Lo aseguró, Abel Albino, el creador de la única red (Conin) que lucha contra la desnutrición infantil. “Yo estaré feliz el día que cierre el primer centro nuestro porque ya no se necesita”, dijo.
Autor:Juan Baialardo / Diario UNO de Santa Fe - Actualidad. Hoy Conin tiene 65 centros en todo el país y nueve en el extranjero (América latina y África).
En la semana el creador de la Red Conin (Cooperadoras para la Nutrición Infantil) visitó la ciudad –en el marco de una charla que organizó la fundación Hoy x Mañana, sede de la Red en Santa Fe– que fue denominada “La guerra del hombre contra el hambre”. Diario UNO estuvo presente y dialogó con el profesional, quien aseguró que “es posible terminar con la desnutrición infantil en el país si se trabaja en equipo”.
“Hay que preservar el cerebro del niño que es lo único que nos llevará al crecimiento entre el embarazo, el primero y el segundo año de vida, porque es en este tiempo cuando tiene un mayor desarrollo; ya que cuando un niño bien alimentado comienza a caminar su cerebro pesa 950 gramos, solo unos 250 gramos menos de lo que pesará cuando sea un adulto”, explicó el profesional y siguió: “Y para hacerlo no solo tenemos que hacer foco en los niños, sino también en sus mamás, porque las mujeres son el principal agente sanitario que existe; si la madre es incorporada al tratamiento del chico, el niño logra mayor peso, talle y coeficiente intelectual que aquel cuya mamá no está comprometida en su tratamiento”.
Sobre ese último punto y teniendo en cuenta que en la actualidad Conin tiene 65 centros en todo el país y nueve en el extranjero, el médico pediatra –que se doctoró en la de Universidad de Cuyo e hizo una especialización en pediatría en Chile, donde conoció a quien sería su maestro–, explicó: “El sector más crítico de desnutrición en Argentina es el norte, pero eso no tiene nada que ver con que sean peores los gobiernos, sino porque la gente hambrienta emigra a los lugares más cálidos. Es decir, siempre los lugares más cálidos del hemisferio norte son los del sur y los del sur son los del norte, por el simple hecho que donde hay frío, una persona hambrienta que no tiene buen abrigo y comida no puede subsistir”.
—Comenzó su trabajo en el país hace más de 20 años (en 1992), ¿hubo algunos lugares en donde le costó más trabajar?
—Sí, en Formosa. Allí habíamos abierto unos pozos de agua que los taparon y arruinaron totalmente, los llenaron de ripio, tierra y vidrio molido. Fue una situación muy incómoda de la que no nos gusta hablar mucho, prefiero resaltar las cosas buenas como en Santa Fe donde tenemos un equipo de gente maravillosa, con más de 100 jóvenes. Y eso es muy esperanzador porque el país es de ellos, y lo sienten así, lo defienden y les duele lo que pasa, y eso es fantástico; porque es tan triste ver desangrar el país con jóvenes que se van y no vuelven. Y ojo, yo no estoy en contra de que se vayan, porque emigrar para estudiar, formarse, investigar, no es malo, al contrario. Así lo hicieron grandes como Belgrano, Sarmiento, San Martín, Alberdi, que volvieron luego de tomar otra perspectiva.
—Y eso le pasó a usted, ¿cómo fue que decidió volver de Europa para crear la red?
—Fue hace 22 años, en enero de 1992 cuando luego de haber viajado a Chile me fui a España para formarme en biología molecular en gastroenterología y me golpeó ver a esos países de Europa tan pequeñitos y poderosos, porque no podía dejar de pensar en el nuestro que es tan grande y está arruinado y no nos damos cuenta. Y entonces me di cuenta de que estaba haciendo una especialidad del futuro cuando yo soy hijo de un país que no tiene solucionado su pasado. Comprendí que podía subirme al tren del desarrollo y partir, pero también entendí que mucha gente se iba a quedar; y entonces me dije «yo soy médico, médico de niños, y si hay un chico que me necesite, lo correcto, lo digno, es que me vuelva». Y así fue, volví.
—¿Y cómo nació la idea de Conin?
—Antes de decidir volver por primera vez –porque hubo un segundo viaje– había encontrado tirado en una acequia un diario, y al levantarlo leí una entrevista que le hicieron a la Madre Teresa de Calcuta donde ella decía “el fruto del silencio es la oración, el fruto de la oración es la fe, la fe es el amor, el fruto del amor es el servicio y el fruto del servicio es la paz”. Esa frase me llevó a pensar que yo tenía que servir, pero no sabía a quién ni cómo. Así fue que a los cinco meses me llaman por otra propuesta y vuelvo a viajar a Europa donde tuve la oportunidad de escuchar al Papa Juan Pablo II en una homilía. Él dijo: “Pobres de los más necesitados, sigan el ejemplo del beato José María que inició sus acciones en los hospitales del Virrey en Madrid, donde todos, o la gran mayoría eran tuberculosos”. Y esa frase me cambió la vida. De repente la respuesta estaba allí, lo que había dicho la Madre Teresa y Juan Pablo II se unían: tenía que servir a los más necesitados; entonces renuncié nuevamente y me volví a la Argentina para ocuparme de desnutrición y pobreza.
Su historia
Anécdotas, frases textuales de escritores que le marcaron la vida y de apasionados que lo acompañaron inundan el discurso de Albino, quien asegura: “La gente que me acompaña es mucho mejor que yo e incluso sin ellos mi trabajo no sería nada”. Humildad y corazón se dejan entrever en sus palabras, dos características que quizás demuestren por qué el crecimiento de Conin llegó a tanto y aún está a la espera de mucho más.
Y es que Albino firmó un convenio con el Papa Francisco para extender su trabajo hacia otras latitudes. “Hoy estamos en América latina y África con la propuesta para irnos a la India, pero de la mano del Papa podemos ir a todo el mundo, donde sea necesario”, aseguró el destacado profesional y completó: “Ojalá no existiese el problema. El día feliz mío va a ser el que se cierre el primer centro Conin, porque ya no sea necesario. Eso va a ser fantástico, pero mientras tanto siempre que sea necesario tendremos que estar asistiendo a todos estos niños que están formando sus huesitos, su cabecita, están creciendo y necesitan del apoyo, la contención y el compromiso nuestro”.
—¿Recuerda cómo fueron esos primeros pasos en Mendoza, y cómo logró que la gente lo siga en este objetivo?
—Pasaron varias cosas. Yo soy un hombre tenaz y cuando me convenzo de algo es muy difícil que me quiebre, pongo una pasión en la constancia que hago las cosas que hasta yo mismo me sorprendo de lo que hago. Sé que hay mucha gente que muchas veces no comprende por qué yo hago lo que hago, y los entiendo porque yo mismo muchas veces no lo sé. Tengo esa cosa, ese imperativo moral y fue como empecé. Me iba con una lata de aceite de veinte libros en el baúl de mi auto por los barrios y me paraba abajo de árbol para dar charlas. Al tacho lo usaba de tarima para hablar y de escritorio cuando bajaba. No fue fácil, hubo muchos momentos duros, como cuando hipotequé mi casa y me fundí (“aunque no me pasó nada malo”, aclara entre risas), pero también muchos buenos como cuando llegaron empresarios que me dieron apoyo e innumerable cantidad de familias y voluntarios.
—Si mira su trabajo desde 1992 a esta parte, ¿cuál fue la incidencia que tuvo Conin en la reducción de la desnutrición infantil?
—En Mendoza solamente, en el hospitalito nuestro, hemos logrado recuperar 1.500 desnutridos severos y eso habla de una reducción muy importante, sin contar a todos los centros que enumeramos, pero en relación con otros países como Chile es un papelón los índices que tiene Argentina.
—Y qué cree que pasa en este país, ¿son los gobiernos los que no colaboran?
—Argentina es un país que no se pone de acuerdo, donde todo el mundo opina, aún los que no conocen nada. Entonces eso genera un caos muy grande. Acá cualquiera se siente con posibilidades de hacer cualquier cosa fundado en frases tales como «nadie es más que yo»; y siempre hay alguien más que nosotros en distintos aspectos, o porque es más bueno, más inteligente, más noble o generoso, más estudioso, o lo que sea. Asimismo estamos (los argentinos) siempre criticando a los gobiernos o a los gobernantes cuando en realidad a ninguno de los dos los importamos, son nuestros. Entonces es como decíamos antes, si no trabajamos en equipo y no nos ponemos de acuerdo, no llegamos a ningún lado.
En esa línea y para finalizar, Albino remarcó: “El hecho de que cualquier perejil opine sobre cualquier cosa es también un reflejo de por qué pasa lo que nos pasa. Si no sabemos decir «este sabe más que yo, dejémoslo que haga», vamos a seguir siendo incoherentes en nuestro accionar y repetiremos siempre lo mismo”.
El trabajo de la red en Santa Fe
La Fundación Conin tiene origen en Mendoza de la mano del doctor Abel Albino –creador de una metodología única en la prevención y recuperación de la desnutrición infantil que se centra en el accionar de tres pilares básicos: docencia, asistencia e investigación– tiene diez sedes en la provincia de Santa Fe, pero solo una en la ciudad capital: la Fundación Hoy x Mañana.
Dicha institución funciona desde 2011 con la puesta en marcha de un programa integral que intenta revertir y prevenir la desnutrición infantil de los niños y niñas de 0 a 5 años. Instalada en barrio Roque Sáenz Peña, muy cerca del barrio Santa Rosa de Lima, la entidad recibe los casos que son derivados del centro de salud de la zona; aunque desde hace un tiempo también está cumpliendo funciones en Varadero Sarsotti.
“Sabemos que la demanda que tiene nuestra ciudadanía es mucho mayor, por eso es que nos extendimos y pretendemos ir por más”, explicó la presidenta de la entidad, Inés Larriera.
Para tener más información sobre la institución los interesados pueden visitar su sitio web: www.coninsantafe.org.ar.
Por Loreley Duré / Diario UNO de Santa Fe
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