Desde la esquina de Tucumán y Belgrano, la torre Quinquela se aprecia como una de las tantas que el auge de la construcción hace crecer en la costa central. La sorpresa aparece en el sexto piso, sobre las plantas de cocheras, donde se perfila un bello jardín.
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Las terrazas verdes son una tendencia que, por moda o verdadera conciencia ambiental, empieza a ganar terreno en la ciudad. En los últimos dos años, ya se concretó una decena de proyectos, entre ellos algunos emblemáticos como el del complejo de viviendas Forum, en Puerto Norte, o los jardines verticales del edificio de la aseguradora La Segunda, en Juan Manuel de Rosas al 900.
Las terrazas verdes son tan antiguas como los Jardines de Babilonia, sin embargo en los últimos años la construcción de espacios verdes en azoteas vacías de la ciudad apareció como un instrumento para mejorar la calidad del medio ambiente urbano. Entre otras cosas, los ambientalistas advierten que resuelve la impermeabilización de superficies y mejora térmica y acústicamente el interior de los edificios y, desarrolladas en grandes superficies, colaboran con disminuir el calentamiento global y el efecto de la isla de calor a la vez que reducen el riesgo de inundación por la retención de caudales de lluvia.
Sonia Cabrera es una de las integrantes del estudio Proyecto Janus que, en 2006, comenzó a desarrollar un sistema propio para la construcción de eco terrazas. La primera de sus obras fue en la azotea del edificio que ocupa la firma, unos 60 metros cuadrados de césped y plantas en el segundo piso de una casona antigua de Iriondo y Cochabamba.
Desde esa primera experiencia, "hubo un cambio absoluto —afirma Cabrera—. Hace seis años hablábamos de terrazas verdes y la gente pensaba en el césped sintético. Actualmente, y desde hace un año, los proyectos arquitectónicos ya contemplan la incorporación de eco terrazas ya que permiten proponer espacios verdes en lugares muertos, con la consecuente valoración inmobiliaria que reporta. Además, hay una demanda en la población, una masa crítica que valora las alternativas que permiten cuidar el medio ambiente".
En los últimos dos años, el estudio desarrolló en la ciudad una decena de proyectos en edificios y casas particulares. Entre ellos los jardines del 1º, 9º y 11º piso del edificio La Segunda, donde ahora se proyecta también un muro verde; el edificio Etna (Juan Manuel de Rosas al 1900), la torre G y la azotea de las cocheras de Forum, o el edificio Quinquela.
Ordenanza. En septiembre de 2007, el Concejo Municipal aprobó la ordenanza 8208 que crea el Programa Terrazas Verdes con el objetivo de promover en los consorcios de edificios, particulares, empresas y organizaciones diversas, la utilización de la superficie de sus terrazas para emplazar especies vegetales diversas; además de organizar talleres, cursos y actividades para la difusión de estos sistemas.
En ese marco se anunció el proyecto para construir la primera terraza verde pública sobre el Centro Cultural Bernardino Rivadavia. Y si bien el emprendimiento no prosperó, todavía puede reflotarse (ver aparte).
Para el doctor en sistemas ambientales y profesor de la Universidad Nacional de Rosario Elio Di Bernardo, las terrazas verdes son una alternativa interesante para "mejorar en parte" los efectos del avance de la construcción en las ciudades. "La edificación impermeabiliza monstruosamente el territorio. Por lo tanto, la incorporación de espacios verdes mejoran levemente la permeabilidad. La otra ventaja es que la azotea recibe la mayor radiación solar y, al colocar una masa de tierra relativamente grande mejora notablemente la temperatura de los locales que están en el piso inferior", explica.
Cambio climático. El investigador y doctor en física Rubén Piacentini está trabajando en un proyecto que busca establecer fehacientemente cómo las iniciativas de agricultura urbana, forestación y eco terrazas pueden mitigar el efecto del cambio climático.
"Son una alternativa interesante para reducir las islas de calor que se producen en las ciudades y permiten aprovechar lugares dejados de lado en las construcciones o áreas poco utilizadas para espacios verdes —apunta—. En el centro de Rosario actualmente no hay lugar para agregar una plaza más. Sumar verde a las terrazas de los edificios, los bordes de camino o las veredas sería una opción más factible para filtrar el cambio climático".
El cálculo es sencillo. En promedio, la azotea de un edificio ocupa 100 metros cuadrados. Si en cada una de las 1.221 manzanas del distrito centro rosarino hubiera al menos una terraza verde, se sumaría a la ciudad un espacio de 122 mil metros cuadrados, algo así como 12 plazas. Todo un potencial para mejorar el entorno urbano.
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