La mesa de chica de la Quinta de Olivos con Cristina al frente de las decisiones ordenó entregar la cabeza de Boudou para lograr un acuerdo con la oposición. Los miedos del oficialismo y la fecha de vencimiento que exigen los candidatos K.
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"Ya no me saludás. ¿Qué pasa?", le dijo Amado Boudou al ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, en el medio de la transmisión del acto por el Día de la Independencia en Tucumán. Randazzo, se sorprendió y no entendió el reclamo del vicepresidente. "¿Qué?", le repreguntó casi sin entender lo que había escuchado, mientras las imágenes tomaban el abrazo. Boudou se sonrió, lo miró, lo agarró con sus dos manos de los hombros pero no repitió lo que le había dicho. "Vamos para adelante", sentenció Amado y siguió con los saludos protocolares. Casi todo fríos e inexpresivos. Ahí estaba, Boudou, cerrando su mes más difícil, sabiendo que lo que viene solo es incertidumbre.
El lunes, el gobernador de Tucumán, José Alperovich, cometió un sincericidio. Afirmó que la presencia del vicepresidente en los actos por el 9 de Julio no estaba confirmada. Ahí, la semana de Boudou arrancó de la peor manera: no iba a terminar mejor. El martes, el Gobierno Nacional, por orden de la Presidenta de la Nación, salió a desautorizar al mandatario provincial y mediante distintos funcionarios, que oficiaron de voceros, el mensaje se envió de forma contundente. No sería el único.
En el kirchnerismo sostienen que la fecha de vencimiento en la pertenencia de Boudou dentro de las filas del Ejecutivo nacional deberá tener como fecha de vencimiento no más de febrero de 2015. "Es imposible que los candidatos del Frente para la Victoria inicien de manera oficial una campaña presidencial con el vicepresidente procesado por corrupción", le explicó a Infobae, uno de los principales operadores del Gobierno nacional. "Si queremos que Randazzo o Scioli tengan chances de ser los candidatos de la continuidad es imprescindible que no existan este tipo de ruidos. Esto va más lejos, no se trata de la inocencia o no de Amado. Eso va por otros carriles, esto pasa por una estrategia electoral. Boudou sabe de esto, no creo que no lo esté entendiendo", agregó
La principal estocada sobre el panorama político de Boudou, llegó el jueves, cuando se le ordenó que le dejara la presidencia del Senado al ex gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora. Infobae confirmó cada uno de los detalles que pesaron sobre esa decisión. La orden que se bajó desde la Quinta de Olivos fue que el proyecto enviado por el Ejecutivo, que otorga inmunidad judicial a los bancos centrales extranjeros, tenga sí o sí su media sanción el mismo jueves. Todo el arco opositor advirtió antes de la sesión que, de estar Boudou sentado en la presidencia, era muy probable que además de poner en riesgo el quórum reclamen de forma intensa y exhaustiva, por lo menos, el pedido de licencia, algo que embarraría de manera única todo el tratamiento del proyecto. Si eso ocurría, corría en riesgo, no solo la tranquilidad oficial sino que además se complicaba el tratamiento del proyecto en el recinto. Eso no podía pasar. El jefe de bloque, Miguel Angel Pichetto, fue el encargado de las negociaciones con la UCR. No fue el único. El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, y el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, hicieron lo propio con llamados cruzados. Cerca de las 13, el Frente para la Victoria solo pensaba en cumplir los lineamientos presidenciales: Amado Boudou no importaba. "Con Boudou en el recinto la sesiòn iba a ser eterna. Regalamos una tapa a todos los diarios, la instalación de un tema complicado por sobre lo que realmente nos importaba. Además iba a ser imposible la aprobación de la media sanción", explicó a Infobae, un miembro de la mesa chica del oficialismo en el Senado. Pichetto, ya incomodo en las artes de defender a Boudou, no soportó hablar del tema. Cuando se le consultó sobre la presencia o no de Amado, fue tajante: "Acá la autoridad del Senado es el vicepresidente".
Si el proyecto del Ejecutivo no obtenía media sanción el mismo jueves, el Frente para la Victoria iba a estar en problemas. No se cumplirían los requisitos necesarios: siete días de aprobado para ser llevado al recinto.
La UCR y el resto de la oposición permitieron que se habilitara el tratamiento sobre tablas, con el menos el aval de los dos tercios de los senadores presentes luego de acordar la no presencia del vicepresidente. Entregaron su cabeza. Boudou aún no pisó el recinto desde que fue procesado por el juez Ariel Lijo y todo está en manos del presidente provisional del Senado, el radical K Gerardo Zamora. En la peor semana de Amado, ya Pichetto envió la señal de alerta: la situación no se puede aguantar por mucho tiempo más. El viernes, los abogados de Boudou cerraron los olvidables siete días y presentaron la apelación al procesamiento. El futuro es incierto. Su destino aún más.
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