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Hablamos de probabilidades, de factores que aumentan el riesgo de divorcio, por supuesto no de certezas... En el último libro del profesor de Psicología y Criminología de la Universidad de Valencia, Vicente Garrido, «Cómo sobrevivir una ruptura», se reconoce que uno puede estar en esos grupos de riesgo, y vivir toda la vida felizmente con su pareja. En general para Garrido para ver si una pareja tiene futuro (o no lo tiene) es más interesante detenerse en el proceso de la relación, en el trato cotidiano de la pareja, para preguntarnos si es posible averiguar en qué medida ciertas prácticas habituales de la relación guardan el secreto de la convivencia feliz o si, por el contrario, predicen el final de la misma.
En la obra de Garrido, que es una especie de hoja de ruta para las personas que se enfrentan ante un divorcio potencialmente conflictivo, donde se enseña qué errores no deben cometer dentro y fuera de los juzgados, se recoge también la investigación realizada por el famoso psicólogo John Gottman al respecto. Según este, «lo que hace funcionar a un matrimonio es sorprendentemente simple. Las parejas felizmente casadas no son más inteligentes, más ricas o psicológicamente más sofisticadas que otras, sino las que en su vida cotidiana construyen una relación que deja los pensamientos y emociones negativas sobre el otro muy por debajo de las positivas». «Los matrimonios felices se basan en una amistad profunda, respeto mutuo y disfrute de la compañía del otro», añade este experto.
Según sus parámetros, Gottman es capaz de pedrecir con un acierto del 90% las parejas que permanecerán y cuáles se divorciarán después de verlas relacionarse por espacio de sólo cinco minutos. Él sostiene, explica Garrido en sus páginas, «que lo fundamental para hacer esa valoración no es el hecho de si discuten o no, sino el modo en que lo hacen». De esta forma tenemos que después de revisar miles de horas de grabaciones de parejas, Gottman identifica los siguientes indicadores como los más cercanos a un divorcio futuro, a corto o medio plazo:
1. Inicios desagradables: discusiones que comienzan con sarcasmo
2. Crítica personal: no es lo mismo quejarse de un comportamiento de alguien que criticar un rasgo personal.
3. Desprecio o burla: gestos (rodar los ojos, sonrisas irónicas, etc.) o palabras (motes ofensivos) que indican la intención de que el otro se sienta mal.
4. Posición de defensa: tratar de que el otro crea que él (o ella) tiene el problema, y que es su tarea solucionarlo; nosotros somos «inocentes» no hemos tenido ninguna contribución.
5. El «muro defensivo»: es cuando un miembro de la pareja se evade de la interacción para evitar ser herido, algo que suele hacer mucho más el hombre que la mujer, debido a que en éste la reacción fisiológica o emocional es mucho más intensa y tarda más en disiparse (en otras palabras, se altera más y durante mayor tiempo). Razón por la cual son también las mujeres quienes suelen poner sobre la mesa la necesidad de airear o tratar un conflicto, mientras que los varones tratan de evitarlo.
6. La «inundación» emocional: cuando un miembro de la pareja es atacado verbalmente por el otro reacciona activándose como si sufriera una amenaza física (por ejemplo, con mayores dosis de adrenalina), y todo ello genera un gran desgaste y el deseo de no relacionarse.
7. El fracaso a la hora de prevenir o reparar los daños: las parejas felices saben detenerse en el tiempo, antes de que los daños sean severos, o bien después de una discusión o conflicto saben cómo retomar el humor habitual existente entre ellos. El sentido del perdón y del «olvido» mencionado antes tiene aquí su lugar.
ABC.es
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