Pese a que hace 10 años rige una ordenanza por la que las empresas deben contratarlas, los estereotipos de género son más fuertes y la mayoría de los conductores son hombres. A pesar de los intentos, es complejo para las mujeres pasar los requisitos para convertirse en chofer de ómnibus.
La Capital |
Sobre el total aproximado de dos mil choferes varones que hoy manejan colectivos del transporte urbano en Rosario, sólo hay una conductora, de la empresa La Mixta, al volante de un 127. Y eso que la ordenanza aprobada en el Concejo por unanimidad obligando a las empresas a incorporar mujeres al volante de sus unidades ya está por cumplir 10 años. La proporción exime de comentarios, pero se ve que a pesar de todo ganas de revertirla no faltan: hace un mes la Dirección de Empleo Municipal publicó el ofrecimiento de un puesto de “conductora” para el transporte público de pasajeros con los mismos requisitos que se le exigen a cualquier chofer: tener más de 21 años, de mínima estudios primarios, carné habilitante, conocimientos de tránsito y otras aptitudes psicofísicas. A la oferta respondieron ya 20 mujeres que se postularon personalmente o a través del servicio de carga de currículum municipal. El anuncio colgado por Empleo en Facebook tuvo 24.440 visitantes y 194 lo compartieron con familiares y amigos para alentarlos a presentarse.
Evidentemente, revertir pautas culturales muy arraigadas en materia de género no es algo fácil ni para hombres ni para mujeres: una vez que ya están internalizados los estereotipos y naturalizados los roles, los varones siempre aparecen asociados a las máquinas, los motores y la técnica, y ellas al cuidado de terceros, la educación o el trabajo artesanal.
Sin embargo, la conducción de vehículos particulares (y cada vez más de taxis) en las calles rosarinas está ostensiblemente repartida y a nadie se le ocurriría hoy que una mujer no pueda manejar.
Es más: estadísticas nacionales del Centro de Experimentación en Seguridad Vial muestran que, por un lado, 3 de cada 7 conductores es mujer y, por otro, que más del 70 % de los accidentes con heridos los protagonizan varones. Por eso, desde la gerencia del organismo, Gustavo Brambati cree que “la diferencia entre ambos al momento de manejar un vehículo consiste en que la mujer es más precavida y calcula más cada maniobra, va con más cuidado”.
Sin embargo, de los dos mil choferes que el titular de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), Manuel Cornejo, estima que actualmente están al volante de las unidades del transporte de pasajeros en Rosario apenas una es mujer. Y eso que los sueldos son interesantes (ver página 11).
Es ley. Lo increíble es que en Rosario la ordenanza 7.981, aprobada por el Concejo en abril del 2006 a partir del proyecto presentado por una ciudadana (ver página 11 ), creó el Programa de Mujeres Choferes del Transporte Urbano de Pasajeros, que debía propiciar su “gradual incorporación” en el plantel de conductores de las empresas que pertenecen al Estado municipal. Por entonces sólo se sindicaba la Semtur, hoy se agrega La Mixta.
Taxativamente, la norma establecía que las vacantes deberían “ser cubiertas en forma igualitaria entre varones y mujeres, garantizando el ingreso de una mujer por cada dos puestos a cubrir”. También exhortaba a la Secretaría de Servicios Públicos a “promover la adhesión” al programa de las empresas privadas (hoy una sola, Rosario Bus). Más claro, imposible.
Pero casi una década después, sólo Noelia Loero está manejando un ómnibus en la ciudad, la línea 127, desde finales del 2013. La misma empresa, La Mixta, tomó como chofer a otra mujer que por un tiempo condujo un 115, pero después renunció.
Curiosamente, porque en realidad es la única firma del sistema de transporte público de Rosario que tomó conductoras, el presidente de La Mixta, Matías Galíndez, asegura que pese a que siempre sostuvieron la “búsqueda”, incorporar mujeres a la flota “no ha sido un tema sencillo”.
“La realidad es que la mayoría de las mujeres no pasan los procesos formales de selección, tanto de manejo como psicofísicos”, argumenta el directivo, por lo que “por 20 hombres (postulados al puesto), queda una mujer”. Aun así, Galíndez sostiene que “ojalá sean más” y promete continuar en ese “camino difícil”, pero que conducirá hacia la igualdad de oportunidades laborales entre los géneros.
En la Semtur, juran que no tendrían “el menor problema” en contratar a conductoras, pero que ninguna se postula. “Tenemos abierto todo el año un buzón que recepciona currículums y jamás se nos presentó una mujer”, cuenta a La Capital el gerente general de la firma, Héctor Zanda.
Y curiosamente, Rosario Bus no tiene ni una sola mujer al volante en su flota de colectivos urbanos, pese a que sí hay varias conduciendo unidades interurbanas que pertenecen a la firma.
De hecho, tanto La Mixta como Rosario Bus habilitan a cargar los currículum on line desde sus sitios web y uno de los casilleros da a optar entre “masculino-femenino”.
Todo bien, pero la realidad dice otra cosa. “Hay lugares muy duros aún para ser ocupados por mujeres: este es uno de ellos”, sentencia la titular del Instituto Municipal de la Mujer, Andrea Travaíni.
El transporte, el tránsito, “son especies de guetos masculinos donde se refuerzan todos los estereotipos: todavía se escucha el «andá a lavar los platos»”, insiste, a pesar de que cada vez hay, por ejemplo, más taxistas mujeres e incluso en la última entrega de licencias se contempló un cupo femenino.
“Y no es que las taxistas no hayan tenido dificultades, de hecho hubo que mantener reuniones con las cámaras y el gremio de los choferes”, remarca la funcionaria.
Se trata de un problema complejo porque expresa representaciones culturales muy arraigadas, pero al Estado le cabe inexorablemente la misión de transformarlas. De hecho, Rosario fue pionera al definir el Plan de Igualdad de Oportunidades Laborales. Y a esa letra hay que hacerla cumplir.
La única concejala que persiste en su banca entre los autores del proyecto que obliga a las empresas de colectivos de Rosario a ir cubriendo sus sucesivas vacantes de choferes con un 50 % de mujeres es la radical Daniela León.
Al respecto, la edila admite que “la ordenanza no se cumple” y a la vez asegura que “aún falta mucho para que la perspectiva de género atraviese todas las áreas”.
Y de hecho, señala un detalle elocuente: “Pese a que el presupuesto municipal se supone que ya adopta esa perspectiva, claramente se ve que las áreas que más mujeres incluyen son Salud y Promoción Social”. De nuevo, estereotipos de la mujer cuidadora. Que puede ser maestra, enfermera, médica, trabajadora social, portera o peluquera. Rara vez electricista, gasista o, por lo visto, “chofera”.
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