El cantante, que vuelve a ser número uno con su primer disco en español en doce años, se sincera en ABC: «Solo le temo al paso del tiempo»
Dos veces en su vida Julio Iglesias se despertó sin poder mover las piernas. La primera fue en septiembre de 1962, tras sufrir un aparatoso accidente de tráfico que fulminó su sueño de ser portero del Real Madrid. Quedó semiparalítico durante un año y medio. La segunda vez que sus piernas no le respondieron fue hace dos meses y medio. «Estaba en mi casa, acababa de despertarme y me di cuenta de que no podía levantarme», recuerda el artista español más internacional. Tuvo que cancelar conciertos en España, retrasar la presentación de su nuevo disco y someterse a una pequeña intervención. Pero para Julio, la vida sigue. Ya es número uno en México y Latinoamérica con «México», su último disco.
«No me puedo quejar, la vida ha sido generosísima conmigo», dice al otro lado del teléfono. Acaba de terminar una intensa promoción de «México» en el país azteca y ya está de regreso en Miami. La rueda de prensa de presentación de este disco, el primero en español en doce años y el último que grabará en estudio, fue el día de su cumpleaños. Tiene 72 años, aunque asegura que se siente «como si estuviera recién empezando». Hay días que se cree un «chaval». Otros, un abuelo. Hoy se le escucha como un niño.
— Giras, conciertos, entrevistas... ¿No tiene ganas de quedarse en casa?
— Pero tú estás loco, chico. Cómo me voy a meter en mi casa y aburrirme como un ogro. Lo que estimula a mi familia es el éxito de su padre.
— Pero no podrá negarme que estos últimos meses han sido complicados
— ¿Complicados? Para nada. Hay gente que tiene la vida bien complicada y no se queja. Yo no tengo nada complicado. Lo que ocurre es que el tiempo pasa y no lo puedo detener. Ojalá pudiera... Yo lo tengo casi todo en la vida, menos tiempo.
— Le noto ilusionado. ¿Qué sueña un hombre que lo tiene todo?
— Me genera sorpresa e ilusión cuando despierto a la mañana y alguien me dice algo bonito que está pasando en mi vida. Ya he dejado de soñar muchas cosas y ahora estoy cumpliendo con mis deberes y tratando de ser mejor persona cada día. Pero soñar ya no sueño, antes lo hacía todo el día.
— ¿A qué le teme Julio Iglesias? ¿Al fracaso, quizá?
— Si tuviera 50 años el fracaso me molestaría. Pero a los 72, no tengo más miedo a nada, salvo al paso del tiempo. Aunque siempre voy a tener un rincón en Japón, China, Italia, Francia, Bélgica, Holanda, Alemania, México o en algún otro lugar del mundo donde haya mil personas que quieran ir a verme cantar. Y yo con mil personas me conformo, porque las convierto en cien mil.
— He leído que no quiere escribir sus memorias porque hay cosas que prefiere callar. ¿Por ejemplo?
— Tengo mis pequeños grandes secretos que nunca voy a contar. Lo íntimo jamás lo contaré.
— Hablando de intimidad, no hace mucho su exmujer, Isabel Preysler, confesó que usted le fue infiel, pero que la adoraba...
— No, no. A Isabel la adoré durante los siete años de matrimonio y cuando se terminó el matrimonio se acabó la adoración. La leyenda tiene que pararse de una vez, ya está bien. Yo quiero mucho a mi exmujer porque es la mamá de mis hijos, la respeto muchísimo y me alegro de que esté feliz. Pero de adoración nada. Yo adoro a mi mujer actual. Mi relación con Miranda ni siquiera es comparable. Mi relación con ella es millones de veces más fuerte que las anteriores, sin comparación.
— Su hijo Rodrigo tiene claro que quiere ser artista. ¿Caben más Iglesias sobre los escenarios?
— No sé que harán mis hijos. Hace unos días canté con Julio José en México. Ojalá en el futuro lo pueda hacer con mi hijo Rodrigo o con mi hijo Miguel. Pero nunca se sabe, porque todo lo que me rodea es muy circunstancial.
— El Ayuntamiento de Madrid le ha nombrado Hijo Predilecto, pero no ha venido a recoger el reconocimiento.
— Lo siento mucho, no pude ir. Pero me alegro de ser Hijo Predilecto de Madrid.
— ¿Aceptaría asistir a una ceremonia de investidura?
— No sé si Carmena quiere. Si la nueva alcaldesa quiere, yo voy encantado. No tengo ningún problema.
— Me cuesta imaginarle actuando frente a Manuela Carmena.
— Yo he cantado al sur, al norte, al este y al oeste. Significa que puedo cantar al este y al oeste... a mis años no tengo inconveniente en cantar a todos. Hace 50 años, cuando comencé mi carrera, mi intención era cantar para todo el mundo, no para unos pocos. Yo canto en China con el mismo criterio que canto en Japón, y canto en Siria con el mismo criterio que en Israel.
— Y, ¿cuándo lo hará España?
— He estado toda la vida en España. He nacido, me he criado y he vivido allí. Me he recorrido España mil veces, yo creo que ya están hartos de mí. Quiero cantar en toda China... hay muchos países en los que he cantado poco. Por ejemplo en la India o en África del Sur. Pero en España ya me conocen todos, ya he cantado todo y ya no es tan importante que me vean. Allí saben cómo soy. En estos momentos de mi vida lo más importante no es sobrevivir, sino vivir intensamente.
— ¿Le preocupa lo que está ocurriendo en Catalauña?
— Es muy difícil hablar de este tema. Tengo 72 años y no puedo entender el separatismo. Adoro Catalauña, he cantado miles de veces allí y es un público maravilloso. En fin... Imagino que todo se va a arreglar porque hay una mayoría que no quiere la independencia.
— ¿Alguna vez cantó en catalán?
— No, nunca. Amo el catalán, lo hablo y lo entiendo, pero nunca lo canté porque no nací en Cataluña. Si hubiera nacido allí seguramente cantaría algunas cosas en catalán.
— ¿Y qué le cantaría a Artur Mas?
— ¿A Mas? Le cantaría las cuarenta.
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