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domingo, 11 de octubre de 2015

LA ARGENTINA \"EMPAPELADA\" Por la emisión sin límite, mandan imprimir más pesos en Brasil y Chile

También estarían encargando a Alemania. Se imprimen pesos en cuatro plantas por la emisión sin control. Hoy circulan casi cinco veces más billetes que en la hiperinflación.
Clarín | 
Por la emisión sin límite, mandan imprimir más pesos en Brasil y Chile
 Nunca en la historia de la República Argentina se fabricaron y circularon tantos millones de billetes como está ocurriendo en estos momentos. La matemática, ciencia de las magnitudes, ayuda a entender a este fenómeno quizás mejor que las palabras. El Banco Central calculó en su último informe sobre el tema que el circulante actual es de 5.581 millones de billetes, lo que equivale a 423.598 millones de pesos. A fines de 1990, durante la segunda etapa de la hiperinflación, que había comenzado un año antes durante la gestión de Raúl Alfonsín, el papel moneda que había en la calle equivalía a 1.856 millones de billetes. En junio de 1989, la cifra del circulante era de 1.350 millones de unidades. Estos últimos dos cálculos sobre los australes pertenecen al libro “Billetes de la República Argentina”, de Roberto Bottero, publicado por el BCRA.
Hoy hay, entonces, casi cinco veces más de billetes circulando que durante la peor crisis inflacionaria de las últimas décadas.
Este escenario, que parece una sinrazón, tiene orígenes de fácil explicación, aunque tal vez sean difíciles de entender.
La presidenta Cristina Kirchner se resistió durante los años inflacionarios de su gestión a que la Casa de Moneda emita un billete de más alta denominación que el de cien pesos.
Durante la “híper”, se llegaron a imprimir billetes de hasta 500.000 australes.
La actual situación es crítica para la capacidad productiva que tiene el Estado para fabricar pesos: la emisión desbordó a la Casa de Moneda local.
Por primera vez, los pesos se imprimen en cuatro fábricas de dinero distintas, incluso del extranjero: las dos plantas que fabrican plata oficial en la Argentina; más la Casa de Moneda de Chile y la de Brasil, confirmaron a Clarín desde el BCRA.
A estos organismos internacionales se le podría sumar la imprenta de billetes de Alemania, que abastecería parte del proceso de confección de las divisas argentinas, aseguraron a este diario fuentes de la Casa de Moneda local.
Como se dijo, en la hiperinflación las autoridades reaccionaron frente al escenario de catástrofe económica generado por su propia gestión: se llegaron a emitir billetes de 500.000 australes, después de que se licuó la capacidad de los de 50.000 y 10.000, entre otros valores.
La Casa de Moneda tenía entonces una sola sede, la que existe en Retiro, que depende del Ministerio de Economía desde 1881.
Hoy el Estado tiene dos plantas para confeccionar la plata: la tradicional; y de la estatizada empresa gráfica Ciccone Calcográfica.
El Gobierno no informó de forma transparente cuándo, cómo y por qué había contratado a las Casas de Moneda de Chile y Brasil para fabricar pesos.
¿Cuántos millones de billetes imprimirá cada una? ¿A qué costo?
Según admitieron en el Gobierno, la Casa de Moneda, al mando de Katya Daura, no realizó licitaciones internacionales antes de contratar a esos organismos.
En el BCRA aseguran de modo informal que Daura actuó ahora mediante acuerdos de carácter oficial.
El apuro por fabricar plata le quitó transparencia a las contrataciones que hizo el organismo.
Esas “desprolijidades” son una característica de la gestión de Daura, que fue designada en su puesto por su amigo Amado Boudou, cuando éste era ministro de Economía (ver aparte).
El historiador inglés Niall Ferguson, autor del libro “El triunfo del dinero”, afirma que el la emisión monetaria logra ser eficaz cuando se basa una cualidad: la confianza de la sociedad en el papel moneda.
En la Argentina, el vice Boudou irá a juicio oral porque la Justicia lo procesó luego de determinar que en el 2010 había comprado de modo ilegal a la imprenta de billetes Ciccone, única planta gráfica del país capaz de hacer dinero. Eso ocurrió, dijo el juez Ariel Lijo, mientras la Casa de Moneda de Daura perdía adrede capacidad de producción.
La Presidenta jamás defendió en público a su vice. En abril de 2012, sin embargo, el Estado contrató a Ciccone para hacer billetes de cien. Y en noviembre de ese año estatizó la empresa con la mayoría automática K del Congreso, y parte de la oposición.
La defensa oficial, repetida por el eco del aparato de propaganda K, fue que la Argentina debía garantizarse la “soberanía monetaria”.
No pasó.
En los últimos dos años, a pesar de la inflación, la Presidenta evitó emitir billetes de más alta denominación y, en cambio, se encargó personalmente de seguir el rediseño de las unidades de ese papel moneda, y de los de valor más bajo, como los 50 y 5 pesos. Pronto circulará un nuevo billete de 10 pesos.
Quien le vende al Estado las máquinas y la tinta más cara que la tradicional para fabricar esos billetes es la multinacional SICPA, de fluidos vínculos con Daura y Boudou. Los nuevos diseños dejaron de hacerse a mano, todo un arte. Los delinea un nuevo aparato que compró la Casa de Moneda. Funciona a láser.

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