Libertad. Una multitud, como pocas pueden recordarse en la historia argentina, pidió el 17 de octubre de 1945 que liberaran a su general. Como hecho político, ganó su lugar en un calendario que excede lo partidario
Su formación. Perón fue teniente en el Regimiento 12 de Infantería en la ciudad de Santa Fe, desde 1915 hasta mediados de 1918.
El 17 de octubre de 1945 una multitud histórica de trabajadores convergía hacia el centro de Buenos Aires. Tras el paro general proclamado por la CGT en una reñida votación, los trabajadores se movilizaron en forma espontánea hacia la Plaza de Mayo a reclamar la libertad del coronel Juan Domingo Perón, quien había sido desplazado de sus cargos y detenido en la isla Martín García, aunque en esos momentos se encontraba en el Hospital Militar para un chequeo médico.
Conocido en la liturgia peronista como Día de la Lealtad, por sus características y consecuencias, la movilización obrera del 17 de octubre de 1945 fue probablemente el hecho político más significativo de la historia argentina del siglo XX.
En Paraná y en Santa Fe
En su libro Perón: Formación, Ascenso y Caída (1893–1955), Norberto Galasso recuerda a un joven Juan Domingo Perón, veinteañero, que desembarcaba en su primer destino militar en el Regimiento 12 de Infantería de Línea, en Paraná. Testimonios recuperados en la misma obra, refieren que el joven permanecía la mayor parte de su tiempo en los cuarteles, y solo salía los fines de semana.
En la capital entrerriana no solo dejó anécdotas vinculadas a sus dotes en manejo de grupo como subteniente, sino también en el ámbito cultural. Perón organizó allí una pequeña compañía teatral e incluso escribió un par de obras. Luego las representaban los soldados en sus recreos. A las funciones estaban invitadas las familias también y civiles de la ciudad.
Una de las obras más exitosas fue Silvino Abrojo, que relataba la historia de un hombre cuyo reloj, por raros problemas, siempre estaba fijo en las tres. El subteniente se ocupaba de todos los aspectos, desde el escenario hasta el vestuario.
A fines de 1915, Perón asciende a teniente. En la misma época, el Regimiento 12 de Infantería se traslada a la ciudad de Santa Fe. Alguna vieja foto lo rememora en donde hoy se encuentra la Costanera Oeste santafesina, junto a la laguna Setúbal.
Allí revista bajo las órdenes del capitán Bartolomé Descalzo, de gran influencia en la formación militar de quien muchos años después regiría los destinos de la Argentina.
El joven teniente recorría distintas zonas de la capital santafesina y la reflejaría luego en diversos testimonios que involucraban el trabajo de los obreros en el incipiente Puerto –la ubicación actual– y los peones que realizaban tareas pesadas en los sectores rurales de la ciudad (en ese entonces, gran parte del centro norte capitalino estaba cubierto de quintas y ladrilleras).
Perón se fue de Santa Fe a mediados de 1918. Su siguiente destino fue el Arsenal de Guerra Esteban de Luca, de la ciudad de Buenos Aires.
Y volvió
El general Perón regresó a la capital santafesina en distintas oportunidades. En el blog Historias Colaterales, la periodista Cintia Mignone rescató las publicaciones periodísticas del 1 de enero de 1946, cuando Juan Domingo y Eva Perón arribaron a Santa Fe en medio de la campaña electoral.
“En la Estación del Ferrocarril Central Argentino aguardaban dirigentes del Partido Laborista, de la Unión Cívica Radical-Junta Reorganizadora y de numerosos sindicatos. El público, ante la demora, decidió trasladarse al parque Belgrano, donde se realizaría el acto. A la llegada del tren, Perón junto con sus acompañantes se dirigieron al parque en un landó, custodiado por unos veinte jinetes”, describe Mignone, en base al registro periodístico de la época.
La bienvenida a Perón fue pronunciada por Manuel Díaz, presidente de la Junta Central Zona Norte. Cuando Perón avanzó hacia el micrófono, lo saludó una prolongada ovación. En su discurso aseguró que no perseguía la destrucción de nadie, sino “la construcción equilibrada de la patria”.
También marcó: “Hay que reindependizarse del extranjero, reconquistar la industria, aunque sea a pulmón, para una distribución equitativa de los beneficios de la justicia social”. Señaló además los ejes de su programa de gobierno: reforma rural, acción industrial y justicia social.
Relató Perón la lucha que este último punto implicaba. “Se refirió a que la oligarquía, después de perder la batalla, que fue ganada por la masa obrera, se ha dedicado ahora a comprar armas de contrabando, pero sus directores olvidan que para manejar las armas se necesitan hombres y ellos no son hombres”.
Aseguró además que no hubiesen existido problemas, ni internos ni internacionales, si el gobierno de la revolución de la que formó parte hubiese decidido vender el país. “El movimiento que respalda nuestra reforma, es de reforma y depuración, pide talento, pero también pide virtud. Y por tal razón nuestro movimiento orgánico, no puede ser una turba política. Por tal razón he esperado hasta este viaje para decirles que no pueden organizar turbas políticas, sino que se debe realizar una organización perfecta, en la que tengo fe, pues cuando hay organización se vence al número, a la violencia, a la maldad y a la mentira”.
El 8 de septiembre de 1948, Juan Domingo y Eva Perón regresaron juntos a la ciudad de Santa Fe para inaugurar un complejo de viviendas. Comenzaron su visita oyendo misa en la Basílica de Guadalupe, y tras un paso por las obras del barrio General Perón (hoy Santa Rosa de Lima), llegaron hasta la Casa de Gobierno.
Ese día, Perón fue duro en su mensaje a Santa Fe y se refirió también a la oligarquía: “Debe saber también el pueblo argentino que esta independencia económica la hemos conquistado pero hay que consolidarla y mantenerla, y para eso tenemos todavía mucho que luchar contra los restos de una oligarquía que entregó al país y que aún vive, y contra los restos de los grandes consorcios capitalistas, que hoy, divididos, trabajan en el interior del país y en el exterior del mismo”.
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