Están en zonas vulnerables donde las instituciones comunitarias también ingresan en la mira del circuito delictivo. Este viernes asaltaron la Nueva Escuela Ceferino Namuncurá.
.La Capital |
La mañana de ayer fue de pesadilla para dos escuelas y una huerta comunitaria. En las primeras los ladrones se alzaron con lo que pudieron pero a la Rosarina Linda, una quinta que además tiene comedor y copa de leche, la desplumaron.
A las tres ya las habían visitado varias veces los ladrones. Al filo de agosto estos casos se suman a los 15 robos promedio que asolaron instituciones de zonas vulnerables. A esta altura, más de la mitad de los 300 edificios de escuelas públicas del departamento Rosario tienen alarma y sólo hay unas 25 que cuentan con casa para docentes o porteros, y por la noche no quedan deshabitadas.
A una cuadra del Distrito Oeste, en Presidente Perón 5038, de la privada Nueva Escuela Ceferino Namuncurá los ladrones se llevaron una hormigonera, tubos de gas y herramientas. Cuando quisieron ir por los elementos de tecnología se dispararon las alarmas parciales y los ladrones quedaron en fuga.
"Entraron por los fondos porque en la esquina hay una cámara", explicó el portavoz de Seguridad Comunitaria, Abel Taboada.
Y dijo que durante la mañana un dato los puso en pista, en algún lugar estaban vendiendo tubos y mencionaban un viejo conocido de la seccional 13ª.
"Quienes hacen esto no son los que utilizan estos espacios (la escuela), más bien están asociados a un circuito delictivo un poco más organizado que los actos vandálicos", coincidió la antropóloga social de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Marcela Valdata, con amplio trabajo en zonas de compleja configuración económica y social, en el oeste rosarino.
Según el director provincial de Enseñanza Privada, Germán Falo, la Ceferino Namuncurá, con niveles primario y secundario, tiene una importante función social y el pasado 30 de abril sufrió otro robo. "Por eso venimos trabajando con ellos y en otras escuelas de sectores vulnerables junto a Seguridad Comunitaria", comentó
Desde esta institución, Angel Ruani también dio cuenta de las estrategias que se pusieron en marcha ante el aumento de robos a las escuelas: protocolos para la violencia al interior de las mismas y prevención extramuros con reuniones distritales, como las que congregaron a unas 15 escuelas parroquiales, blanco del delito.
"De cinco años para acá, las cosas cambiaron demasiado, antes las escuelas en los barrios eran lugares que se respetaban, ahora la situación se complica cada vez más", aseguró desde Amsafé (gremio que nuclea a los maestros), Juan Pablo Casiello.
"¿Qué representación tiene la gente que vive allí sobre estos espacios? A veces se sienten por fuera, ajenos, como si no pudiesen apropiarse de ellos", reflexionó Valdata y destacó el valor de generar conciencia al respecto, como el "abrazo solidario que los vecinos le dieron a la escuela toba cuando la asaltaron. Una forma de demostrar que las instituciones pertenecen al lugar, hay que trabajar con los que están adentro de la escuela y con los entornos.".
Para Casiello, esa es justamente la clave. Además de completar con alarmas el total de las escuelas en barrios vulnerables o retomar la vieja costumbre de la casa habitación para docentes o porteros, la respuesta va más allá. En su opinión, las escuelas deben tener equipos de asistentes sociales, psicólogos, psicopedagogos, que ayuden a una relación más permanente y fluida con el barrio. "Ponemos rejas en lugar de ir a trabajar con el marco social", insistió Valdata.
Blanco permanente. Otra de las escuelas asaltadas ayer fue la Domingo Guzmán Silva Nº 6.379, en Uriburu al 7500, casi en el límite de la ciudad. Fue a la madrugada, cuando en la zona no había luz y entraron cortando el alambrado y forzando una reja.
Allí, a pesar de la alarma, robaron elementos del kiosco y electrónicos. Según Taboada, el lugar fue robado cinco veces en lo que va del año. "Es una zona descampada y las casas donde vivían directores y porteros ya casi han desaparecido, el lugar queda solo", comentó.
Angustia. Según Casiello, además del robo a los edificios escolares, es necesario volver a insistir sobre una situación relacionada que, a pesar de haberse hecho visible, lejos de retroceder, aumenta.
"El problema de los robos es cada vez más serio y más frecuente para docentes, alumnos y hasta padres en el camino a la escuela", señaló.
El gremialista dijo que como los arrebatos son sucesivos y suben en violencia, hay niños que no quieren ir a clases.
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