El lobby israelí se lanzó sobre el Congreso para buscar que el histórico pacto atómico sea anulado. El miércoles habrá una marcha opositora. Obama salió ayer a defender la iniciativa.
Clarín |
El acuerdo nuclear con Irán fortaleció la imagen internacional del presidente estadounidense Barack Obama, pero al mismo tiempo le generó una serie de peligrosos enemigos, uno de ellos en el propio corazón del país. Un poderoso lobby israelí lanzó esta semana en Washington una campaña multimillonaria destinada a que el Congreso rechace de plano el pacto con Teherán.
También de otros sectores pro-israelíes, como el que encabeza Jeffrey Weisenfeld, quien organizó para el miércoles una marcha en el centro neoyorquino de Times Square bajo el lema“Stop Irán Rally”. Según sostiene, será la mayor protesta bipartidaria contra el acuerdo.
Ante este escenario, el mandatario decidió meterse de lleno en la batalla. Ayer salió refutar las críticas y a defender el acuerdo, al que calificó como “una oportunidad histórica”. “No debo pedir disculpas por hacer de Estados Unidos un país más seguro”, dijo en su tradicional discurso a la Nación de los sábados.
Si estos lobbys triunfan, tendrán un grave problema en sus manos porque habrán anulado un plan que aliviaba un peligro nuclear para volver a fortalecerlo.
Sin este acuerdo, continuó, “arriesgaríamos otra guerra en esta región, la más volátil del mundo”. “Este acuerdo pone la bomba todavía más lejos del alcance de Irán, imponiéndole la prohibición para siempre de poseer un arma nuclear”, agregó. Y luego remató: “Acepto todo tipo de examen y de crítica, y no tengo miedo de responder a ninguna pregunta u objeción al acuerdo. Pero como Comandante en Jefe no debo disculparme por hacer este país más seguro”.
El Congreso estadounidense tiene 60 días para revisar el acuerdo alcanzado entre Irán y las cinco potencias con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU –EE.UU., Francia, Gran Bretaña, China y Rusia–, más Alemania.
Los líderes republicanos, que controlan ambas cámaras, han criticado duramente el acuerdo. Pero Obama ya advirtió que vetará cualquier proyecto que obstaculice el pacto. Para invalidar el veto presidencial, la oposición necesita 67 votos en el Senado y 290 en la Cámara de Representantes.
Es poco probable que puedan lograr ese objetivo, pero es a lo que apunta el poderoso lobby que lleva adelante el Comité de Asuntos Públicos de EE.UU.-Israel (AIPAC, según sus siglas en inglés). Su vocero, Patrick Dorton, confirmó este viernes que están impulsando un comité de acción independiente llamado Ciudadanos, para rechazar el pacto con la República Islámica. Inclusive señaló que ya pusieron en marcha una profusa campaña televisiva y digital en todo el país.
En su página Web, AIPAC señala que el acuerdo le permitirá a Irán “recibir más de 100 mil millones de dólares” cuando se levanten las sanciones y los embargos en Europa y en EE.UU., y que el país persa “utilizará estos fondos para alimentar sus ambiciones hegemónicas, apoyar la matanza de civiles en Siria, financiar las organizaciones terroristas de Hamas y Hezbollah, y estimular los conflictos armados en toda la región”. Se trata de frases muy similares a las utilizadas por el premier israelí, Benjamin Netanyahu, uno de los primeros que criticó la decisión estadounidense. En otro tramo de su declaración, el lobby israelí en Washington sostiene que el “Congreso debe rechazar este acuerdo e instar a la administración a trabajar con nuestros aliados para mantener la presión económica sobre Irán, al tiempo que permita negociar un mejor trato que realmente le cierre a los iraníes todos los caminos a la obtención de un arma nuclear”.
Obama deberá convencer al menos a un tercio del Congreso para que no trabe la suspensión de las sanciones estadounidenses, prometida por Washington como contrapartida a las concesiones iraníes. Ayer, el vicepresidente Joseph Biden inició acciones en ese sentido al reunirse en privado con los legisladores demócratas de la Cámara Baja. Más allá de si el Congreso estadounidense respalda o rechaza el pacto nuclear, para los especialistas el debate acentuará la incertidumbre durante las cruciales primeras semanas del acuerdo, cuando será más vulnerable a posibles reconsideraciones políticas o virtuales cambios.
El otro frente son los países aliados de Estados Unidos en la región, como Arabia Saudita e Israel, que se mostraron particularmente molestos por el pacto y que reclaman un gesto de Washington. Obama recibió ayer al embajador de Riad para explicarle que el acuerdo no modifica su relación.
La semana próxima el secretario estadounidense de Defensa, Ashton Carter, viajará a Arabia Saudita y a Israel con el mismo objetivo. Todas maniobras que apuntan a diluir la presión externa.
También de otros sectores pro-israelíes, como el que encabeza Jeffrey Weisenfeld, quien organizó para el miércoles una marcha en el centro neoyorquino de Times Square bajo el lema“Stop Irán Rally”. Según sostiene, será la mayor protesta bipartidaria contra el acuerdo.
Ante este escenario, el mandatario decidió meterse de lleno en la batalla. Ayer salió refutar las críticas y a defender el acuerdo, al que calificó como “una oportunidad histórica”. “No debo pedir disculpas por hacer de Estados Unidos un país más seguro”, dijo en su tradicional discurso a la Nación de los sábados.
Si estos lobbys triunfan, tendrán un grave problema en sus manos porque habrán anulado un plan que aliviaba un peligro nuclear para volver a fortalecerlo.
Sin este acuerdo, continuó, “arriesgaríamos otra guerra en esta región, la más volátil del mundo”. “Este acuerdo pone la bomba todavía más lejos del alcance de Irán, imponiéndole la prohibición para siempre de poseer un arma nuclear”, agregó. Y luego remató: “Acepto todo tipo de examen y de crítica, y no tengo miedo de responder a ninguna pregunta u objeción al acuerdo. Pero como Comandante en Jefe no debo disculparme por hacer este país más seguro”.
El Congreso estadounidense tiene 60 días para revisar el acuerdo alcanzado entre Irán y las cinco potencias con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU –EE.UU., Francia, Gran Bretaña, China y Rusia–, más Alemania.
Los líderes republicanos, que controlan ambas cámaras, han criticado duramente el acuerdo. Pero Obama ya advirtió que vetará cualquier proyecto que obstaculice el pacto. Para invalidar el veto presidencial, la oposición necesita 67 votos en el Senado y 290 en la Cámara de Representantes.
Es poco probable que puedan lograr ese objetivo, pero es a lo que apunta el poderoso lobby que lleva adelante el Comité de Asuntos Públicos de EE.UU.-Israel (AIPAC, según sus siglas en inglés). Su vocero, Patrick Dorton, confirmó este viernes que están impulsando un comité de acción independiente llamado Ciudadanos, para rechazar el pacto con la República Islámica. Inclusive señaló que ya pusieron en marcha una profusa campaña televisiva y digital en todo el país.
En su página Web, AIPAC señala que el acuerdo le permitirá a Irán “recibir más de 100 mil millones de dólares” cuando se levanten las sanciones y los embargos en Europa y en EE.UU., y que el país persa “utilizará estos fondos para alimentar sus ambiciones hegemónicas, apoyar la matanza de civiles en Siria, financiar las organizaciones terroristas de Hamas y Hezbollah, y estimular los conflictos armados en toda la región”. Se trata de frases muy similares a las utilizadas por el premier israelí, Benjamin Netanyahu, uno de los primeros que criticó la decisión estadounidense. En otro tramo de su declaración, el lobby israelí en Washington sostiene que el “Congreso debe rechazar este acuerdo e instar a la administración a trabajar con nuestros aliados para mantener la presión económica sobre Irán, al tiempo que permita negociar un mejor trato que realmente le cierre a los iraníes todos los caminos a la obtención de un arma nuclear”.
Obama deberá convencer al menos a un tercio del Congreso para que no trabe la suspensión de las sanciones estadounidenses, prometida por Washington como contrapartida a las concesiones iraníes. Ayer, el vicepresidente Joseph Biden inició acciones en ese sentido al reunirse en privado con los legisladores demócratas de la Cámara Baja. Más allá de si el Congreso estadounidense respalda o rechaza el pacto nuclear, para los especialistas el debate acentuará la incertidumbre durante las cruciales primeras semanas del acuerdo, cuando será más vulnerable a posibles reconsideraciones políticas o virtuales cambios.
El otro frente son los países aliados de Estados Unidos en la región, como Arabia Saudita e Israel, que se mostraron particularmente molestos por el pacto y que reclaman un gesto de Washington. Obama recibió ayer al embajador de Riad para explicarle que el acuerdo no modifica su relación.
La semana próxima el secretario estadounidense de Defensa, Ashton Carter, viajará a Arabia Saudita y a Israel con el mismo objetivo. Todas maniobras que apuntan a diluir la presión externa.
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