El Tate y La Fragata juegan este sábado desde las 16 con arbitraje de Fernando Rapallini. Zurbriggen por Vella, el único cambio en el equipo de Facundo Sava.
“No hay que obsesionarse con el gol”, dijo Sava, tajante, en su contacto con la prensa. Y después, deslindó responsabilidades de los puntas y dijo que “si el equipo no convierte, la culpa es de todos y no sólo de los delanteros”. Como mecanismo de “defensa” individual de sus jugadores no está mal, pero Sava sabe mejor que nadie —porque él fue delantero— que la mayor responsabilidad, si un equipo no convierte, no es de los que defienden, sino de los que atacan y más cerca del arco están. Es una cuestión de derechos y obligaciones adentro de la cancha. Hay algunos que están para evitar goles y otros que están para marcarlos.
Cuando Sava habla del estilo, de la idea futbolística (que es “insobornable”) y de que a esta altura quería estar primero, segundo o tercero, está fantástico. Pero el técnico —y sus jugadores— deben entender que en fútbol es tan importante lo de “serlo” como también lo de “parecerlo”. O sea, está bien que Unión sea ofensivo, que el técnico lo pregone y se concrete en los hechos, pero si no hay eficacia, si no se es productivo a la hora de definir frente al arco rival, los números terminan echando en saco roto todas las intenciones.
Esto es lo que le pasó a Unión. Que jugó mal el primer partido y ganó con un golazo de Alemán; que después perdió esbozando una recuperación ante Sarmiento de Junín, pero que posteriormente creó más de 25 situaciones ante Talleres y Douglas y no pudo aprovechar ninguno de los dos partidos como local para ganar. Lo mereció largamente. Y es posible que si se vuelven a jugar esos mismos partidos, con idénticas características, Unión los termine ganando. Pero no fue así y la razón pura y exclusiva fue la falta de puntería, de precisión y de eficacia, en definitiva, para capitalizar la superioridad en el arco de enfrente.
Cuando un equipo juega así, yendo al frente y con una irrenunciable vocación ofensiva, a la larga o a la corta tiene que tener resultados. Esto es lo que permite abrigar esperanzas. Son pocos los equipos que pueden darse esta clase de lujos. Algunos no lo hacen porque no tienen con qué; otros porque no se animan y la mayoría porque los técnicos no arriesgan. Sava manda al equipo al frente y los jugadores han interpretado ese libreto y lo desarrollan. Basta con ver a los dos marcadores de punta jugando casi como volantes y con mucha libertad para proyectarse, a los tres volantes sin filtros y pisando reiteradamente el campo rival, para entender cuál es la filosofía de juego de este equipo. Pero hay que meterla. No queda otra. Y en esto, la responsabilidad —no excluyente pero sí principal— pasa por los delanteros.
En el torneo de Primera, el técnico le dio confianza y continuidad a Pablo Magnín. Era otra categoría, otros rivales y también una exigencia diferente. Unión no tenía chances de salvarse. Tuvo apenas una pequeña luz de salvación antes de jugar en Rafaela ante Atlético, cuando parecía que, ganando, podía llegar a complicar la situación de otros equipos, pero fue eso, un simple "veranito" que pasó muy rápidamente.
En ese lapso, "Morocho" Magnín tuvo muchas chances de jugar, pero no tuvo la suerte de convertir. Es posible que si hubiese marcado algunos goles, hoy obligaría a Sava a, por lo menos, dudar entre él y Salinas para comandar el ataque.
Inclusive, el partido del otro día ante Douglas Haig estaba como para que el técnico se fijara en él como una alternativa para sumar gente en ataque y encontrar esa dosis de contundencia que al equipo le faltó. Pero no fue así. Eligió a Moreno primero (necesitaba a alguien que abriera la cancha por izquierda para encontrar las mismas variantes que tenía por derecha con Palacios) y luego a Alemán, aunque el uruguayo entró cuando el partido se extinguía.
Con las características que tiene Palacios, no caben dudas que las mayores "presiones" pasan por Salinas y Jara. Uno de los dos (o los dos) tiene que aparecer con la capacidad goleadora que tienen y que todavía no mostraron. Por ellos pasa la mayor responsabilidad, no tengo dudas.
Según Sava, Unión se encontrará mañana con un rival que a pesar de jugar de local, no saldrá a plantear un partido decididamente abierto. Habrá que ver. Douglas Haig, el otro día, se encontró con un gol en su propio arco a los tres minutos (ni siquiera con esa tranquilidad, Unión pudo salir a flote para ganar el partido) y ese detalle lo obligó a salir un poco. Pero en el segundo tiempo, ya con el 1-1, se replegó, jugó a defenderse y se limitó exclusivamente a contragolpear. Uno supone que Almirante asumirá mayores riesgos. Pero también habrá que pensar en un Unión asumiendo otra vez la iniciativa, casi como si la condición de local no importase.
Antes de empezar el torneo, Sava dijo que la mayoría de los equipos iba a achicar espacios del medio hacia atrás. No se equivocó. Villa San Carlos fue más audaz de lo que se pensaba. Pero contra Talleres y Douglas, la realidad marcó claramente cuál es el estilo imperante en la categoría. Y se supone que frente a tamaña aseveración, el técnico habrá trabajado mucho en abrir esas defensas cerradas. Algo que hizo en los dos partidos, pero sin eficacia. Ni más ni menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario