Así lo afirmó el periodista y politólogo Ceferino Reato, quien habló acerca del escenario actual tras las PASO y de su nuevo libro que indaga sobre las tensiones previas al golpe del 76. Sostuvo que son menos de ocho mil las víctimas de la dictadura.
La Córdoba rebelde y asolada por las patrullas del Comando Libertadores de América, lugar de peregrinaje de las guerrillas y campo de prueba de las tácticas represivas de la dictadura, es el objeto de una nueva investigación del periodista y politólogo Ceferino Reato, autor de hitos recientes como Operación Traviata (sobre el asesinato de José Ignacio Rucci) y Disposición final, que incluía la última entrevista que se le hiciese al ex general Jorge Videla.
En diálogo con Infobae, Reato se explayó acerca de su nuevo libro ¡Viva la sangre!, en el que sostiene que la cifra oficial de desaparecidos es de 7.158 personas, y que 69 individuos fueron secuestrados o detenidos en Córdoba durante los últimos meses de la presidencia de Isabel Perón.
El actual director de la revista Fortuna también habló acerca de los resultados de las PASO, el futuro político de Daniel Scioli y de por qué solo es bueno para un presidente rodearse de funcionarios leales durante sus últimos dos años de gobierno.
-¿Qué fue lo que lo motivó a ponerse a investigar y escribir acerca de la situación política en Córdoba antes del Golpe de Estado? ¿Cuál es su importancia?
Yo estaba buscando una forma de resumir lo que fue la gran tragedia nacional de los 70, especialmente para quienes no la vivieron, y creo haber encontrado en Córdoba esa síntesis perfecta. ¿Por qué? Por varios motivos. Primero, porque ahí en el 69 se da el Cordobazo, esa gran revuelta popular liderada por los sindicatos. Es que en Córdoba vivía y trabajaba la clase obrera más moderna y dinámica del país, la clase obrera que estaba forjada en el polo industrial automotriz que se instala desde mediados del 50. Y eso da lugar a una clase obrera nueva, joven, muy bien pagada, y sindicatos muy independientes. Y es el SMATA (Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor), el que lidera el Cordobazo, con el apoyo de otros gremios, como Luz y Fuerza, como Colectiveros, y el estudiantado. Y ese es el segundo elemento clave, un estudiantado muy politizado, muy vivo. No solo de la Universidad Nacional de Córdoba, con todo su prestigio, sino también de la UCA, que estaba y está en manos de los jesuitas, lo que es una novedad. Al año siguiente del Cordobazo, aparecen los grupos guerrilleros más importantes, Montoneros, y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), que no casualmente se van a vivir a Córdoba antes del golpe del 76, porque ahí estaba esa clase obrera de la cual ellos se proponían como la vanguardia armada. Y había también allí un clima de época que hace que muchos jóvenes piensen que el socialismo estaba a la vuelta de la esquina, y que lo mejor para conseguirlo era la lucha armada.
-¿Y sería correcto asumir que los hechos que usted analiza en este libro ofrecen una lectura que puede servir para entender la actualidad política en Argentina?
Cuando estamos hablando de los 70, estamos hablando del presente. Esa es la propuesta del gobierno. El gobierno se propone como el heredero virtuoso de aquella generación idealista de los 70, divide entre buenos y malos en la historia y en el presente, entre amigos y enemigos. La lectura del pasado no la hace con un énfasis academicista, no le interesa la historia, le interesa el presente, la política, el poder. Usa, como usan en general los gobiernos, la historia, o un pedazo de ella, y la recrea según sus necesidades del presente. Entonces cuando ataca a un grupo, siempre lo vincula a las fuerzas del mal del pasado, cuando ensalza a otro grupo, lo vincula con las fuerzas del bien. En este caso Córdoba lo que tiene es que ahí las fuerzas protagónicas de los 70 aparecen en su esencia, en su aspecto paradigmático. Por ejemplo, se habla siempre de Montoneros, sobre qué cosa fueron los montoneros. Bueno, Córdoba ofrece la respuesta, porque ahí están las matrices básicas del montonerismo. Los montoneros cordobeses son conservadores, de familias del patriciado cordobés, que han sido formados en su mayoría en el liceo militar; y son todos católicos. Ahí se ve claro cómo Montoneros es una creación de las sacristías. Esto despierta también una polémica, porque vemos cómo en los 70 la Iglesia Católica a través de sus distintas facetas estuvo de los dos los lados del mostrador de la violencia política. Por un lado, velando las armas de los militares, y por el otro contribuyendo a la opción de la lucha armada.
-Usted con sus últimos libros de investigación ha aportado importantes datos y testimonios sobre la historia reciente argentina, incluso llegando a reactivar una causa judicial como en el caso del asesinato de Rucci debido a la información que aparecía en Operación Traviata. ¿Qué grandes revelaciones podemos esperar en ¡Viva la Sangre!?
Creo que algo importante de este libro es que queda confirmado que las desapariciones comenzaron antes de la dictadura, durante los últimos meses del gobierno constitucional del peronismo, de Isabel Perón. Hubo en Córdoba 69 personas que fueron secuestradas o detenidas, y que permanecen desaparecidas. Eso según los registros oficiales conocidos. Según esos registros, yo conté cuántos desaparecidos y muertos hubo en la dictadura, en Córdoba y en todo el país. A nivel nacional me dan 7158 personas, que es una cifra enorme, toda una ciudad prácticamente, aunque no son los 30 mil que dice el gobierno, las organizaciones de derechos humanos y parte de la oposición. Yo creo que es importante contar bien ahora que vamos a cumplir 30 años del retorno a la democracia, porque la verdad es superior a la mentira, y más en derechos humanos. Y si queremos encontrar los cuerpos de todos los desaparecidos, necesitamos una lista que sea exacta, y no decir al voleo diez mil, ocho mil, porque son personas, entonces hay que contar uno por uno. El gobierno tiene todos los datos, lo último que publicó es el listado actualizado del Nunca Más, eso es del 2006, y sobre lo que me baso para afirmar estas cosas.
Después otra cosa importante es el tema de Ia Iglesia Católica, que a mí es algo que siempre me parece muy importante en nuestro país, y ahora que tenemos un Papa más. Ver por qué la Iglesia nunca ha hecho una autocrítica profunda respecto de su papel durante la dictadura. Creo, mi hipótesis es, que una parte de la Iglesia apoyó a Montoneros, y otra a la dictadura, y entre esos sectores progresistas y conservadores hay un veto recíproco que impide a la institución hacer el mea culpa que todos esperamos. Pero yo creo que teniendo un Papa, es un buen momento para que la Iglesia se ponga al día, y haga la autocrítica que nos debe, porque acá en la Argentina la mayoría somos católicos, algunos más practicantes, otros menos, pero la mayoría somos católicos, podemos pedirle eso a la Iglesia.
-En este año han aparecido varios libros que han realizado una autocrítica sobre la responsabilidad de las organizaciones guerrilleras en la explosión de violencia de los 70, como el caso de los libros de Héctor Leis y Graciela Fernández Meijide, algo impensando unos años atrás. ¿Qué opinión le merece este fenómeno?
Hasta hace un tiempo, hasta el 2008, predominaban los libros sobre los 70 que ensalzaban a los jóvenes de aquella época, eran libros "más k". Después, conforme al deterioro del discurso del gobierno, empezaron a aparecer otros libros, que ponen en cuestionamiento esa percepción de que los jóvenes de los 70 eran todos idealistas. En mi libro sobre el atentado contra Rucci queda claro que no eran tan buenos, porque siguieron durante meses a una persona, y no vacilaron en atentar contra ella cuando estaba indefensa. Ahora salen otros libros, como los de Fernández Meijide y Héctor Leis que mencionás, que tienen una referencia más crítica sobre aquella época. Creo que el de Leis está un poquito avanzado con respecto al momento que estamos transitando. Él propone la creación de una nómina única entre las víctimas de la guerrilla y las víctimas de la dictadura, algo que tal vez sea demasiado pronto, y que no sé si sería bueno. En todo caso, son cuestiones que tienen que analizar los perjudicados, pero sí creo que hay una crítica con respecto al discurso kirchnerista, provocado por el hecho de que ha habido muchas irregularidades en la confección de las nóminas, en el pago de las indemnizaciones, pero especialmente porque ha habido un uso político de los derechos humanos notable. Tenemos liderazgos que antes eran incuestionados, como el de Estela de Carlotto, que ahora son fuertemente discutidos por haberse metido en el barro de la política, y eso tiene sus consecuencias.
-Volviendo a su libro, siempre ha sido muy cuestionada la actitud de Juan Domingo Perón durante el "Navarrazo", permitiendo que se lleve adelante un golpe policial contra el gobernador de Córdoba. ¿Cómo se explica esta decisión de Perón?
Bueno, en el libro explico que entre Perón, que era presidente por tercera vez, y el gobernador de Córdoba, Obregón Cano, odontólogo de Río Cuarto, muy prestigioso, de muy buena estampa, hay una disputa muy fuerte que es la disputa entre Perón y los montoneros, porque Obregón Cano era aliado de Montoneros. Y cuento en el libro cómo él se veía como el posible candidato presidencial si Perón moría y se llamaba a elecciones anticipadas. Perón había llegado a la Argentina convencido de que podría dominar a Montoneros, que podía lograr que dejaran las armas y volvieran a la política, cosa que no consiguió ya que siguieron armados, porque pensaban que la etapa democrática era solo un paso previo a la llegada al socialismo.
Entonces en Córdoba se da una disputa muy fuerte, porque Perón contaba en todos las provincias con el vicegobernador, pero en Córdoba no, el vicegobernador también estaba aliado a Montoneros, y hacía una dupla muy fuerte con el gobernador. Perón estaba decidido a defender la continuidad del Estado, y pensaba que había que asegurar uno de sus atributos, que es el monopolio de la violencia legítima, es decir, no podía haber ningún grupo armado en democracia, y para eso estuvo dispuesto a usar todos los medios a su alcance. La única posibilidad que tuvo entonces fue esa rebelión policial, a cargo del teniente coronel retirado Antonio Navarro, que era el Jefe de Policía de Córdoba, y es un hecho que esa rebelión fue armada acá en Buenos Aires, con por lo menos el visto bueno de Perón, que la aprovecha para nombrar un interventor. En vez de defender al gobernador que había sido elegido por la gente, lo que hace es aprovechar y voltearlo. Esto es algo que para los peronistas cordobeses en general sigue siendo un motivo de desaprensión. Yo he consultado con el gobernador De la Sota, que en esa época era funcionario de la gobernación, y él lamenta esa actitud de Perón, como lo hacen también muchos otros peronistas cordobeses.
-¿Piensa que en la actualidad Córdoba posee esa cualidad anticipatoria, que se reflejó en el pasado en episodios como los del Cordobazo o trágicamente en la aparición de la versión local de la Triple A, el Comando Libertadores de América? ¿Cuál es el lugar que ocupa la provincia en el escenario político nacional?
Yo no conozco tanto la situación presente de Córdoba, no me he ocupado tanto de eso. Sí creo que a lo largo de la historia, Córdoba ha tenido varios atributos diferenciadores. En primer lugar, un atributo histórico. Es una de las ciudades históricas del país, tiene la universidad más antigua de la Argentina, y la cuarta en todo el continente. Ha forjado camadas de profesionales, ha tenido siempre una rica vida cultural, ha sido rebelde, con la Reforma Universitaria del 18, con el Cordobazo también. Y con la Revolución Libertadora, que nace en Córdoba, y Perón cae por los cordobeses, ahí surge el mito de "Córdoba la heroica". Pero a la vez ha sido una cuna, una fortaleza, del catolicismo más conservador, por eso el dicho de "Córdoba de las campanas". Hay varios mitos sobre su identidad, que han hecho de Córdoba una provincia importante a nivel político. El radicalismo, por ejemplo, ha tenido personajes notables en Córdoba, el último ha sido Eduardo Angeloz, tres veces gobernador. Se trata de una provincia muy particular, muy civil, con mucho respeto a las instituciones. Vale recordar que varios de los principales municipios, empezando por el de la capital, actualmente están en manos de la oposición al partido de gobierno.
-¿Y por qué cree que se produce esa excepcionalidad en Córdoba? Porque se han dado situaciones muy curiosas, como tener un gobernador radical durante todo el menemismo, y luego cuando cae el Partido Justicialista en manos de la Alianza, que gane un peronista como De la Sota...
Parece ser una característica de los cordobeses, ir un poco a contramano de la tendencia general. Ahí suceden cosas que a nivel nacional no ocurren. Por ejemplo, en la década infame se dieron dos gobernaciones radicales que todavía son elogiados. Es una provincia que disfruta de esa imagen de isla, y creo que tiene mucho que disfrutar porque es muy autosuficiente en muchos aspectos. A mí me recuerda mucho al estado de Minas Gerais en Brasil. Sus empresarios son muy buenos y los políticos tienen esa costumbre de trabajar juntos aunque sean de diferentes partidos. Creo que es una provincia que tiene mucho que dar, y debería ser un faro importante de la escena nacional, pero todavía está muy replegada en sí misma.
-Quería llevarlo ahora a la actualidad y pedirle una reflexión acerca de los resultados de las PASO y de lo que podría suceder en los comicios de octubre.
Con respecto de las elecciones primarias, una de las cosas que más me impactaron es cómo la presidente perdió tanta imagen positiva y voto en dos años. Pocas veces pasa que un mandatario que consigue el 54% retrocede al 26, 27%.
-¿Por qué cree que pasó eso?
Yo creo que eso pasó porque ella se equivocó fuertemente, porque aquella presidente que ganó las elecciones de hace dos años era una presidente con un discurso distinto, con una imagen de apertura distinta, y lo primero que hizo después de ganar fue rodearse de jóvenes leales, como los de La Cámpora. Por lo general, los gobiernos dejan a los leales para los dos últimos años, para que borren todas las huellas, y los dejen tranquilos cuando abandonan el poder. Y creo que esa fue una gran equivocación, porque al encerrarse con esos leales, también reduce su espacio de maniobra y esos votos, que son volátiles, se ganan y se pierden, tendría que haber intentado conservarlos con una actitud más dialoguista.
Además, la derrota se explica porque hay problemas económicos, que han ido acumulándose incluso desde el gobierno de su marido, Néstor Kirchner, y ella es un poco la que tiene que pagar las cuentas de la fiesta. Y esas cuentas las paga y las paga mal, porque ha elegido en Economía personas que le ofrecen soluciones fáciles, que coinciden con su discurso y su escasa formación económica, y que en el fondo no hacen más que agravar los problemas. Por ejemplo, el cepo al dólar. Soluciona transitoriamente la fuga de reservas, pero te crea un gran problema, que es cómo administrar eso, y cómo salir.
-¿Y cómo ve estos dos últimos dos años del gobierno de Cristina Kirchner? ¿Piensa que puede rectificar su rumbo o que va a radicalizarse?
Bueno, ahora tenemos las elecciones verdaderas, vamos a ver cómo salen. Todo indica que las cifras más o menos van a ser similares a las de agosto, y esa imagen de un gobierno que ha perdido consenso se va a mantener. Después los dos años que restan van a ser muy difíciles, porque el problema de los gobiernos fuertes es que tienen que ser fuertes hasta el final, porque si cambian el estilo, cosa que es difícil, pueden ser interpretados por el resto como signo de debilidad. La Argentina ya era un país con instituciones políticas débiles, el kirchnerismo las ha mantenido débiles, y es difícil un período con una presidente débil e instituciones débiles.
-¿Le parece que Daniel Scioli puede llegar fuerte al 2015? ¿O que al mantenerse en el oficialismo dilapidó su oportunidad de llegar a ser presidente?
Muchos critican a Scioli por mantener el alineamiento, incluso reforzarlo, con la presidente. Yo creo que no tenía muchas opciones. La provincia de Buenos Aires necesita estructuralmente la ayuda del gobierno nacional, no creo que pueda sobrevivir más de dos meses sin esa ayuda, y ha hecho tantos esfuerzos, que no podía dejar de ser kirchnerista. En ese sentido Sergio Massa es más joven, gobierna un territorio menor, que no necesita de la ayuda nacional.
¿Piensa entonces que la decisión de Scioli fue estoica y romper con el kirchnerismo hubiese sido irresponsable?
Creo que Scioli hizo lo correcto desde su lugar, y que sus chances se mantienen. Él siempre apostó a ser el heredero del kirchnerismo, y lo va a lograr porque no tienen a nadie mejor que él. Y si bien Diana Conti, Carlos Kunkel, incluso la presidente, deben estar incómodos con semejante perspectiva, no van a tener otra salida que confiar en Scioli.
No hay comentarios:
Publicar un comentario