Es lo que le ocurrió a una mujer que vive en Gral. Paz al 7700. El delincuente la amenazó y le apuntó con una escopeta. Finalmente se llevó electrodomésticos y algo de dinero.
La madrugada del martes, Andrea (36) dormía plácidamente en su casa de barrio Guadalupe cuando de repente despertó sobresaltada. Ni bien abrió sus ojos advirtió la silueta de un hombre que se recortaba en medio de la oscuridad. La peor pesadilla era realidad.
El intruso comenzó a revolver todo el cuarto mientras dirigió a la dueña de casa una frase un tanto tranquilizadora. “No te voy a hacer nada”.
Pero el drama aumentó su tenor cuando a poco de tumbar un canasto para la ropa el sujeto halló una escopeta de doble caño. El rufián cargó el arma y le apuntó a la mujer.
Para esta parte la mujer le indicó al extraño que se quedara tranquilo. Que podía llevarse todo lo quería. El malviviente respondió en igual sintonía. “Vos también quedate tranquila”.
Así y todo la mujer le explicó al desconocido que apurara su actividad debido a que a la brevedad llegaría su esposo del trabajo.
Atento a la indicación, el sujeto se hizo del arma de fuego (una escopeta calibre 12/70) además de algunos electrodomésticos, entre los que se cuenta un LCD de 32 pulgadas; teléfonos celulares y dinero en efectivo.
Finamente se alejó del lugar caminando.
“Nos ganaron”
Fernando Ambrosio es el esposo de Andrea. El se encontraba trabajando en una estación de servicios cuando se enteró del drama que terminaba de acontecer en su domicilio de Gral. Paz 7785.
“Cuando llegué a mi casa veo que el portón de rejas que tengo en la puerta estaba violentado. El tipo corrió el portón 10 centímetros y se metió en la casa. Llegó hasta la pieza donde estaba mi mujer que se despertó pensando que era yo. Mi esposa ya no quiere dormir más acá”, dijo.
“El tema es que se me metió en casa. Nosotros hace más de 35 años que vivimos acá y te digo que llegamos al límite. Anoche me fui a trabajar armado, regresé igual. Con la pistola montada, listo para actuar.
“Yo tengo toda una familia atrás y no me puedo ir a trabajar tranquilo. Entonces estoy harto.
“Siento indignación porque (los delincuentes) ‘nos ganaron’. Nos coparon el barrio y la ciudad mal. Entonces me voy de esta ciudad.
No lo voy a hacer en una semana ni en un mes, pero me voy. No quiero que mis hijos vivan así. No puedo ni siquiera salir a hacer un mandado pensando que la casa está sola”.
Sobre llovido...
“Encima de todo voy acá a la seccional 8va. y parece que te toman el pelo”, prosiguió. “Le pregunté al agente que me atendió si me podía mostrar fotos de sospechosos y me dijo que no. Que tenía que ir a la Fiscalía para eso. Después me enteré que ellos tienen todo.
“También te tenés que bancar que llamas al 911 tres veces y te contestan ‘ya fue el móvil’. Mentira, el móvil nunca llegó. Al rato apareció una camioneta con un agente que no tenía ni idea de lo que había pasado ni cómo tenía que actuar.
“En este barrio el problema de seguridad es muy grande. Roban en casas de familia; asaltan y revuelcan a la gente en la calle. Hasta le tiran a los policías que se animan a entrar”, culminó.
Nadie a salvo
El caso de los Ambrosio no es único.
La semana pasada algo similar vivió la familia Savoyé, que reside en vivienda lindera, en Gral. Paz 7771.
Allí autores ignorados ingresaron por los fondos y se llevaron gran cantidad de objetos, además de provocar destrozos en puertas y ventanas.
José Savoyé (51) sufre además por una fractura en uno de sus brazos. El hombre sufrió dicha lesión cuando un malviviente lo asaltó a la salida de su trabajo, un lavadero de autos.
José circulaba en bicicleta por la ciclovía de Gral. Paz, atrás del Kilgelman cuando un sujeto le salió al cruce armado con un palo. “Me tiró un golpe a la cabeza y yo me atajé con la mano. Por suerte no me caí, pero me fracturó la muñeca”, dijo.
EL LITORAL.
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