El juicio por el homicidio de Roberto Pimpi Caminos entró en su recta final. Ayer declararon los últimos testigos convocados por el tribunal oral y el martes se iniciará la etapa en la cual las defensas de los tres imputados, la querella que representa a la familia de la víctima y la fiscalía, desgranen en sus alegatos las pruebas recolectadas en las audiencias para pedir condenas o absoluciones.
En ese marco, la jornada de ayer (la séptima del juicio público) no guardó nada.
Poco a poco la fiscalía fue arrimando a René Ungaro, Carlos Betito Godoy y Emanuel Suárez, acusados de homicidio calificado, a la escena del crimen ocurrido la madrugada del 19 de marzo de 2011 frente al bar Ezeiza de Servando Bayo al 1400. En tanto, la defensa adelantó que se asentará en que no hay pruebas ni méritos para las acusaciones.
En ese sentido, en la primera parte de la audiencia de ayer la querella intentó situar al acusado Emanuel Suárez en cercanías del bar Ezeiza, o al menos ponerlo en algún momento de aquella noche fuera de la mirada de lo amigos con los que compartía una velada, entre las 22.30 del 18 de marzo y las 6.30 del día siguiente, en un departamento Fonavi del barrio Parque Oeste, en Cerrito y Rouillón. Para eso convocó a quienes estuvieron con él.
Cena con amigos. Así, la primera en declarar fue Johana G. La mujer, embarazada de ocho meses y tía del hijo de Suárez, sostuvo que el imputado estaba con ella y otras siete personas en la casa de su madre. Cenaron, fueron a comprar cervezas y mientras ella y su hermana ayudaban a su mamá en tareas del hogar, Emanuel y otro amigo jugaban torneos de fútbol con una play station.
El defensor Marcelo Piercechi intentó demostrar que Johana era amiga de Suárez desde hace mucho tiempo y que el imputado, tras estar en la casa de la madre de la joven aquel 19 de marzo, se retiró pasadas las seis junto a Emanuel M. La chica indicó los pasos, las bebidas y hasta las pizzas consumidas. Y dijo que Suárez habría salido a comprar bebidas dos veces, entre las dos y las tres de la mañana.
Cuando la querella le preguntó a la testigo si en todo momento vio a Suárez en el lugar, la chica respondió afirmativamente. Aunque aclaró que sólo lo perdió de vista cuando ella fue al baño o cuando él fue a comprar bebidas. Además, para la querella está claro que Suárez esa noche montó una moto para ir a comprar pizzas y que, según las declaraciones, no tomó contacto con nadie más que sus amigos.
El tribunal, integrado por Gustavo Salvador, Julio Kesuani y José Luis Mascali, marcó durante toda la jornada una serie de cuestiones técnicas y señaló cada objeción hecha por la defensa, que apuntó sus cañones hacia la fiscalía.
Otro testigo que estuvo aquella noche con Suárez fue Emanuel M. El joven aseguró ante las distintas preguntas que en un momento se pusieron a jugar con la play station. Frente a la pantalla estaban el ahora acusado, el testigo y ocasionalmente las chicas.
Ante eso, la fiscalía (que aporta en forma permanente filminas con cruces de llamadas de celulares y Nextel) preguntó cómo era posible concentrarse en un juego mientras se reciben o se emiten llamadas telefónicas. "Es que cientos de llamadas salieron del celular de Suárez en el momento en que jugaba y eso es llamativo", acotó la fiscal Nora Marull.
La hipótesis de la fiscalía es que Suárez se movió aquella noche por la ciudad, puntualmente por los alrededores del bar Ezeiza, ubicado a sólo 17 cuadras del Fonavi donde dijo estar el muchacho. Mientras que la defensa sostiene que el acusado estuvo con sus amigos y su único pecado fue acostarse fuera de hora.
El auto blanco. Luego declaró un controvertido testigo. Nicolas R., de 23 años, quien dijo ser amigo de Godoy y Ungaro. Este hombre fue quien le prestó a Betito un Fiat Uno blanco, vehículo del cual se habló mucho tanto dentro como fuera del recinto donde se lleva adelante el juicio pero que nunca apareció a pesar de que habría sido usado por los imputados la noche del crimen y en el cual sufrieron un percance mecánico pasada la hora del homicidio, según refirieron otros testigos. "Lo compré en su momento y luego se lo vendí a Maxi R.", dijo el testigo en referencia al hijo de un hombre al que llaman Quemado y que tiene frondosos antecedentes penales.
Así transcurrió la ronda de testigos, aunque el tribunal espera para el martes un último testimonio que ayer fue considerado "fundamental" por las distintas partes del juicio. Tras ello comenzarán a escucharse los alegatos que este fin de semana largo insumirán varias horas de trabajo a defensores, fiscales y querellantes, participantes de este sinuoso juicio que está por bajar el telón que echará luz sobre la muerte de un hombre tan querido como odiado en su feudo de la zona sur de la ciudad.
Desligan a un joven de ataque armado a los Caminos
La mamá de Milton C., un joven de 21 años a quien los familiares de Roberto Pimpi Caminos apuntan como el autor de los disparos que el miércoles perforaron el auto de una hermana del ex barrabrava asesinado, se presentó ayer en Tribunales para realizar una contradenuncia y pedir protección policial para su hijo, a quien despegó del hecho. En ese sentido pedirán que el escrito se incorpore al trámite del juicio oral y público que se desarrolla en tribunales.
Como publicó La Capital ayer, la noche del miércoles autores desconocidos pasaron en una moto frente al domicilio de Rosa Caminos, hermana del malogrado ex líder de la barrabrava de Newell’s, y balearon su Citröen C3 estacionado en Anchorena 87 bis. Efectivos de la comisaría 11ª confirmaron el hecho y aportaron que el rodado presentaba seis disparos de una pistola calibre 9 milímetros.
Para los familiares de Pimpi, el episodio fue una clara señal de amedrentamiento que orquestaron allegados a quienes son juzgados hace una semana en audiencias orales y públicas. Y dijeron públicamente que los atacantes habían sido Pequenín y Milton C.
Contradenuncia. Pero no se hizo esperar la reacción de los familiares de Milton C. (un joven con antecedentes que estuvo investigado por el robo al auto del ministro de Justicia y Derechos Humanos, Héctor Superti, pero que luego fue desligado de la causa). Norma, la mamá del joven, se presentó ayer en el juzgado de Instrucción Nº 9, a cargo de Javier Beltramone —que instruyó la causa por el asesinato del Pimpi— para desmentir que su hijo estuviera involucrado en el atentado. Y dijo que es la propia familia Caminos la que “armó todo”.Al salir del despacho del juez, la mujer le dijo a La Capital: “Mi hijo no tiene nada que ver con la acusación que le hacen los Caminos. Ahora la policía anda haciendo allanamientos en mi barrio y donde entra dice que lo busca a mi hijo «vivo o muerto». Quiero protección para él”.
Además, se preocupó por aclarar que ella no tiene vinculación alguna con la disputa que sale a la luz en el juicio: “No tengo nada que ver, ni con los acusados ni con los imputados”. Y agregó que “todos los vecinos del barrio saben que son ellos (la familia Caminos) los que arman todo esto” (sic).
Finalmente, y ante algunos trascendidos, Norma quiso expresar que Milton “no es hijo de ningún narcotraficante. Es mi hijo y de nadie más, porque lleva mi apellido”, dijo tajante.
La mujer estuvo acompañada por su abogado, Marcos Cella, y una hija que casualmente hace pocos días atestiguó en el juicio por el crimen de Caminos, y quien solicitó a este diario que “ni la nombren. No quiero salir más en el diario”, advirtió.
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