Socorro Rafaela es una línea a la cual las mujeres que no quieren continuar la gestación pueden llamar para pedir información y acompañamiento. “Es un modo de lucha para legalizar el aborto”.
El miércoles. La comisión de Legislación Penal de Diputados no dio el quórum necesario para el tratamiento del proyecto.
En medio del debate nacional del proyecto para que el aborto sea legal, seguro y gratuito, una agrupación feminista trabaja para garantizar el derecho a la información de las mujeres que quieren interrumpir sus embarazos a través de un teléfono rosa. Y evidencian, una vez más, que con ley o sin ella las mujeres abortan.
“En la Argentina se producen entre 400.000 y 500.000 abortos al año, según cifras oficiales del Ministerio de Salud de la Nación. Es una realidad y nosotras estamos en este proceso de afrontarla. Las socorristas en red entendemos que este es un modo más de lucha para lograr la legalización del aborto”, resaltó Dahiana Belfiori, integrante de Socorro Rafaela.
Y su compañera Gisela Martino agregó que se trata también de una oportunidad para luchar contra el poder hegemónico de los médicos mientras se garantiza el acceso de las mujeres a prácticas seguras y respetuosas de sus deseos. Y en eso un teléfono puede marcar una gran diferencia.
El 15 de noviembre se presentará, de manera oficial en la cabecera del departamento Castellanos, el Socorro Rafaela, un teléfono rosa al que pueden recurrir las mujeres que deseen interrumpir su embarazo de manera segura. Allí encontrarán información y acompañamiento en el proceso. El mismo es administrado por “Enredadera grupo de mujeres y feministas de Rafaela” que trabaja en el marco de Socorristas en Red, una comunidad donde convergen diferentes agrupaciones que brindan ese tipo de apoyo en todo el país.
“Como integrantes de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito (CNDALSG) nos venía pasando que nos llegaban demandas de mujeres en situación de embarazos no buscados, y cada vez más veíamos la necesidad de acompañarlas”, detalló Belfiori sobre el porqué de la decisión de crear la línea.
La información que brindan las socorristas es para la interrupción del embarazo hasta las 12 semanas de gestación con pastillas. El misoprostol produce contracciones uterinas y por ello se usa para provocar el aborto en condiciones seguras. Cabe destacar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó el misoprostol entre sus medicamentos esenciales, ya que está comprobado que su uso aumenta la seguridad y reduce riesgos en prácticas de aborto autoinducidos, y ha elaborado protocolos para su utilización.
“Si bien la presentación de la línea se realizará el 15, desde principio de año estamos realizando acompañamientos”, aclararon las militantes y agregaron que muchas de las mujeres socorridas expresaron su voluntad de participar de otros acompañamientos para poder compartir su experiencia con esas mujeres.
Al respecto reconocieron que la tarea que cumplen también le hace frente al negocio de muchos médicos que cobran altas sumas por realizar el procedimiento. “El encuentro entre socorristas y socorridas permite construir saberes que le sirven a otras socorridas, pero que también le quita el poder al saber médico hegemónico”, indicó Belfiori y eso no es menor en una localidad donde todos los médicos menos uno del hospital “Doctor Jaime Ferré” se declararon objetores de conciencia. Es decir que, como funcionarios públicos, quedan exentos de cumplir la ley. (Ver nota vinculada)
Acompañamiento
El procedimiento es sencillo y está marcado por la escucha, la información y el apoyo. La propuesta es que las mujeres cuenten con toda la información necesaria para llevar adelante la interrupción del embarazo si es lo que han decidido.
“Una vez que nos llaman organizamos un primer encuentro donde les damos la información que necesitan para saber cómo se usa el misoprostol, después las mujeres se encargan de conseguir las pastillas (que se venden en farmacias con receta). Una vez que las tienen nos volvemos a contactar y tratamos de acompañarlas en el proceso”, detalló Martino.
Y agregó: “Les vamos preguntando cómo se sienten y chequeamos que estén atentas a determinados síntomas para asegurarnos que todo esté saliendo bien”.
Al respecto, Belfiori aclaró que “lo que hacemos tiene que ver con el derecho a dar y recibir información correcta sobre un medicamento que funciona como abortivo”.
Para Socorro Rafaela –al igual que para Socorristas en Red– lo central es priorizar el encuentro cara a cara con las mujeres que buscan ayuda. “Para conocerlas y tener un registro humano y afectivo. Queremos conocer su situación. Una vez que la mujer esté abortando nosotras tenemos un teléfono que permanece de guardia activa, donde vamos haciendo ese acompañamiento para que la mujer se sienta cómoda y segura durante el proceso”, relató Belfiori.
El aborto con pastillas hasta las 12 semanas de gestación es –según marca la OMS en distintos documentos– el método más seguro pero, como en todo procedimiento, puede haber complicaciones por lo tanto es central contar con hospitales que apliquen los protocolos de atención posaborto vigentes en la provincia.
“Abortar con misoprostol es una práctica segura, que las mujeres hacen en casa y es una práctica que le quita a los médicos inescrupulosos el negocio que hacen con nuestras vidas”, remarcaron, aunque aclararon que hay una gran cantidad de profesionales de la salud, comprometidos con la lucha por los derechos de las mujeres, que están acompañando a la CNDALSG.
Resistencia y militancia
La experiencia de Socorro Rafaela –que es la única que pertenece a la red nacional y trabaja en el centro y norte de la provincia– da cuenta de lo que las militantes por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito marcan hace años: las argentinas abortan.
Y no existe un solo tipo de mujer que aborta. Lo hacen jóvenes y adultas, casadas y solteras, con y sin hijos, solas y acompañadas.
“Todas las mujeres que llegan a nosotras están más que decididas. En esto es importante desterrar mitos, las mujeres que abortamos en la Argentina somos de todas las clases sociales, de todas las edades y de todas las creencias religiosas”, destacó Martino, de su experiencia en el acompañamiento de las socorridas.
Y Belfiori hizo hincapié en que la decisión de las mujeres a las que ha acompañado tiene que ver con sus proyectos personales, con la posibilidad de elegir cuándo quieren ser madres y cuándo no.
“Otro mito que hay que desterrar es que solo abortan las jovencitas –manifestó. Entre las mujeres que abortan hay muchas que ya son madres. Lo que aparece muy fuerte en nuestra experiencia es que quienes desean interrumpir el embarazo lo hacen por sus propios proyectos de vida, porque ya tienen hijos y no quieren más; y porque cada mujer sabe lo que desea para cada momento específico y especial de su vida”.
Además reconocieron que el poder encontrarse y charlar con las mujeres les permite a ambas –socorrista y socorrida– un intercambio interesante en el que son también ellas como aborteras las que ponen el cuerpo y la experiencia.
“Una mujer, que ya tenía hijos y deseaba abortar, nos preguntó si teníamos hijos. Yo le dije que no y que no quería tenerlos, que no eran parte de mis proyectos. Y después de la charla nos agradeció que le digamos eso porque la había ayudado a ver que era una decisión el tener hijos. Quizás nunca lo había podido poner en palabras”, marcó Martino.
Un punto a destacar es que las mujeres que abortan no siempre están solas en esa decisión. La pareja, la familia y las amigas son parte del proceso en muchos casos.
“Las que vienen solas están un poco más inseguras y necesitan que el teléfono esté más activo Pero la mayoría llegan a nosotras con alguien”, reconoció Belfiori. Y Martino acotó: “Cuando las mujeres vienen con la persona que las va a acompañar es diferente porque les explicamos cómo se utiliza el misoprostol a las dos para que puedan estar atentas a lo que va a pasar”.
Y destacaron que en algunos casos donde las mujeres creen que están solas terminan encontrando a alguien de su entorno dispuesto a acompañarlas o bien son las mismas aborteras las que realizan esa tarea.
Además, las socorristas coincidieron en que muchas veces las mujeres que llegan a ellas están desesperadas y serían capaces de recurrir a cualquier método para no continuar la gestación. “Hubo una mujer que nos dijo «Menos mal que las encontré porque ya había empezado a averiguar cómo era lo del perejil»”, recordó Martino.
Visibilizar
Para las referentes de Socorro Rafaela es importante marcar que su práctica es una manera más de visibilizar la necesidad de que exista una ley que regule el aborto legal. Para que las mujeres, en todo el país, puedan acceder a procedimientos seguros que respeten sus derechos.
“Los socorrismos son posibles gracias a que hay 10 años de Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Desde ese marco, los socorrismos son un modo de contribuir a que el aborto sea legal porque estiramos los límites creando redes con el sector de la salud y porque estamos visibilizando que la práctica es cotidiana”, resaltó Dahiana Belfiori.
“Hay un consenso social que nos sorprende”
El miércoles, la comisión de Legislación Penal de la Cámara de Diputados comenzó a debatir el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo, respaldado por más de 60 diputados de diferentes bancadas. Sin embargo, la presidenta de la comisión Patricia Bullrich (Unión PRO) indicó que no existía quórum para darle carácter formal al tratamiento de la iniciativa.
Las integrantes de Enredadera grupo de mujeres y feministas de Rafaela reflexionaron sobre el porqué de las demoras en el tratamiento real del proyecto elaborado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
Cabe recordar que hace 10 años que la iniciativa es presentada por el colectivo feminista sin que se pueda producir el quórum necesario para su tratamiento. Es la quinta vez que el proyecto ingresa al Congreso.
“No me sorprende lo que ocurrió en la comisión de Legislación Penal del Congreso de la Nación. Esto ya tuvo un antecedente en 2012, donde ocurrió prácticamente lo mismo”, evaluó a título personal Dahiana Belfiori, y agregó: “Hay una fachada de debate, aunque la discusión ha sido muy interesante por parte de la Campaña. Hay toda una sociedad que quiere que el aborto sea legal, que se debata en el Congreso pero ese órgano está haciendo papelones porque está negando el debate y eso implica la negación de los derechos que efectivamente ejercemos las mujeres cotidianamente”.
Además manifestó: “La sensación que me queda es que los legisladores y las legisladoras no están a la altura de lo que la sociedad está demandando que es que se debata el proyecto de ley de la Campaña en el Congreso. Hay un consenso social que a nosotras nos sorprende. La gente se acerca a nuestras actividades, firma el proyecto y nos dice que esto tiene que salir”.
Al respecto, Gisela Martino remarcó que es en el marco de ese apoyo social y esa ausencia de compromiso de los representantes que surgen los teléfonos rosa. “Teniendo en cuenta que las discusiones sobre el aborto se van posponiendo es que surgen los socorrismos. Es un trabajo para legitimar socialmente porque sabemos que la discusión para que el aborto sea legal puede tardar”.
Por último, tanto Belfiori como Martino coincidieron en que la relación entre la presidenta Cristina Fernández y el Papa Francisco es un tema que ha impactada en la posibilidad de avanzar en la sanción de esa normativa. “Nos queda una bronca muy grande porque siguen jugando con nuestra salud y nuestra vida, siguen negando nuestro derecho. Siempre los derechos de las mujeres son la moneda de cambio para conseguir otra cosa”, dijo Belfiori.
Victoria Rodríguez/UNO Santa Fe
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