capital |
El Concejo Municipal no para de sumar bloques políticos. Es más, ayer creó otro, producto de la gran diáspora radical, y ahora son 14 los sectores en los que se dividen los 22 concejales. Así, lejos de lo que alguna vez tuvo como precepto la ley Borgonovo, que apuntó a mejorar la calidad legislativa y achicar el gasto político, en el Palacio Vasallo se suman los secretarios y gastos de funcionamiento, aunque en el caso del bloque que vio la luz anoche, no estaba definida la designación de esos cargos.
Lo curioso es que en el Concejo local, 9 de los 14 bloques políticos están conformados por un solo concejal. No obstante, como bloque en sí, le corresponden las generalidades de la ley: un secretario y gastos de funcionamiento.
El último bloque en aparecer es el flamante “Radicales Progresistas”, producto de la gran diáspora que tiene el partido de la boina blanca. Lo integran María Eugenia Schmuck y Sebastián Chale, dos correligionarios que fueron clave para que el Frente Progresista consiguiera una exigua victoria en las últimas elecciones.
En las internas abiertas Schmuck se había mostrado muy crítica de la actual gestión de Mónica Fein, y merced al caudal de votos que cosechó, al fin logró que su voz se escuchara con más fuerza por parte de sus aliados socialistas.
Así, los afiches sonrientes junto a Fein sin dudas se toparon con los de su compañero de bloque y otrora candidato a vicegobernador por el PRO, Jorge Boasso. El final de ese sector político estaba cantado, y ayer se oficializó.
En este contexto no resulta extraño que el radicalismo siga mostrando sus tremendas diferencias internas. Para muestra sobre un botón: en el Concejo local los radicales son cinco y están divididos en cuatro bloques a saber, cada uno con originales nombres: “Radical” (Jorge Boasso), “Radicales Progresistas” (María Eugenia Schmuck y Sebastián Chale), “UCR 1983 (Martín Rosúa) y “Unión Cívica Radical” (Daniela León).
Una tendencia. Hace unos meses, quien había dado el portazo a su antiguo líder y aliado fue la concejala María Fernanda Gigliani, quien después de años de caminar junto a Héctor Cavallero decidió desandar el camino y se fue del bloque. Surgió así el espacio “Iniciativa Popular”, bajo el paraguas del diputado provincial Oscar Urruty, otro antiguo socio del ex intendente socialista.
Como se ve, las lealtades en el mundo de la política parecen tener fecha de vencimiento. Alguna vez todos los radicales caminaron juntos y los cavalleristas también. Hoy, cada uno tiene su bloque.
Del lado de los peronistas sucede lo mismo. Los kirchneristas tienen su propio bloque (Roberto Sukerman y Norma López), los que se aliaron con Sergio Massa el suyo (Osvaldo Miatello), los que recientemente sellaron acuerdos con La Cámpora también tienen su espacio (Carlos Cossia) y los que caminaron con el PRO, el propio (Diego Giuliano). A esto hay que sumar a los ex cavalleristas que ahora militan en el kirchnerismo.
A partir de diciembre, en tanto, llegarán otros bloques, como los sectores de izquierda, que piden pista tras una excelente elección.
Todo indica que la diáspora parece no detenerse, al ritmo de una creciente tendencia a conformar nuevos bloques políticos y alejarse de antiguos compañeros de ruta.
Lo curioso es que en el Concejo local, 9 de los 14 bloques políticos están conformados por un solo concejal. No obstante, como bloque en sí, le corresponden las generalidades de la ley: un secretario y gastos de funcionamiento.
El último bloque en aparecer es el flamante “Radicales Progresistas”, producto de la gran diáspora que tiene el partido de la boina blanca. Lo integran María Eugenia Schmuck y Sebastián Chale, dos correligionarios que fueron clave para que el Frente Progresista consiguiera una exigua victoria en las últimas elecciones.
En las internas abiertas Schmuck se había mostrado muy crítica de la actual gestión de Mónica Fein, y merced al caudal de votos que cosechó, al fin logró que su voz se escuchara con más fuerza por parte de sus aliados socialistas.
Así, los afiches sonrientes junto a Fein sin dudas se toparon con los de su compañero de bloque y otrora candidato a vicegobernador por el PRO, Jorge Boasso. El final de ese sector político estaba cantado, y ayer se oficializó.
En este contexto no resulta extraño que el radicalismo siga mostrando sus tremendas diferencias internas. Para muestra sobre un botón: en el Concejo local los radicales son cinco y están divididos en cuatro bloques a saber, cada uno con originales nombres: “Radical” (Jorge Boasso), “Radicales Progresistas” (María Eugenia Schmuck y Sebastián Chale), “UCR 1983 (Martín Rosúa) y “Unión Cívica Radical” (Daniela León).
Una tendencia. Hace unos meses, quien había dado el portazo a su antiguo líder y aliado fue la concejala María Fernanda Gigliani, quien después de años de caminar junto a Héctor Cavallero decidió desandar el camino y se fue del bloque. Surgió así el espacio “Iniciativa Popular”, bajo el paraguas del diputado provincial Oscar Urruty, otro antiguo socio del ex intendente socialista.
Como se ve, las lealtades en el mundo de la política parecen tener fecha de vencimiento. Alguna vez todos los radicales caminaron juntos y los cavalleristas también. Hoy, cada uno tiene su bloque.
Del lado de los peronistas sucede lo mismo. Los kirchneristas tienen su propio bloque (Roberto Sukerman y Norma López), los que se aliaron con Sergio Massa el suyo (Osvaldo Miatello), los que recientemente sellaron acuerdos con La Cámpora también tienen su espacio (Carlos Cossia) y los que caminaron con el PRO, el propio (Diego Giuliano). A esto hay que sumar a los ex cavalleristas que ahora militan en el kirchnerismo.
A partir de diciembre, en tanto, llegarán otros bloques, como los sectores de izquierda, que piden pista tras una excelente elección.
Todo indica que la diáspora parece no detenerse, al ritmo de una creciente tendencia a conformar nuevos bloques políticos y alejarse de antiguos compañeros de ruta.
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