Empezó como una promesa y se convirtió en una entidad que trabaja para alimentar a más de 150 familias de cinco barrios de Sauce Viejo y Santo Tomé. El objetivo es convertirlo en una fundación.
.Diario UNO |
Lo que hace once años empezó como una promesa de fe, hoy se convirtió en un acto de amor. La historia del comedor Niño Jesús, ubicado en el barrio San Cayetano de Sauce Viejo, comenzó a escribirse cuando María Cristina del Luján Martínez, se enteró que a su nieto, Giuliano Nahuel Piedrabuena, le diagnosticaban una terrible enfermedad. Con tan solo 18 meses, el pequeño sufría la pérdida de su riñón.
Esta situación crítica derivó en la primera promesa de Cristina: brindar una copa de leche a los más necesitados. Hasta el día de hoy, esta mujer se califica como creyente y devota, y está convencida de que la recuperación de su nieto en ese entonces se vinculó en forma directa con su promesa.
Si bien la enfermedad del pequeño le dio un respiro a él y a su familia, su salud volvió a agravarse a los dos años. En esa oportunidad, su estado fue mucho más grave. Refugiada en su fe, la abuela volvió a pedir ayuda a Dios. Ante la gravedad de la situación, redobló la apuesta. Su pacto consistió en instalar un comedor a cambio de la mejoría de su pequeño nieto.
“Somos gente humilde, mi marido es albañil y yo en ese momento era empleada doméstica. La mamá de Nahuel con tres chicos, se las rebuscaba como podía”, relató Cristina a Diario UNO.
Y esa es la introducción de la historia del comedor que encabeza esta vecina de 61 años que, a pesar de todos los obstáculos que afronta a diario, no baja los brazos y mantiene su promesa con Dios.
Al principio alimentaba a 30 chicos, luego se expandió y, en la actualidad, la mujer junto a su familia y colaboradores puede decir con mucho orgullo que su trabajo colabora a que más de 150 personas reciban un alimento.
“Tengo 100 chicos, mamás solas y abuelos todas las noches, aparte damos 35 viandas a las personas que no tienen trabajo, porque el comedor es chico y no entran todos en el lugar”, relata Cristina.
A esta cifra hay que agregar a los 22 moradores provenientes de la costa que se acercan al comedor a buscar sus viandas diarias. A pesar de que el espacio es reducido, nunca se le negó a nadie un plato de comida, ni siquiera cuando la alacena estuvo tan vacía que estuvieron a punto de cerrar. Mientras tanto, los sábados las instalaciones se utilizan para brindar apoyo escolar a los chicos que así lo necesiten.
Dar de comer a tantas bocas no es tarea fácil, menos cuando los recursos son limitados. Hasta hace dos meses, la recolección y búsqueda de los alimentos se realizaba en los medios en que se podía, tanto pedaleando como en un remís que les cobraba barato. La familia que conforma el equipo de Jesús Niño salía a la calle para cumplir con su misión diaria. Pero algo cambió cuando una joven, Lorena Carnevalle, se acercó hasta las instalaciones del lugar.
Ella pidió permiso para crear una página de Facebook y, a partir de ahí, se convirtió en madrina de la institución y el comedor empezó a juntar más mercadería. La difusión que logró la entidad a través de la red social llevó a que muchas entidades se acercarán a colaborar y brindaran un respiro momentáneo a todos.
Otra de las personas que colabora es Viviana Navas, integrante del grupo Ayuda a Ayudar y oriunda de Buenos Aires, que cada tres o cinco meses junta donaciones y las envía hasta Sauce Viejo.
El equipo que todos los días emprende la ardua tarea de preparar el alimento para quienes más lo necesitan está conformado por la familia de Cristina, entre quienes se encuentran su hija Paola, su marido Jorge y tres mamás del barrio que no tienen trabajo y ayudan a cambio de alimento para sus hijos. Todas las tardes, las cocineras se arremangan y ponen manos a la obra para empezar a cocinar los alimentos.
Las puertas se abren cerca de las 19, para que todos (por turnos) puedan recibir su plato de comida. Esta ceremonia se repite de lunes a viernes, ya que a pesar de todos los esfuerzos que se hacen, la comida no es suficiente para extenderse sábados y domingos.
Más necesidades
En 2010, eran 137 las personas que asistían al lugar, hoy esa cifra asciende a 150. Este incremento no sólo es notorio en la cantidad de gente, sino que también se hace visible en las necesidades que todos manifiestan al momento de sentarse en la mesa.
Los vecinos del barrio San Cayetano no son los únicos beneficiarios de la generosidad de la familia del comedor. También asisten habitantes de Adelina Este, Adelina Oeste, La Amistad y de la Costa.
A lo largo de todo este tiempo, Cristina recibió promesas de ayuda de todo tipo, pero pocas se cumplieron. Sus manos se cansaron de golpear puertas para llevar adelante su trabajo.
A pesar de tanta labor y sacrificio, esta mujer de 61 años no se cansa de luchar y tiene bien en claro que seguirá haciendo lo imposible para alimentar a “los chicos”, como los bautizó hace rato. “Cuando empecé lo hice por mi nieto, pero uno empieza a querer a la gente del comedor. A mis chicos que no los toquen, porque ya jugaron mucho con ellos”, afirmó con ánimo.
A pesar de que la salud de su nieto no mejoró, el próximo objetivo de esta señora es lograr que el comedor obtenga la razón social de fundación. Para cumplir esto se encuentran trabajando para cambiar el nombre del comedor del Niño Jesús a Fundación Nahuel, en honor a ese nieto que llenó de satisfacción a sus familiares y dibujó una sonrisa en los que más lo necesitaban.
Hoy las necesidades principales pasan por juntar zapatillas y cobijas, además de mantener las alacenas llenas con alimentos no perecederos.
Aquellos que estén interesados en aportar un grano de arena a esta entidad pueden hacerlo en forma telefónica a los números 0342 4995422, 0342 154383550 o 0342 155454339 o acercándose a la calle 27, Pasaje 16 del barrio San Cayetano, en la localidad de Sauce Viejo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario