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viernes, 9 de noviembre de 2012

ROSARIO: Cómo se judicializó el atroz caso de una niña violada


El atroz caso de una nena de 7 años que aparece como víctima de un abuso sexual por el que está acusado su padre, tal cual anticipó LaCapital en su edición de ayer, comenzó a develarse tres días atrás cuando las autoridades de la escuela a la que asiste la niña denunciaron en los Tribunales que la menor había acudido golpeada al establecimiento educativo. Eso derivó en algo más grave aún cuando una médica forense la revisó y en ese examen se determinó que tenía lesiones en la zona genital compatibles con una violación.
La Capital | 

Cómo se judicializó el atroz caso de una niña violada
Cuando el juez del Tribunal Colegiado de Familia Nº5 Ricardo José Dutto se enteró de los resultados forenses lo denunció en una fiscalía y el caso fue girado al juez de Instrucción Nº13 Gustavo Pérez de Urrechu. El magistrado pidió entonces la captura del padre de la nena, a cuyo cargo estaba la menor. El hombre se enteró de que lo estaban buscando y se presentó en forma voluntaria en Tribunales. Allí negó la acusación pero quedó preso.
Esta situación se inscribe en una historia horrorosa. La pequeña abusada es hija de María Elisa Bárzola, que está condenada a prisión perpetua por matar a sus otras dos hijas, de 5 y 9 años, en el Fonavi Parque Oeste en octubre del 2004. Cuando ocurrió el doble crimen, la mujer estaba embarazada de tres meses y dio a luz en cautiverio a la nena que ahora sufrió la vejación.
Cuidada por papá. Tras la condena a Bárzola la niña quedó al cuidado y bajo la patria potestad de su padre, Jorge V., un ex policía entrerriano que trabaja como vigilador privado. En un primer momento la nena visitaba a su madre en la cárcel de mujeres de barrio Refinería donde estaba alojada entonces, pero en los últimos meses los contactos entre las dos cesaron, según fuentes judiciales, porque la nena tenía temor de acudir al presidio. Aunque quienes siguen de cerca el caso presumen que tal vez fue inducida por el padre para no ver a la mujer. Ya en 2008 Bárzola intentó una gestión judicial porque su ex marido no llevaba de visita a la hija que tuvo en prisión.
En este contexto, unos tres años atrás la pequeña ya le había dicho a su madre que el padre "la tocaba". Sin embargo, un juez de Instrucción que investigó esa denuncia le dictó la falta de mérito a Julio V. El universo familiar de la chica se limitaba al padre y no aparecían familiares ni amigas. Por eso, hoy con el padre entre rejas, el juez Dutto le otorgó una guarda provisional a una allegada y dispuso la asistenica de psicólogos y psiquiatras forenses. La pequeña, en tanto, quedó alojada en un refugio municipal con la intervención de la Subsecretaría de los Derechos de la Niñez, la Adolescencia y Familia.
Según los responsables judiciales, lo que más importa por estas horas es el futuro de la chica. "Hay que evitar la revictimización de la nena. Por eso la defensora general que representa a la menor le va a pedir al juez (Gustavo Pérez de Urrechu) que se realice lo más pronto posible un examen en cámara Gesell", explicó un portavoz policial. La cámara Gesell es una habitación acondicionada para poder interrogar a menores sin que éstos se sientan observados.
La tragedia. La noche del 6 de octubre de 2004, un departamento de Cerrito al 5500, en el Fonavi Parque Oeste, fue escenario de una de los peores filicidios que se recuerde en la ciudad. Allí vivía María Elisa Bárzola junto con su marido, Julio V., y sus hijas, Daniela, de 5 años, y Mariana Osán, de 9 e hija de una pareja anterior. Entrada la noche, y cuando el hombre se fue a su trabajo, la mujer mandó a las nenas a la cama, se hizo de un revólver calibre 22 y tras apagar la luz del dormitorio les disparó un balazo mortal a cada una. Tras ello Bárzola intenó quitarse la vida cortándose las venas y clavándose un cuchillo en el vientre donde gestaba una nueva hija.
Antes de todo, la mujer había escrito un texto explicando los motivos de su decisión. En él responsabilizaba a su marido por lo ocurrido y decía sentirse sola y abandonada afectivamente. Después, malherida, llamó a la policía y cuando un agente del Comando Radioeléctrico ingresó al departamento se vio obligado a desarmarla. La mujer todavía tenía el revólver en una mano y el cuchillo en la otra. Bárzola entonces tenía 31 años y fue condenada a prisión perpetua a fines de 2007.

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